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  Al entrar a su cuarto, Nova hizo ruido, con el propósito de despertar a las jóvenes que aún yacían tendidas sobre la cama.

—¡Vístanse!, se hace tarde para irnos al instituto —les urgió. La marihuana no producía efectos tan desagradables como alcohol, pero las chicas acusaban de fatiga y soñolencia—. ¡Joder! Párense ya. —Haló la sábana, y al ser expuestas al frío, las jóvenes chillaron y se espabilaron—. Me asearé en el baño del pasillo, ustedes pueden usar el mío.

Tomó ropa limpia de uno de los estantes; también una toalla, antes de dirigirse al baño de visitantes, donde se duchó y acicaló.

Luego, fue emboscada por su madre, quien ya había despertado.

—¿Y tus amigas?

—Están alistándose. Anoche nos quedamos despiertas hasta tarde y estamos algo cansadas.

—Sí, escuché el ajetreó en la piscina.... También advertí el olorcillo a hierba.

Nova se tensó.

—Ma, te aseguro que es la primera vez que...

—Espero que así sea, Nova. Las drogas no hacen más que estropear la mente.... Y tú eres mejor que eso.

¨ No, no lo soy¨; sintió pena por Vivian, quien veía en ella un dechado de virtudes inexistentes.

—Prométeme que no volverás a drogarte; y en cuanto a esas chicas, será mejor que te alejes de ellas.

—No volveré a fumar hierba, te lo prometo... Pero no me pidas que deje de tratarlas. ¡Son muy populares!, tengo suerte de que me hayan aceptado dentro de su grupo. Por favor... —Lágrimas falsas escaparon de sus ojos y el truco le funcionó.

—Oh, cariño...—dijo Vivian, rodeándole con sus brazos.

Madre e hija, se mantuvieron adheridas por varios minutos hasta que oyeron ruido.

—Buenos días, señora Campbell—les saludó Katy.

Vivian respondió al saludo de la joven con cortesía; luego, se despidió.

—Matilde les preparó el desayuno. ¿Necesitas efectivo para el almuerzo? —dijo a su hija.

—No, tranquila. Aún me queda dinero, del que me diste ayer.

—Bien. Te veo a la tarde, cuídate mucho... Te amo.

—Te amo.

La mujer se alejó de las jovencitas.

—¿Todo bien? Escuche los gritos desde el cuarto —le preguntó Katy, cuando quedaron a solas.

—Mi madre se percató de lo que hicimos anoche; y se enojó conmigo.

—Lo siento, Nova... Créeme, no quise causarte problemas.

—Lo sé. No te preocupes por eso.

Katy le agradaba, a pesar de su superficialidad parecía ser una persona honesta.

Posteriormente, Lindsay y Emma aparecieron; todas juntas bajaron a la primera planta, donde se encontraba la cocina. Allí, vieron a Perry.

—Hola, Ry —confianzuda la pelirroja le dio par de besos en las mejillas.

—Hola, Linds —contestó él.

Nova les observaba; su mirada era siniestra al igual que lo eran sus deseos. Ansiaba coger a Lindsay por los pelos y darle unas cuantas zarandeadas, pero se contuvo. Se sirvió un café con leche y mordisqueó una panqueca; se sentía hinchada tras toda la comida chatarra que había tragado la noche previa. Aunque minutos antes, en el escusado, había vomitado, apeteció introducir el cepillo en su garganta de nuevo, para así expulsar de su sistema cada trozo de comida. Ansiosamente, se apretó las manos. Lo hizo con tal fuerza que se perforó la piel, y se sacó sangre. Lo disimuló limpiándose con una servilleta; la herida le escocía, pero fue algo bueno, porque tal padecimiento le distrajo de sus otras preocupaciones.

Tras saciarse, los adolescentes vertieron los platos en el fregadero y se dirigieron al exterior de la propiedad.

— ¿Subirás a mi motocicleta? —le preguntó Perry.

—Prefiero irme en el auto, con las chicas —Nova rechazó su ofrecimiento.

—¡Yo sí quiero! —gritó Lindsay—. Si no te molesta, claro. El vehículo va muy lleno; además siempre he deseado subir a una motocicleta. Está dentro de mi Bucket List (Lista de deseos).

—Vale.

Le agradaba el hacer rabiar a Nova y despertar los celos en ella; quería que tuviera un poco de su propia medicina, porque bastante que él había sufrido al verla del brazo de Alex.

—Ven, Nova —le llamó Emma.

A regañadientes, ingresó al vehículo y desde allí vio a Lindsay subirse a la moto de Perry, y encaramar sus piernas y brazos alrededor de él.

¨ ¡Maldita zorra! ¨

*

   Perry condujo a toda velocidad. Se desplazó ansiosamente; deseaba llegar al instituto cuanto antes, para así deshacerse de la latosa de Lindsay. La joven se apretujó contra él y sin el menor reparo le manoseó el abdomen, también la sintió olisquear su cuello. Le resultó asqueroso; todo en lo que podía pensar era en la cantidad de gérmenes que ahora cargaba encima.

—Gracias, Ry. ¡Eso fue divertido! —le dijo al estacionarse—. Estaba pensando... —Se despojó del casco y con coquetería ondeó su roja melena—... ¿Quieres ser mi cita en el baile de primavera?

Perry se quedó en silencio varios segundos. Analizando los pros y contras de su decisión. Odiaba los bailes y cada maldita cosa relacionada con el instituto, pero, por otro lado, disfrutaba con el escándalo y pensó que sería entretenido, tan entretenido, el ver la reacción de todos aquellos idiotas al enterarse de que la chica más guapa y popular del lugar le había pedido a él (el chiflado) que fuese su cita.

—Me agradas y me gustaría ir contigo... como amigos —sonaba nerviosa. En aquel momento toda su confianza parecía haber desaparecido.

—Ok —respondió él, sin mostrar el mayor interés.

*

   Al concluir la clase de Literatura, Nova se acercó a su profesor.

—Le debo una disculpa por lo que pasó ayer. No debí haberle besado, pero usted me gusta tanto que...No pude controlarme —se excusó, desplegando sus dotes histriónicas.

—Nova...No puedes verme de esa manera. Lo que pasó no puede repetirse —contestó Aarón. Lucía cansado y tenía bolsas bajo los ojos, porque no había podido dormir en toda la noche.

—No volverá a ocurrir, se lo aseguro.

Posteriormente, ella salió al pasillo. Lo recorrió despreocupada hasta el comedor; allí, se encontró con Alex. Almorzaron juntos, y dieron comienzo a su acostumbrada ronda de besos; hasta que la noticia llegó a sus oídos.

—Lindsay y el loco Valentine están saliendo —chismorreó Sean.

Nova se tensó de inmediato.

—No puede ser cierto —dijo con incredulidad.

—¡Lo es! Katy me lo acaba de decir. Lindsay le pidió ser su cita del baile, y él aceptó, irán juntos.

Apretó los puños por debajo de la mesa. Estaba furiosa, pero se esforzó por mostrar serenidad, ya que la mirada de Alex se hallaba fija sobre ella. Al sonar la campanada que daba fin al descanso, se despidió de su novio y se dirigió a uno de los baños. Esperó a que este se vaciara para gritar y en un ataque de histeria, pateó una de las puertas.

Los celos le consumían; y era algo completamente nuevo para ella. Nunca antes había experimentado tal sentimiento de posesión.

¨Tú eres mío, solo mío. ¨

No iba a permitir que esa zorra le pusiese las manos encima a su hombre.

Oscura RedenciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora