You're my gravity (MALEC)

CAPÍTULO 1

-Magnus no puedes seguir así -reprendió mi padre enterrando su rostro entre sus manos. Yo suspiré mientras me recostaba en el sofá y apoyaba mis pies en la mesita de centro.

-Lo siento -me disculpé con aburrimiento.

No es que no sintiera culpa, por supuesto que sí... quizás solo un poco. Mi padre alzó su rostro para mirarme y la culpa se acrecentó en mi pecho. Grandes bolsas estaban bajo sus ojos, su cabello estaba revuelto y el cansancio le impedía erguirse. Eran las tres de la madrugada cuando mi padre había tenido que recogerme en la estación de policía... de nuevo. Asimismo, el director de mi escuela había notificado mi expulsión sin remedio, al parecer pintarrajear "Brown es un idiota" en los casilleros junto a su oficina, era una excusa para expulsión inmediata. Por supuesto, sabía que iba a tener mis consecuencias, pero no me imaginé que llegara tan lejos. ¡Demonios! Meliorn y Seelie habían alcanzado a huir, pero cuando yo estaba saliendo por la puerta trasera, la policía ya tenía rodeada la escuela.

¡Maldita fuera la persona que había notificado la invasión a la escuela!

Aunque por supuesto, no es que nosotros hubiéramos sido los más silenciosos del mundo cuando nos colamos...

...y ahora me encontraba aquí, sentado en el sofá de mi casa con mi padre enfrente, mirándome con tristeza y cansancio; la decepción también brillaba en sus ojos.

-No es verdad Magnus, ¿crees que no lo noto? Te diviertes haciendo esto, ¿o no? Llamando la atención, metiéndote en problemas, cambiando de escuela constantemente porque nadie te soporta. ¡Ragnor no querría esto, maldita sea! -Mi padre golpeó la mesa con fuerza, pero yo estaba tan acostumbrado a sus estallidos de furia, que ni siquiera me sobresalté. Molesto, papá se pasó las manos por el pelo-. No puedes seguir así, no lo voy a permitir, ha pasado mucho tiempo, tienes que... tienes que superarlo Magnus -me miró con desesperación y noté que se tragaba las ganas de llorar-. Es hora de ponerle un alto.

- ¿A qué te refieres?

-Yo... -papá suspiró y se levantó con gran dificultad, lo pude notar. Caminó con esfuerzo, dirigiéndose hacia las escaleras-. Estás castigado.

- ¿A qué te refieres? -Pregunté nuevamente y frunciendo el ceño.

Papá negó, pero no dijo nada más. Yo suspiré y me encogí de hombros mientras que me levantaba. Siempre era lo mismo, decía que me castigaba, pero estaba tan ocupado en su trabajo que se le olvidaba, estaría enojado un par de días, conseguiríamos un nuevo instituto y volveríamos a la normalidad... bueno, a la nueva normalidad. No me preocupaba en realidad.

Cuando entré a mi habitación, cerré la puerta de golpe, me despojé de mis prendas quedándome sólo en ropa interior e hice una mueca cuando miré mi reflejo en el espejo. Una capa de sudor hacía brillar mi piel morena. Tenía el cabello revuelto y mis mechones de colores destacaban en medio de la oscuridad, el delineado bajo mis ojos estaba completamente corrido y destacaban muy bien mis ojos verde-dorado, dándome un aspecto bastante rudo, el sudor de la persecución había conseguido aquella imagen. Me sentí orgulloso, parecía una estrella de rock, por supuesto, los pendientes en mis orejas me daban aquel aspecto fantástico. Me gustaba muchísimo.

Con una enorme sonrisa me tiré a mi cama para descansar en paz, tenía que visitar a mis amigos el día siguiente, probablemente beberíamos cerveza barata y nos reíamos de las reacciones de nuestros padres, después de todo era lo único que hacíamos.