CAPÍTULO 8

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-Lo siento, pero a mi cerebro no le cabe más información, no puedo estudiar más. La tortura académica tiene que acabar –musité tirado en un sofá.

Isabelle lanzó una risita mientras se estiraba como si fuera un gato y lanzaba un fuerte bostezo, Alec suspiró mientras dejaba reposar sus piernas sobre las mías.

-Odio decir esto, pero estoy de acuerdo con Magnus, no puedo más –aseguró Alec.

Cerré mis ojos para descansar un rato. Tan pronto como habíamos salido de clases, nos habíamos dirigido a la biblioteca, también nos habíamos saltado la cena, para estos días aquello era permitido, aunque claro, Alec se había colado en la cafetería para tomar unos aperitivos, pues teníamos que recuperar algo de energía mientras estudiábamos. Aquella semana había sido una tortura, me aliviaba que ya fuera jueves, el día siguiente sería la última fecha de entregas y luego tendríamos una semana entera para descansar.

No lo podía creer, habían pasado ya dos meses desde que había llegado a Idris; el ritmo de estudio era catastrófico y ahora en la semana de parciales todo empeoraba. Creí que no podría sobrevivir a ello, por suerte Alec e Isabelle me habían ayudado a estudiar, entre los tres nos colaborábamos.

Yo había tenido que ayudar a Isabelle a analizar los primeros cinco capítulos de La divina comedia mientras que ella había trabajado fuertemente en mi trabajo de historia y Alec me había ayudado con filosofía mientras que yo había resuelto unos ejercicios matemáticos que lo tenían penando, pero llevábamos horas trabajando y ninguno podía escribir algo más.

- ¿Falta mucho? –Preguntó Isabelle y abrí mis ojos para verla; tenía grandes bolsas bajo los ojos, se veía terriblemente agotada.

-Me faltan por resolver dos ejercicios más de química –respondí.

-Yo aún no específico muy bien en mi ensayo cómo funciona la democracia –rezongó Isabelle.

-Y yo necesito explicar porque la natación es tan importante para el cuerpo del ser humano –se quejó Alec y tres nos miramos.

Yo terminé el ensayo de Isabelle, Alec resolvió mis ejercicios de química e Isabelle ayudó a su hermano a terminar su trabajo, una vez acabamos, Isabelle dio un grito con júbilo.

- ¿Esto es real? –Preguntó Alec–. ¿Por fin hemos acabado todos los trabajos de la semana?

Yo asentí mientras recostaba mi cabeza en sus piernas y Alec acarició suavemente mi cabello.

-Creo que deberíamos ir a descansar –musité agotado.

Si el ojiazul seguía con aquellas caricias, podría quedarme allí dormido en la biblioteca, y aunque me fascinaba la idea, seguro me metería en problemas.

-Nuevamente odio decirlo, pero estoy de acuerdo con Magnus.

Lo fulminé con la mirada y le di un manotazo para que dejara de acariciar mi cabello; no se lo merecía. El chico sonrió socarrón mientras me incorporaba. Tomé mis libros y mis trabajos antes de meterlos en mi mochila. Alec e Isabelle me imitaron. La chica besó sonoramente mi mejilla.

-Nos vemos mañana chicos –se despidió.

Isabelle le dio un fuerte abrazo a su hermano y se alejó a paso cansado de nosotros. Alec se giró para verme.

-Creo que eso es todo, nos vemos mañana –musitó el chico retirando un mechón de cabello de mi frente–. ¿Quieres que pase por tu habitación para dirigirnos juntos a clase? –Preguntó dándome una suave pero rápida caricia en la mejilla, con uno de sus dedos.

Sonreí de lado. Desde el primer día que me había sentado con Alec hasta ahora, había ido hasta mi habitación para esperarme y que nos fuéramos juntos a clase, aún me sorprendía que eso durara tanto. Al principio había creído que se estaba burlando de mí y que me esperaba simplemente porque creía que me perdería, pero ya conocía perfectamente los pasillos de aquel enorme lugar, no necesitaba de su compañía para llegar, y aun así la deseaba tanto, por lo cual asentí.

-Por supuesto –respondí. Alec me guiñó un ojo y se retiró, al igual que su hermana, con paso cansado; yo no tardé en hacer lo mismo.

Estaba dirigiéndome hacia la escalinata que guiaba a las habitaciones cuando miré a Tessa y Catarina sentadas en ella. Me acerqué a las chicas.

-Ey, ¿ya terminaron sus trabajos? Fue un largo día, ¿no? –Dije como si nada para entablar conversación.

No me sorprendió cuando las chicas pegaron un brinquito. Catarina mordió su labio y asintió.

-Sí, supongo que sí –me miró incomoda.

-Bueno, yo tengo que ir a dormir, Catarina, ¿me acompañas?

La morena asintió, me dieron una rápida mirada y un gesto de despedida antes de correr escaleras arriba. Suspiré agotado. No las entendía. Desde aquel día de la fogata se habían alejado de mí, cuando nos cruzábamos por los pasillos apenas si me miraban, si las buscaba en la sala de estar, se excusaban diciendo que tenían cosas que hacer y salían corriendo. Los últimos dos meses los había pasado con los Lightwood y sus respectivas parejas, no es como si me molestara, en realidad me fascinaba, todos eran una excelente compañía, incluso Jace, pero me dolía que las chicas se hubieran alejado sin más.

¿Había hecho algo para herirlas o hacerlas enojar? No lo sabía, quería hablar con ellas sobre eso, aclarar lo que estaba sucediendo, pero jamás me daban la oportunidad.

Agotado física y mentalmente, arrastré los pies por la escalinata y los pasillos. En una despensa que había, tomé una botella de agua antes de dirigirme a mi habitación, pero casi me da un infarto y me atraganté con un sorbo de agua que había tomado, pues cuando llegué allí, miré un rostro familiar, observándome a través de la ventana de mi habitación.

Una sonrisa malvada estaba instalada en sus labios.

You're my gravity (MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora