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  Perry aparcó la motocicleta a las afueras de la mansión, y entró a esta por la puerta trasera. Escuchó voces provenientes de la sala, también música. Se asomó discretamente, y vio a Nova, quien llevaba puesto un pijama estampado de Hello Kitty.​ Desde las sombras le observó danzar al ritmo de una canción pop en compañía de las otras jovencitas.

—¡Perry!

Tras ser descubierto merodeando, sonrió y con insolencia se dirigió a la audiencia.

—Hola, chicas.

—Hola —estas le saludaron a la vez.

Lindsay, Emma y Katy; sabía sus nombres por mera costumbre porque en ninguna existía símbolo distintivo, todas llevaban el mismo peinado y maquillaje, vestían conjuntos a juego, e incluso sus gestos y voces eran semejantes. Parecían haber sido creadas en un laboratorio; eran tres clones de cuerpos bonitos, pero carentes de materia gris.

—Ven. Quédate con nosotras un rato.

Perry miró a Nova, y fue el furor que notó en sus ojos lo que le llevó a aceptar la proposición de la pelirroja.

—De acuerdo.

Metió una mano dentro de la bolsa de Doritos y mientras les mordisqueaba se echó sobre el sofá.

Lindsay se ubicó a su lado; se le encaramó encima, y las otras chicas no quisieron seguir bailando, así que propusieron ver una película. Lo sometieron a votación, pero todas las opciones eran pésimas; Perry no participó en la elección.

Al final, ganó una de los años 90's.

—Te pareces muchísimo al protagonista —comentó Lindsay, actuando melosa.

—Este soquete, ¿parecerse a Leonardo DiCaprio? —Nova se carcajeó cínicamente; aunque en el fondo reconocía que sí existía cierto parecido entre el adolescente y aquel famoso actor de cine—. Has de estar ciega.

Perry hizo una mueca de desagrado, y ella se dio por satisfecha; disfrutaba al bajarle los humos.

Se disponían a apagar las luces y reproducir la cinta cuando Emma les hizo una mejor oferta.

—Tengo una idea... Vayamos a la piscina y fumemos hierba —dijo exhibiendo una bolsa de plástico llena de María.

—¡Guarda eso! —chilló Nova—. Te dije que no lo trajeras.

—No seas aburrida... Tu madre hace rato que se fue a dormir con su novio. Nadie se va a enterar; además solo fumaremos un poquito. ¿Verdad, Emm? —persuadió Katy.

—Sí, Nova; solo fumaremos un poquito.

El inusual grupo se trasladó a la parte trasera de la casa. Donde se hallaba un jardín floral y en el medio de este, una piscina.

Nova tomó el pitillo de cannabis entre sus dedos, inhaló muy segura porque no era su primera vez. Posteriormente, se lo ofreció a Perry, quien dudó; y al notar su recelo, ella se burló de él.

—¿Tienes miedo, Valentine?

—Claro que no.

—Abre tu boca entonces. —Inhaló del pitillo. Luego, lo besó; depositando todo aquel denso humo dentro de su cavidad.

Perry tosió.

—Estás loca.

—No más loca de lo que tú estás.

Se tomaron de manos, y se acariciaron los dedos hasta escuchar los pasos de las chicas, quienes habían regresado de su pequeña excursión por la cocina, y traían helado y más trozos de pizza. Comieron y charlaron, hasta que los efectos de la hierba se manifestaron. Las porristas pretendieron desvestirse, decían querer sumergirse desnudas en la piscina, pero Nova les convenció de volver a adentro. Con la ayuda de Perry, les llevó a su cuarto y allí, las jovencitas se echaron a lo largo y ancho de la cama; por lo que no quedó espacio disponible para ella.

— ¡Demonios! Tendré que dormir en el sillón de la sala —se quejó; el resto de habitaciones de la casa estaban ocupadas por las máquinas para ejercitarse de Raymond, así como por las pertenecías de su esposa e hijo muertos, que él todavía no se había decidido a echar a la basura.

—Puedes dormir conmigo —le ofreció Perry.

Trancaron la puerta, y salieron al pasillo.

—¿Cuánta hierba te fumaste?

—Hablo en serio. Duerme conmigo —le pidió con voz suave—. Prometo no morderte.

—¿Ni intentar asfixiarme? —refutó Nova con su retorcido humor.

—Eres insufrible —contestó Perry, y ella le sonrió.

—No te entiendo. Eres un cretino la mayoría del tiempo, pero algunas veces...

— ¿Algunas veces?

—Olvídalo —rehuyó.

—Dímelo... Quiero saberlo —insistió él, tomándole de las manos.

—Algunas veces eres dulce...y me gustas mucho cuando eres dulce.

—¿Y cuándo actúo como un cretino?

—¡Entonces te odio!

La aferró del pelo y le besó en los labios; procuro ser suave, pero pronto se halló siendo impetuoso. Con la lengua penetró su boca, y le exploró con furia hasta terminar jadeando junto a ella; ambos vibrando por el abatimiento.

Oscura RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora