CUANDO ARDE LA LLUVIA...

El inicio del pecado...

Estoy tan emocionada que no tengo ganas de llegar a casa aun, merezco una celebración pero no quiero salir con nadie, en los momentos de templanza y emoción en mi vida es cuando más me gusta estar sola, disfrutar de mi compañía y contemplar sin miedo mis sentimientos y darle permiso a mi vulnerabilidad para salir y hacerme compañía, disfruto la soledad así que me dirijo rumbo a mi lugar favorito para tomar una buena taza de café con un pay de limón, ¡Mmm! Lo había extrañado tanto, acostumbraba ir casi todos los días a esa acogedora cafetería en el segundo piso, me gusta mucho porque es la única en la ciudad que está en una planta alta y si te sientas en la última mesa pegada a la pared junto al enorme ventanal, con un poco de suerte

- ¿otra vez esa palabra?

Puedes mirar la puesta de sol sobre el mar a las 7:05, también porque tiene ese calor de intimidad he identidad a café que por supuesto carecen las grandes franquicias como starbuks, odio esas frías y falsas sonrisas que les exigen a sus empleados con tal de vendernos la falacia de que es un placer atenderte ¡hipócritas¡ que van a saber los dueños de esos negocios multimillonarios de la necesidad de un cliente, a diferencia de los dueños de pequeños comercios que en cada taza de café te regalan sus sueños, sus esperanzas y anhelos que tanto les cuesta día a día sostener.

Cuando estaciono mi auto en la esquina y me acomodo la falda - es una verdadera pena que las faldas tipo lápiz sean tan difíciles para conducir, subir y bajarme del auto es un completo desafío, si abro demasiado las piernas puede romperse por lo ajustada que es - siento que alguien me observa he inmediatamente levanto la mirada, me topo con un hombre bastante atractivo y con un brutal porte varonil que me observa con ojos intensos.

Por tres segundos me siento intimidada y descolocada -eso jamás suele suceder- y me pierdo en él, rápidamente intento recobrar la compostura, me planto derecha, levanto el mentón y camino con los hombros hacia atrás pasando junto a él, cuando lo tengo cerca su aroma a hombre

-¡Dios, es intenso! Una mezcla de madera, tabaco y algo más que no sé qué es... Nunca había olido algo así

Me envuelve y me hace suya sin siquiera saber cómo sucedió, su mirada sigue clavada a mí pero no es con morbo ni con lujuria sino con una especie de seducción, no consigo identificar que es. Aunque también hay en sus ojos un destello de pasión, ufff no, eso no es un destello, es la explosión de una bomba nuclear, me tiene completamente cautivada su porte y su aspecto, es un hombre atractivo, muy atractivo. No es solo guapo, como la mayoría de los hombres bonitos, no, él es inefablemente atractivo y varonil sus ojos no se desprenden de los míos y me obliga a bajar la mirada. Cuando hemos cruzado me siento aturdida y mi seducción se siente amordaza y violada por tal intensidad. Jamás me había ocurrido eso

-"no voltees Gala, no voltees"

Me digo a mi misma, ten un poco de dignidad, si volteas sabrá que ha vencido tu voluntad y no lo puedes permitir, no voltees. Me apresuro a entrar al pequeño pasillo color verde ocre con escaleras que da a la parte de arriba donde está el café, antes de llegar por completo a la parte de arriba me reclino de espaldas a la pared un momento porque aun siento la intensidad de aquel hombre... dentro mí.

-¿qué carajo fue eso?

Me quedo unos instantes más apoyada y cuándo ya me siento otra vez dominante continuo para terminar de subir las escaleras.

Hacia tanto tiempo que no venía por aquí, mi presupuesto no me lo permitía, y no es caro en lo absoluto pero estuve desempleada siete meses no podía gastar de más, el punto mágico de este lugar es que esta frente al malecón y a esta hora la gente sale a hacer ejercicio, por lo tanto es raro que vengan en sus autos por eso hay estacionamiento de sobra, además el local de abajo es una vinatería italiana y la música que suelen poner es bohemia así que el ambiente de la cafetería se ve armonizado con una música tenue que se escucha desde abajo.