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    Era medianoche, cuando Perry irrumpió en su habitación.

—¡Feliz cumpleaños! —exclamó, y Nova torció los ojos.

—Gracias, pero ¡joder! ¿No podías esperar a que amaneciera para decírmelo?

Él sonrió. Le resultaba graciosa cuando se encabronaba, y a la vez, le era la cosa más adorable del mundo.

—Tengo algo que mostrarte. —Se despojó de la camisa y ella se le quedó mirando maravillada. No era un tipo corpulento, pero era alto, delgado, y gran parte de su piel estaba cubierta de tinta. Detalló las marcas en sus brazos y abdomen hasta notar el parche sobre su costilla. Se trataba de un tatuaje nuevo.

Perry se deshizo del vendaje y le mostró su nueva adquisición. Al descubrir de que se trataba, Nova jadeó sorprendida.

—Ese es mi...¡Te tatuaste mi ojo!

—Y sobre una costilla. Por lo que dice la biblia, que Eva fue creada por Dios a partir de una de las costillas de Adán... Pensé que te resultaría tierno. ¿Me excedí? —dijo inseguro, porque había actuado por mero impulso y no estaba habituado a todo eso de las relaciones. A decir verdad, ella era su primera novia—. Por favor, di algo. Me ponen nervioso tus largos silencios.

—No voy a mentirte, muchos otros hombres han hecho grandes gestos por mí, pero... esto es lo más excéntrico, loco y jodidamente romántico que me ha pasado en la vida. ¡Me encanta!, y me gustaría regresarte el favor, pero las agujas de tatuar me dan pavor.

—No tienes que tatuarte de vuelta, no espero eso. —Le tomó de las manos y le rozó los dedos con suavidad—. Bueno, cumpleañera. Me iré para que vuelvas a dormir.

—¡Aguarda un momento! —le retuvo—, ven a la cama conmigo.

Perry se tumbó a su lado. El trauma aún perduraba, pero decidió combatirlo. Estaba cansada de tener miedo, y de llorar... No quería ser más una víctima.

—Tócame —pidió, tomando una de sus manos y guiándole hasta su sexo—, hazme sentir bien.

Él estimuló sus pliegues vaginales con los dedos. Fue suave; pretendió excitarla y dio resultado. Le observó removerse bajo su cuerpo, y advirtió su deleite. Sus preciosos ojos resplandecieron durante el orgasmo, y una sonrisa pícara, se formó sobre sus labios.

Perry se reclinó sobre ella; estaba erecto y le dolía, por lo que sin poder controlarse se frotó contra su hendidura, buscando su propia culminación, pero Nova no estaba lista para volver a tener sexo.

—¡No! Detente...Por favor.

Él se apartó y le concedió algunos minutos.

—No es justo, ¡yo quiero follar contigo! Créeme, lo ansió con locura, pero cada vez que te tengo sobre mí, los recuerdos de esa noche reaparecen...

—Está bien, no te angusties por eso. Solo necesitas un poco más de tiempo para sanar. —Él comprendía su sentir, porque en su momento también había tenido que lidiar con las secuelas del abuso sexual—. Duerme...—Le acunó el rostro con las manos y le besó la frente suavemente—. Te veré por la mañana.

Nova se encogió sobre las mantas. Morfeo vino a por ella, aunque solo para causarle pesadillas; al amanecer, tenía ojeras y dolor muscular.

Vivian fue la primera persona en felicitarle; le besó y le dio un obsequió. Se trataba de un collar; la cadena era de plata y de esta guindaba un deslumbrante cristal rojo. Era clásico y elegante, a Nova le gustó mucho.

Aunque el mejor obsequio vino de manos de Raymond.

—¡Un vehículo! —gritó histérica, dando saltos. Abrazó al novio de su madre. Posteriormente, se subió a la máquina.

—Creí, y Vivian estuvo de acuerdo conmigo, que era hora de que tuvieras uno propio. Lo mandé a pintar de ese color (azul claro) porque sé que es tu favorito.

—¡Es precioso! Me fascina. Gracias, Raymond.

Desayunaron todos juntos en los jardines de la mansión. Vivian se había encargado de ordenar sus aperitivos favoritos; por la tarde, hicieron una barbacoa frente a la piscina, y comieron pastel.

—¿Sabes que he estado pensando? Si tú no hubieras aparecido a rescatarme, ¡hubiera muerto! Te debo tanto, Perry... Te debo mi vida.

—Por favor, no lo veas de ese modo. No quiero que estés conmigo por agradecimiento.

—No estoy contigo por eso —aclaró Nova—. Estoy contigo porque...

—¿Por qué?

Ella chapoteó hasta estar frente a él. Le apoyó contra el borde de la piscina, y entonces se lo dijo.

—Te amo.

El homicida le sonrió; sus dientes prolijos se mostraron y sus ojos se arrugaron levemente en sus comisuras.

Ella nunca le había visto más guapo.

—¿Me amas tú?

—No sé si soy capaz de sentir eso... pero realmente me preocupo por ti y no hay nada que yo no haría con tal de mantenerte a salvo.

Buscó sus labios y los absorbió con dulzura; le estrechó contra su pecho y le aferró por las nalgas. Se hallaban adheridos, únicamente los bañadores les separaban.

—Quiero hacerlo —dijo Nova—, quiero que follemos.

—¿Aquí?

—¡Sí!

Los adultos se habían retirado a su cuarto, y la oscuridad les amparaba. Las estrellas se mostraban ahora sobre el cielo, brillantes y estáticas

—Pero sé suave conmigo.

Se despojaron de las prendas y fundieron sus cuerpos mientras permanecían sumergidos bajo el agua.

Nova tiritó al recibirle, su tormento amenazaba con estropearlo todo, pero ella luchó contra el trauma. Mantuvo sus ojos fijos en los suyos y se frotó contra el varón. Hacerlo se sintió bien, se sintió correcto; se dejó llevar. Lo disfrutó y notó que él también lo gozaba.

Perry Valentine era un gran amante, su mejor amante.

El único al que ella verdaderamente había amado.

Oscura RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora