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   Perry llegó al estadio de baloncesto cinco minutos más tarde; salió del vehículo y recorrió los alrededores, pero no halló a Nova. Repicó a su teléfono móvil y este le llevó directamente al buzón de voz. Odiaba que le hicieran esperar, y, por sobre todo que ella lo tratase como otro soquete más al que podía manipular a su antojo; se planteó la posibilidad de largarse de allí, pero no lo hizo. Prendió un cigarrillo y lo fumó recostado sobre la carrocería de un vehículo, perteneciente a algún desconocido.

Al acabar el partido, el estudiantado se mostró decepcionado. "Los Pumas" (el equipo local) habían perdido el campeonato al no contar con la participación de Alex James, su gran (y única) estrella. Todos comentaban sobre el vergonzoso espectáculo que el jugador llevó a cabo, incluso le mostraron varios vídeos donde se podía ver al atleta cagarse en sus pantaloncillos deportivos justo antes de encestar.

Nova no aparecía, por lo que Perry comenzó a preocuparse.

Preguntó por ella a Katie.

—No la he visto desde el medio tiempo... Dejó las gradas y se fue tras Alex, tal vez se marchó a casa con él —le dijo.

Perry se alejó de la joven, subió a su motocicleta y condujo hasta la vivienda de Alex.

—¿Qué carajo quieres? —espetó al abrir la puerta.

—He venido por Nova...

—Ella no está aquí, no la he visto desde que nos despedimos en el estadio.

Descartadas todas las posibilidades racionales, el homicida comenzó a plantearse lo peor. Regresó a la mansión y allí, se dirigió a Vivian.

—¡Cómo que no la encontraste! —expresó histéricamente—, hay que llamar a la policía.

—Debemos esperar que transcurran 24 horas para reportar la desaparición. —Raymond la abrazó—. Tranquilízate, cariño. Puede que este divirtiéndose con sus amigos. ¿Acaso no lo hiciste tú de adolescente?, escaparte toda una noche de casa... Por la mañana aparecerá.

Nova no se presentó a desayunar.

Perry sabía que algo ocurría, algo malo; y había un sujeto al que tenía en mente.

En el instituto, confirmó sus sospechas; el profesor Ramírez no se presentó aquel día a trabajar, y la clase de Literatura la prestó un maestro sustituto.

A hurtadillas, el homicida entró a la oficina del director del plantel, y allí dio con el expediente del docente. El Sr. Anderson no era un tipo cuidadoso, durante el almuerzo dejaba la puerta de su cubículo abierta; además la señorita Lane, su secretaria, era una mujer negligente que no despegaba los ojos de su teléfono móvil. No le fue difícil ponerse a hurgar entre las carpetas hasta dar con la de Aarón Ramírez. La información sobre este era vaga, no tenía referencias personales y sus certificaciones académicas eran de dudosa calidad. Se preguntó, ¿cómo habían contratado a aquel sujeto?; concluyó que la estupidez en aquella institución no se limitaba al estudiantado, era como una plaga que se extendía por todo el maldito pueblo de Redemption Valley.

¨ Te tengo, bastardo. ¡Te tengo! ¨ —exclamó al dar con la dirección.

El domicilio de Aarón quedaba en la zona rural, a pocos kilómetros de la vivienda de los Valentine.

Siquiera esperó a que terminase el tercer periodo, tomó el casco de su motocicleta y se largó de allí. Sin embargo, a mitad de camino, hizo una parada en la mansión, donde tomó prestadas dos cosas; uno de los vehículos de Raymond, el sedán que este guardaba en la cochera; también un machete, que el jardinero una vez a la semana usaba para cortar la maleza del jardín.

Oscura RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora