CAPÍTULO 23

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-Vaya son tonto y re tonto –había dicho Kieran notablemente molesto cuando llegamos a la piscina. Él se había sentado a tomar limonada mientras que Alec y yo lavábamos el estanque vacío. Habíamos tenido que cepillar y restregar antes de rellenarlo nuevamente. Una vez la piscina había quedado como a Kieran le gustaba, nos miró con resentimiento–. Que no vuelva a suceder –fue lo único que nos dijo antes de marcharse enojado.

Yo sentía todo el cuerpo adolorido y después de pasar por el comedor para tomar nuestra comida, Alec y yo nos habíamos dirigido a nuestras habitaciones. Después de una rápida despedida, Alec entró a su habitación y yo a la mía. Ni siquiera me molesté en quitarme el uniforme, me tiré en la cama dejándome llevar por los brazos de Morfeo.









-Su alteza... su alteza –llamó una suave voz junto a mi oído–. Su alteza –esta vez la voz fue más fuerte, pero no tanto como para que los guardias frente a mi habitación escucharan.

Abrí lentamente mis ojos y allí, frente a mí, se encontraban unos ojos verdes brillando... y aquel familiar rostro estaba inclinado hacia mí. Ahogué un gritito y me levanté de golpe, estrellando mi frente contra la del chico. Solté un suave torrente maldiciones antes de mirar a Ragnor con el ceño fruncido.

- ¿Nunca te han dicho que jamás despiertes a una persona así?

- ¿Qué te quejas? –Ragnor me miró malhumorado–. Eres tú que el que me ha golpeado con esa cabeza dura que tienes.

-Bien, quizás no deberías inclinarte así sobre mí –regañé antes de caer en cuenta lo que estaba sucediendo–. ¿Ragnor?

Mi amigo rodó los ojos.

-No, soy el coco –respondió con sarcasmo.

-Oh diablos, creí que eras mi mejor amigo.

Ragnor lanzó una risita antes de tomar mi almohada para golpearme en el rostro con ella.

-Eres un idiota –soltó con cariño.

-Quizá, pero, en fin, ¿tú qué haces aquí?

- ¿Qué? ¿En verdad creías que no iba a estar para tu cumpleaños?

Yo lo miré parpadeando sorprendido.

- ¿Te acordaste?

-Por supuesto que sí, gran imbécil, y te tengo un regalo.

Mi amigo, que llevaba una enorme sudadera, extrajo de un bolsillo de ella una fotografía un poco arrugada y me la tendió. La miré sorprendido. Éramos Ragnor y yo en el festival de verano en el cual habíamos comprado las pulseras. Recordaba todo de ese el día. Mi mejor amigo y yo nos habíamos dirigido a una de las cabinas de fotografía y nos habíamos tomado un montón. Ragnor las había guardado, pero al final del festival me había dicho que había perdido las fotografías. Yo lo miré extrañado.

- ¿Cómo...?

-Nunca las perdí, sólo que las quería para mí... quizá haya sido un poco egoísta, pero es lo único que me ha permitido sobrevivir todo este tiempo. Esta es una de ellas, por supuesto no te las daré todas, pero quiero que la tengas... y quiero que recuerdes esa época cuando éramos niños y cuando éramos felices –Ragnor suspiró–. Aunque por supuesto –una sonrisa melancólica se instaló en los labios de mi mejor amigo–. Supongo que tú eres muy feliz.

-Soy feliz con Alec, pero Ragnor... –yo tomé la mano de mi mejor amigo–. No seré completamente feliz hasta que no estés nuevamente a mi lado.

Ragnor me miró con tristeza y aquel temor que había visto esa noche en el claro, brilló en los ojos de mi amigo, quién tragó grueso antes de abrazarme.

You're my gravity (MALEC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora