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 —¿Me estás jodiendo? Por favor, di que se trata de una broma —dijo Alex, al enterarse de la noticia.

—Hablo en serio. Mi madre está saliendo con Raymond Valentine y vamos a mudarnos a su casa.

—¡Esa casa está embrujada!...Nena, no puedes hacer eso.

—Esas historias son tonterías, Alex... He estado allí y nada paranormal jamás me ha ocurrido.

—¿Y qué hay de Perry? Tendrás que vivir bajo el mismo techo que ese maniático.

—Perry es inofensivo.

—¿No has prestado atención a lo que te he contado? Ese tipo es peligroso y tiene una fijación por ti.

Nova se tensó.

—¿De qué hablas?

—Le he cachado mirándote; es que te observa todo el maldito tiempo.

—No es cierto.

—Sí, lo es. Incluso...Sean me contó que en clase de arte hizo un dibujo de una mujer y que esta se parecía mucho a ti.

Nova sonrió, le complacía saber que aquel loco estaba obsesionado con ella.

—¿Por qué sonríes de ese modo? Acaso...¡Te gusta ese sujeto!

—Claro que no...pero sí me divierte, el notarte celoso.

Se inclinó sobre él y cual gatita, le lamió la barbilla. Alex se relajó bajo su cuerpo y Nova pronto se encargó de disipar sus dudas. Le desabrochó el pantalón, le tomó el miembro con una mano y se lo masajeó suavemente.

—Oooooh...Te amo, nena. ¡Te amo! —gritó el deportista durante su embeleso. Era la lujuria quien hablaba, pero de igual modo, a Nova le causó horror escuchar aquello; por eso, se apartó de él.

—No vuelvas a decir que me amas —respondió enfurecida.

—¿Por qué no?

—Porque esa estúpida palabra y todo lo que implica, ¡es basura!

Fue la primera vez que perdió el control frente a él.

—Si lo dices por el divorcio de tus padres...

—No metas a mis padres en esto, y no pretendas comprenderme porque eres incapaz de hacerlo. Tú no tienes idea de todo por lo que he pasado.

—Podría hacerlo, si te abrieras conmigo.

Pretendió abrazarla, pero ella no se lo permitió.

—Llévame a casa —ordenó.

Salieron de aquel mirador, y en el vehículo se trasladaron hasta la zona residencial. La mudanza no se había llevado a cabo aún, y Nova agradeció por ello. No estaba de humor para tolerar las insolencias de Perry, ni las de nadie. Estaba enojada; no con Alex, sino consigo misma.

Bajo del vehículo y con paso firme entró a la vivienda. Se deshizo de Vivian rápidamente; luego, se encerró en su cuarto. Se despojó de los zapatos y se tumbó sobre la cama. Colocó los audífonos en sus oídos, y escuchó la música al nivel más alto. Marilyn Manson hablaba sobre una chica que tomaba píldoras para atontarse y ser como el resto.

¨Pero ni todas las píldoras de este mundo, podrían salvarle de sí misma. ¨

Nova lloró, permitiendo que la emoción le consumiese.

Si tan solo Alex supiera lo dañada que estaba. No se debía al sexo compulsivo o a su trastorno alimenticio, sino a la agobiante soledad y a esa idea constante de no ser lo suficientemente valiosa.

Oscura RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora