30 de noviembre

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Miré el espejo detenidamente mientras quitaba un mechón de cabello de mi frente, tomé con frustración el cepillo y lo pasé en un intento para darle más volumen. Al quedar satisfecha sonreí en aprobación al resultado. Acomodé mi vestido, di un último vistazo y caminé a la sala, mi teléfono estaba sonando.

-¿Hola?- dije al descolgar mientras me ponía los zapatos.

-Dime que ya estás lista.-respondieron al otro lado de la línea.

-¿Cómo no iba a estarlo? ¡Hoy presento mi proyecto!- chillé nerviosa.

-Cálmate Isabel.-rió- Todo saldrá bien.

-Anne, estoy que muero de los nervios.-moví las manos con desesperación, volvió a reír.

-Todo va salir bien.-insistió- Terminando iremos a Dukes por un latte de calabaza.-rodé los ojos divertida mientras me ponía un abrigo.

-Tenemos trabajo, no me parece la idea pero no me niego a ese latte.

-Eres la hija del dueño, ¿a caso crees que eso nos de problemas?

-Tienes razón.-admití mientras habría la puerta de mi departamento.-Pero aún así no es correcto.

-Por Dios Isabel, eres la mejor en tu área, graduada de la Universidad de Washington e hija del dueño de la editorial más grande de Seattle. Sabemos que puedes hacer eso y más.-reí.

-Agradezco que repasaras mi currículum, Anne.-entré al ascensor del edificio.-Pero eso no cambia el hecho de que sigue siendo extraño para mi.

-La modesta Isa.-suspiró.

-Sabemos que es mejor así, pero acepto tu propuesta, ¿me acompañarás a comprar las cosas de navidad?

-Hasta la pregunta ofende.

(...)

Bajé de mi auto y caminé hacia el ascensor del estacionamiento con las manos llenas de papeles, carpetas y una caja de donas. Hoy presentaría a corporativos un proyecto para conseguir más historias que nuestra editorial podría publicar. El ascensor paró en el noveno piso y me dirigí directamente a la sala de juntas. Había preparado todo; una presentación en power point, estadísticas, carteles y también manuscritos de un par de historias que había encontrado en internet y quería compartir.

-Buenos días.-dijo papá tocando la puerta con sus nudillos y asomando la cabeza por esta.

-Hola.-respondí sonriente.

-¿Cómo te sientes?-me abrazó.

-Nerviosa.-admití escondiéndome en su pecho.

-Todo saldrá bien.-besó mi frente.-Eres maravillosa en esto, te apasiona. No podría estar más orgulloso de ti.

-Lo dices porque eres el dueño de la empresa.-hice un leve puchero.

-Mejor que eso, lo digo porque soy tu padre.-rodé los ojos divertida.

Extendió su mano para tomar una de las donas pero le di un golpe para que la alejara.

-Deja ahí, son para la reunión.

-Pero si yo ya estoy aquí.-hizo un puchero.

-Tendrás que esperar.-dije con determinación alejando las donas.

-Si quieres que tu proyecto sea aprobado deberás darle una dona a tu padre.-amenazó con voz seria.

-Me arriesgaré a las consecuencias.-le sonreí burlona.

Bufó molesto mientras se dejaba caer en una silla.

-Eres malvada.-reprochó mientras se cruzaba de brazos.

31 Days of DecemberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora