Oscura Redención

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   Los constantes cambios de humor de Perry le generaban confusión. Era grosero y violento un minuto, y al otro, le acariciaba de la más dulce manera; su carácter le resultaba impredecible, indescifrable y lograba debilitarla de formas en que nada antes había logrado hacerlo. Al estar con él no pensaba con la cabeza, siquiera con la vagina, porque aquella cosa que sentía, era algo mucho más complicado...Sabía que Perry no era un buen sujeto; admitir que le gustaba y concederle ese poder sobre ella, conllevaría a un único resultado: su destrucción.

—Hola, nena. —Nova se arrojó sobre el deportista, y le comió la boca a besos. Lo usó en un intento desesperado por olvidar a Perry; pero fue infructífero, Alex era una tenue llama y su cuerpo precisaba de una combustión—. Veo que me extrañaste.

—Sí, te extrañé muchísimo.

Le rodó el cuello con los brazos y este le tomó por la cintura.

—El baile de primavera se acerca —dijo entusiasmado.

—Faltan pocas semanas, debemos elegir nuestros disfraces.

—¡Fácil! Tú serás la Mujer Maravilla y yo, Batman.

—Alex, no voy a disfrazarme de un personaje de Los Vengadores.

Él se tensó, lucia ofendido.

—¿Qué acabas de...¡Batman no es un Vengador!, pertenece a la Liga de la Justicia —le corrigió como si aquel fuese un asunto de Estado.

—Es lo mismo.

—¡No lo es! —afirmó y Nova se echó a reír.

¨Él era tan infantil¨.

—No te burles de mí.

Le alzó entre sus brazos y así, dio vueltas.

—¡Basta! Para ya... —Fue salvada por la campana que marcaba el inicio del primer periodo. Entonces, pudo deshacerse del muy empalagoso; depositó un beso casto sobre sus labios y con un ‟Te veo luego", se alejó de él.

*

    Perry ingresó al aula, y al instante se fijó en Nova, quien estaba sentada en uno de los primeros puestos, junto a la hipócrita de Lindsay. Ambas hablaban animadas y se sonreían cual si fuesen las mejores amigas. Nova se tensó al notar su presencia y por algunos instantes, ellos se perdieron en los ojos del otro; cual llamas que pretendiesen tomar control la una sobre la otra. Pero aquella batalla estaba completamente perdida, eso ambos lo sabían. No era un empate, tampoco una rendición, sino la absoluta derrota.

—Hola, Ry —le saludó la pelirroja.

Perry notó el desagrado en Nova, el cómo en su frente se formaron pequeñas arrugas y los dedos de sus manos se apretaron en puños sobre la mesa. Por eso, dedicó toda su atención a la porrista descerebrada.

—Hola... —Le miró el bien formado escote—. Hoy luces bien.

Lindsay se inclinó, dándole una mejor vista de sus prominentes montículos.

—Gracias...Eres un verdadero encanto.

Posteriormente, él se marchó. Siguió su camino hasta el final del pasillo, y se sentó desparramado sobre un pupitre.

—OH, DIOS MIO —bramó Lindsay con entusiasmo—. ¿Viste eso? ¡Perry me miró las tetas!

—Sí, lo noté —respondió Nova con acritud.

Si las miradas mataran, en ese momento, la pelirroja hubiera estado a metros bajo tierra.

—Ustedes viven en la misma casa, ¿te ha preguntado por mí?

—Trato de mantenerme lejos de él porque...Es un necio que se cree superior al resto.

—¡Es un hombre seguro de sí! —impugnó Lindsay—. A mí no me parece que eso sea algo malo... —La chica emitió un profundo suspiro—. Y quiero perder mi virginidad con él.

—Tú...Aún...¿Eres una...

—Sí. ¿Acaso te creías la única?

—Bueno, es que ¡mírate! ¿Quién no querría estar contigo?

—No quiero hacerlo por calentura. Quiero estar enamorada, por eso es que he esperado tanto...Y Perry...creo que es el indicado. ¡Tienes que ayudarme a conquistarlo! Por favor. —Le aferró por las manos—. Invítame a tu casa. Hagamos una pijamada... ¡Sí!, eso sería perfecto.

Nova estaba entre la espada y la pared.

No deseaba ayudar a aquella bruja, pero si se negaba, correría el riesgo de quedar al descubierto.

—De acuerdo. Pero antes deberé pedir permiso al novio de mi madre, la casa es de él y no quiero tener problemas —respondió.

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    Aarón Ramírez, entró al aula.

A pesar de su juventud, el hombre transmitía autoridad y apenas oír su voz, los estudiantes se enderezaron en sus asientos y prestaron atención a lo que este decía. De acuerdo al programa de la clase, les correspondía examinar el libro ‟Cumbres Borrascosas" de Emily Brontë.

—La clase pasada les pedí que lo leyeran. Asumiré que todos lo han hecho e iniciaré la ronda de preguntas...Señor Morris —se dirigió al chico de cabellos rizados sentado al fondo.

—Sí, profesor.

—¿Considera usted que Heathcliff es un villano?

—¡Por supuesto! —el aludido contestó, mostrándose muy seguro—. Es un maniático obsesionado con la tal Katy.

—Cathy —corrigió el profesor.

—Seeh, esa chica. Estaba tan loco que una vez muerta, desenterró su cadáver y tocó su carne pútrida. ¡Puaf!

—¡Bien! Noto que al menos lo leyó, y eso me complace. A ver, quiero escuchar otra opinión...¿Qué hay de usted, señorita Campbell?, ¿piensa igual que el Sr. Morris?

—Para nada —dijo Nova—. Creo que el término ‟villano" no es tan simple como lo hacen ver en las películas de Disney —se mofó y la clase rio—. En la vida real, la maldad es subjetiva.

—Explíquese por favor.

—Creo que, si bien el comportamiento de Heathcliff es reprochable, esta de cierta forma justificado... El tipo fue abusado desde niño y eso le hizo desarrollar esta insaciable sed de venganza que solo empeoró cuando no pudo casarse con Cathy... Heathcliff y Cathy, se reconocen como iguales, ambos son seres impulsivos y violentos...su relación es muy apasionada.

—¡Magnifico, señorita Campbell! Simplemente MAGNIFICO —expresó Aarón con exaltación—. ¿Lo ven ahora? Ese es el núcleo de la novela gótica... La crudeza del texto, pero también la ambigüedad de sus personajes; así como lo desbocadas que son las emociones. Donde el amor se confunde muchas veces con la obsesión.

—¿Y no es acaso lo mismo?, amor y obsesión —intervino Lindsay—. Creo que alguien que es capaz de hacer todo lo que Heathcliff hizo por Cathy, definitivamente ha de estar enamorado... Es muy romántico eso de ‟No puedo vivir sin mi vida, no puedo vivir sin mi alma."

¨ No es lo mismo... ¡No puede serlo! ¨; consideró Perry.

Le resultaba absurdo que un ser como él, ¡un asesino!, fuese capaz de sentir esa clase de afecto por alguien o siquiera recibirlo. Si Margot, quien lo tuvo dentro de su vientre por nueve meses, jamás lo amo. ¿Por qué habría de hacerlo alguien más?