CAPÍTULO 7

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Creí que Catarina había exagerado, pero no, resultaba que estaba en lo cierto. Tuvimos que recorrer un largo camino. Llevábamos por lo menos quince minutos caminando y no fue hasta entonces que distinguimos una enorme fogata a lo lejos. Isabelle dio brinquitos emocionada y me arrastró rápidamente hacia aquel lugar. Catarina y Tessa nos siguieron pisándonos los talones. Una vez llegamos allí, Isabelle nos guio a unos troncos que habían puesto como asientos. A mi derecha estaba Isabelle y a mi izquierda Catarina y Tessa. Observamos a los chicos correteando de aquí para allá, consiguiendo ramas secas para alimentar la fogata y repartiendo pinchos para clavar la comida. Nos pasaron una bolsa llena de malvaviscos y tras tomar algunos pinchos, clavamos los malvaviscos en ellos.

-Esto es tan divertido –soltó Isabelle dando un fuerte soplido para apagar el fuego de su malvavisco, que ya había empezado a arder.

-Es algo nuevo –admití.

- ¿Nuevo? –Preguntó Tessa confundida.

-Bueno, no estoy acostumbrado a este tipo de actividades.

-Eres tan citadino –soltó Catarina burlona–. La selva de cemento debe ser súper aburrida.

- ¡Oye! –Le di un suave empujoncito a Catarina con mi rodilla–. Las calles de Nueva York también pueden ser muy salvajes.

- ¿Cómo? –Preguntó Isabelle seriamente interesada.

-Bueno, pues...

Comencé a relatarles mis aventuras junto con Seelie y Meliorn, cómo nos divertíamos en los parques, en el metro y centros comerciales, aunque, pensé con frustración, las historias no parecían interesantes cuando tenía que omitir las partes ilegales o las veces que había estado en prisión. Además, no es como si quisiera que ellas supieran eso, mucho menos Isabelle.

Las chicas hablaron entre sí y se hicieron muy amigas; me agradó verlas conversar tan amenamente. En un principio Catarina y Tessa habían mantenido un tono excesivamente formal y respetuoso hacia Isabelle, pero en lo que pasaba el tiempo, las chicas habían tomado más confianza, y al parecer Isabelle también se habían sentido más cómoda cuando las chicas la trataban como si fuera una joven normal.

- ¡Bueno, todos a callar! –Aulló Jonathan con fuerza sobre todo el bullicio. Estaba claro que deseaba que lo escucharan. Nos tardamos un segundo, pero por fin todos se callaron, pudimos escuchar los sonidos nocturnos del bosque–. ¿Por qué no jugamos verdad o reto? –Preguntó y hubo muchos aullidos de protesta, Isabelle incluida.

-Es un juego tan infantil y aburrido –señaló la pelinegra; Catarina mordió su labio.

-Bueno, no lo sé, parece algo realmente interesante.

-Tengo la suficiente experiencia para saber que estos juegos no traen a nada bueno –señalé antes de inclinarme a tomar un vaso plástico rojo donde había cerveza.

- ¿Es legal tener cerveza aquí? –Preguntó Tessa mirándome con el ceño fruncido; yo me encogí de hombros.

-No sé si es legal, pero estoy seguro que a Jem no le agradaría mucho esto –aseguré sonriendo divertido.

- ¿Qué? Bebemos, es normal, es decir, somos adolescentes –Isabelle tomó el vaso de mi mano y dio un pequeño sorbo–. Deseamos constantemente cerveza y sexo. Yo tengo suficiente de las dos.

-Y ahora yo tengo suficiente información –la detuve mientras la miraba horrorizado–. No quiero saber cómo te das lote con Stanley.

-Oh, créeme, nos damos mucho más que lote –Isabelle sonría burlona–. A veces incluso utilizamos la lengua, y no precisamente en...

You're my gravity (MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora