You're my gravity (MALEC)

CAPÍTULO 9

-Boo –soltó Isabelle sonriendo burlona; yo la fulminé con la mirada.

- ¡Izzy! –Gruñí molesto–. No ha sido gracioso, me has aterrado, ¿cómo es que estás aquí? –. Isabelle se encogió de hombros mientras se sentaba en el marco de la ventana–. No me digas que en esta escuela también te enseñan a volar.

-No volé, bobo –soltó la chica divertida–. Simplemente escalé.

- ¿Cómo?

- ¿Quieres que te enseñe? –Preguntó emocionada; yo tragué grueso.

Sí, en el pasado había hecho cosas estúpidas y peligrosas, pero jamás había llegado al borde de cometer algún acto suicida, lo sabía perfectamente, mi habitación quedaba en el piso onceavo, Isabelle me había dicho que había llegado escalando, seguirla sería un acto bastante suicida.

- ¿Estás loca? –Solté; Isabelle rodó los ojos.

-Oh Magnus, vamos quiero mostrarte algo –insistió.

- ¿Es peligroso? –Curioseé y la chica sonrió.

-Por supuesto, sino, no sería tan divertido.

Yo rodé los ojos y ahogué un grito aterrado cuando ella salió por la ventana, sin pensarlo dos veces, corrí detrás de ella. Saqué mi cabeza y sentí el frío aire otoñal golpearme el rostro, pero no me importó, alcé mi mirada y allí la vi. Isabelle estaba mirándome burlona.

¡Por supuesto!

El edificio tenía bellos picos decorativos e Isabelle los está utilizando como puntos de apoyo... y aun así la miré aterrado.

- Isabelle baja de ahí! ¡Te puedes hacer daño!

-Oh Magnus, por favor, he hecho esto por años –canturreó la chica, claramente divertida.

- ¿Es seguro? –Pregunté y de nuevo Isabelle negó.

-Ya te dije que no, pero no te sucederá nada malo, ¡vamos!

- ¿A dónde? –Sonsaqué; Isabelle suspiró.

- ¿Me vas a seguir o no? –Mordí mi labio, pero asentí.

Seguro era un error, ¿por qué la estaba siguiendo? No tenía ni idea, pero bueno, quizá era porque había pasado tanto tiempo desde que había hecho una estupidez, que mi cuerpo y mi mente me lo exigían.

Una vez logré salir por la ventana, me estiré para apoyar mi pie derecho en el pico más cercano, luego mis manos y el otro pie. Me apoyé en aquellos picos dorados, los agarraba con fuerza, tanta, que mis nudillos se ponían blancos. Isabelle escalaba con gran agilidad y yo parecía muy torpe a su lado. La chica me guio por la pared, fuimos muy lejos, hasta encontrar una ventana; entramos por ella, Isabelle con rapidez y yo con extremo cuidado.

Me sorprendí una vez estuve seguro en la habitación.

Tenía las paredes pintadas de un blanco inmaculado, todo el suelo estaba cubierto por una bella alfombra de peluche rosa, la cama King size parecía diminuta en aquella gigantesca habitación. A los pies de la cama había un enorme sofá blanco que hacía juego con los muebles, una mesita de noche y dos armarios gigantescos que ocupaban gran parte de la habitación. Había un precioso tocador gigante rodeado de luces de colores, junto a él, un escritorio fantástico, pero lo que más me sorprendió fue ver en la pared un gigante televisor, también había un enorme equipo de sonido.

-Pero... –musité con un hilito de voz–. Creí que no se aceptaban electrodomésticos.

Isabelle sonrió orgullosa mientras se quitaba sus tacones y se tiraba la cama.