Capítulo 8

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La mañana del domingo era fresca y agradable, el frío de la noche anterior ya se había disipado bastante y los rayos del sol eran tenues, era un clima muy agradable.

Shoto abrió uno de sus ojos al sentir una ligera picazón en su nariz, se sentía como si le hicieran cosquillas con una suave pluma, pero al observar mejor, se dio cuenta que no era una pluma, sino el suave cabello verde de su mejor amigo.

Ya con los dos ojos abiertos, la vista que lo recibió lo dejó sin aliento, un pacíficamente dormido Midoriya siendo bañado por los dulces rayos del sol estaba abrazado a él, con la cabeza recostada sobre su pecho y con un gesto tan tranquilo que demostraba lo cómodo que se sentía, joder, era tan perfecto.

Se atrevió a dar un beso sobre sus cabellos y volvió a cerrar los ojos, quería permitirse permanecer así por más tiempo, no tardó mas que un par de minutos en volver a quedarse dormido, el ambiente era tan cómodo.

Aproximadamente una hora después, la puerta de la habitación fue abierta por la dueña dela casa para avisar a los chicos que les había preparado un desayuno y que ella iría con los Katsuki por la invitación del día anterior, pero la imagen que tuvo Inko al abrir la puerta la dejó totalmente conmovida, ver a esos dos abrazados de esa forma, tan cómodos uno con el otro y con sus rostros tan pacíficos le sacó una pequeña lágrima, saber que su pequeño tenía ese tipo de felicidad en su vida la ponía tan contenta.

La peliverde no pudo reprimirse y con cuidado de no hacer ruido fue a su habitación para buscar su cámara, ese momento merecía ser capturado, ya encontraría el momento de darles esa foto, estaba segura de que en el futuro se lo agradecerían.

El ruido de la puerta cerrándose provocó que ambos muchachos se despertaran y lentamente espabilaran, ambos habían descansado muy bien.

—Buenos días, Midoriya —Oh dios, esa voz ronca y aún adormilada debía ser ilegal, se escuchaba tan, pero tan bien.

El peliverde se removió en su lugar para poder ver mejor al más alto y sonreírle.

—Buenos días, Todoroki-kun, ¿quieres tomar un baño?

Los colores se le subieron a Shoto, vaya ¿y decían que era él el que no sabía ser sutil?

Izuku se dio cuenta de cómo había sonado lo que dijo, y al ver la cara coloreada del albino y que el pobre no podía emitir ni una palabra, se ruborizó y se sentó de golpe para empezar a agitar sus manos en señal de negación.

—¡N-no me refería a lo que estás pensando!

Todoroki comenzó a reírse —Tranquilo, ya sé a qué te refieres, sólo que la forma en que hiciste la pregunta me tomó desprevenido.

—Ahhh, ¡fuera de aquí! sólo ve a bañarte —Izuku escondió su aún roja cara entre sus palmas intentando calmarse.

El más alto se incorporó y antes de dejar la habitación revolvió juguetonamente los cabellos del mayor.

—No tardaré.

Después de bañarse, alistarse —y calmar sus respectivos sonrojos— Todoroki siguió a Midoriya hasta la cocina, donde se encontraron con el desayuno que la dulce Inko había preparado para ellos, junto con una hoja de papel que contenía la receta para las galletas que les había prometido la noche anterior.

Izuku vestía un suéter gris holgado de mangas largas y unos pantaloncillos que le llegaban a las rodillas, mientras que Shoto tomó prestados una sudadera negra y unos shorts del mismo color.

—Mira Todoroki-kun, mamá nos dejó la receta —Izuku alzó la hoja de la mesa para mostrársela al contrario—. Vamos a desayunar y después las preparamos.

Conquistando a mi mejor amigo || TodoDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora