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   La jovencita caminó por el estrecho corredor hasta el aula 14, donde tendría lugar su primera clase de aquel día; y allí, se encontró con la capitana del equipo de porristas.

—Ven, siéntate conmigo —esta le propuso y Nova accedió. Ambas se entretuvieron hablando sobre Alex, Bruce y el resto de chicos de la popular pandilla, así como de las chicas. Lindsay era chismosa y malintencionada en sus comentarios, pero Nova supo desenvolverse ante ella; le contestó con empatía, aunque cuidándose de no decir nada que pudiese ser usado en su contra. Era una recién llegada a aquel pueblo y no deseaba hacer enemigos—. ¡Katy es una puta! Ha tenido sexo con medio estudiantado, y ahora sale con Sean —expresó la pelirroja de quien era su amiga del alma—. No me malentiendas, ¡yo la adoro!, pero creí necesario que lo supieras para que nunca cometas el error de dejar a tu novio a solas con ella.

—Gracias, Linds. En verdad aprecio tu consejo —contestó Nova.

—Es que quiero que seamos buenas amigas —dijo Lindsay.

Minutos después, el homicida apareció. Hizo ruido al atravesar la puerta, y cabizbajo caminó entre las sillas.

—Hola, Ry —coqueteó la pelirroja.

Perry alzó la vista, contempló a la muchacha velozmente, y entonces, se fijó en la rubia que estaba a su lado. Sus fríos ojos color avellana le embriagaron, y Nova apretó las piernas con fuerza.

—Hola. ¿Qué tal tu día? —le contestó, portándose de un modo extrañamente cordial.

—Bien y, ¿el tuyo? —expresó Lindsay con entusiasmo.

—Bien.

Tras la breve (y muy aburrida) charla, Perry se alejó de las jovencitas y siguió su recorrido hasta llegar al final del pasillo; donde acostumbraba sentarse. Lindsay le observó de reojo mientras el corazón le latía de prisa, después se dirigió a Nova.

—Es sexy y al mismo tiempo tiene algo muy...dulce. ¿No crees? —se confesó—. Me gusta muchísimo y creo que yo le gusto también. ¿Viste la forma en que me sonrió? ¡Es que es tan obvio!

Mientras la escuchaba, Nova fantaseó con tomar su agraciada cabeza e impactarla una y otra vez contra el suelo. Estaba celosa porque recordaba las palabras que Perry había dicho a Alex durante la fiesta: ¨Lindsay me invitó, vine con ella¨. Le enervó la posibilidad de que él pudiese estar interesado en entablar una relación sentimental con alguien así de estúpido. Tal vez solo se la quisiera coger; Lindsay tenía una cara preciosa y un cuerpo bien desarrollado... pero de allí a que Perry la considerara como una posible pareja...

¡No!

Ella no era su tipo de mujer, ¡no podía serlo!

*

     Perry disfrutaba al leer, desde poemas de Nietzsche hasta novelas de Stephen King, sentía por la literatura una gran pasión. Desde pequeño, tomaba libros de la biblioteca comunitaria que luego leía por las noches bajo la tenue luz de una linterna; porque como Margot, su madre, nunca recordaba pagar los servicios, la casa siempre permanecía en penumbras. A veces, le era difícil concentrarse con el ruido que ella (junto a sus visitantes) hacía. Al principio, los gritos soeces y los rudos golpes contra muebles y paredes, le habían producido aprensión. Una vez incluso había llamado a la policía temiendo que el hombre de turno la estuviese lastimando. Margot le reprendió por ello; le dio un puñetazo que le inflamó la cara y le agrietó los labios. Tras el incidente, Perry jamás volvió a entrometerse. Aprendió a evadirse a través de la música. Una vecina, la señora Farris, le había regalado un viejo Walkman así como una caja llena de cintas. Gracias a ella, descubrió a The Rolling Stones, The Beatles, también a aquel hombre de voz gruesa, quien tocaba la armónica y afirmaba que: ¨Habría que ser honesto, para vivir fuera de la ley. ¨; Bob Dylan. Lo que le embargaba al oír las voces de aquellos sujetos era lo más cercano que había estado de sentir algo. La música le hacía libre y él siguió recurriendo a ella en busca de consuelo.

Tras la muerte de su madre, al ser adoptado por Raymond, tuvo la posibilidad de adquirir un teléfono Android, también una guitarra acústica. Aunque decepcionado descubrió que no tenía talento musical. Era un seguidor, no un creador. Eso le generó frustración y en un arrebato, destruyó a golpes el instrumento. Años después, advirtió aquella motocicleta; y la atracción fue inmediata.

Debió ser paciente para obtenerla; manipuló al viejo Raymond hasta que este se la obsequió.

—La compraré, pero no la usarás hasta cumplir los 18 —fue su condición; y cuando finalmente pudo montar a aquella bestia de dos ruedas, se sintió cual si fuese el amo del universo. La brisa azotó sus cabellos mientras la maquina vibraba bajo su cuerpo desplazándose rápida e indomable sobre el asfalto.

Otra de sus aficiones eran los tatuajes. Tenía varios. Un ave fénix trazada en colores vibrantes que le abarcaba toda la espalda (le gustaba la mitología griega y consideraba poético eso de consumirse en fuego para luego resurgir de sus propias cenizas), una frase de su canción favorita tallada verticalmente sobre uno de sus brazos, y 2 delgadas líneas negras horizontales trazadas sobre su esternón derecho; las cuales representaban a sus víctimas. Ambas importantes para él, porque le habían concedido los más sublimes momentos.

Le hormigueaban las manos al recordar el excitante forcejeó entre los cuerpos, también esa mirada definitiva en ellos, de absoluta resignación, antes de que se les detuviese el corazón.

No tomaba el homicidio a la ligera, era meticuloso al llevar a cabo sus crímenes y era un fantástico mentiroso. Hasta ese entonces había salido airoso y por eso, se pavoneaba arrogante, creyéndose invencible; pero aquel día, al mirar a Nova Campbell desde la distancia, tuvo un presentimiento, casi como si fuese una advertencia enviada a él desde el infierno de dónde provenía.

¨Aquella mujer sería su perdición. ¨

Oscura RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora