Ardo por quemarme...

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Ahora si voy a morir, lo miro intentando parecer confiada pero no estoy segura de que mi rostro confirme lo que mi voz intenta transmitir.

-¿disculpa?- le digo confundida

-lo que quiero decir es que sentarme en esta mesa no fue casualidad

¿Qué está pasando? No entiendo absolutamente nada y por más que me esfuerzo no consigo mantener el control de mí y mucho menos el temblor dentro de mis piernas

-no comprendo lo que quieres decir

Respondo con un tono de voz más duro de lo que pretendía y vuelvo a sentir el mismo escalofrió en la piel

-he robado tu mesa con toda intención y aún sigo esperando que el hurto te haga reclamar lo que te pertenece

El aire abandona mis pulmones y me siento perdida, absolutamente perdida no tengo ni la menor idea de cómo reaccionar ante esto, siempre soy yo la que tengo el control de la situación con los hombres y jamás alguien ha tenido ventaja sobre mí... hasta hoy.

Cambiando mi estrategia con lo poco que me queda de cordura intento darle un giro a la situación haciéndome la ofendida por semejante atrevimiento de aquel hombre y no sé si es la mejor forma pero no tengo ni la menor idea de cómo reaccionar ante esto, estoy echa un manojo de nervios, la duda y las ganas se debaten con fuerza en una batalla a muerte de necesidades mientras los leones que tengo en el estómago retuercen mis entrañas haciéndome palidecer, respiro profundo para armarme de valor y responder

-mira la cosa es así, no sé de qué me estás hablando y tienes que estar completamente demente si piensas que iré a tu mesa a sentarme junto a ti –le espeto enojada ¡Más bien mojada!

Me clava su intensa mirada y con firmeza en la voz me corrige

-querrás decir "tu mesa", aunque demente no estoy si espero que te sientes junto a mí, pero como no me dejas alternativa...

Dice arrastrando las palabras y acariciando con la lengua cada oración, acto seguido se levanta de su asiento y camina cazadoramente con las manos descansado en los bolsillos del pantalón hasta quedar frente a mí

entonces tendré que ser yo quien me siente en la tuya –responde decidido

Sin darme oportunidad de contestar, con una habilidad extremadamente sensual bordea la mesa, me extiende la mano con suma caballerosidad y se presenta

-Alejandro, soy Alejandro y me gustaría acompañarte si me concedes el honor

-"Este hombre sí que tiene huevos"- pienso y aunque estoy completamente petrificada agradezco a mis buenos modales que nunca me abandonan y que son lo único que he logrado rescatar de este huracán de sensaciones, le extiendo la mano para tomársela y con total sutilidad la acuna entre las suyas mientras la besa sin apartar su mirada de mis ojos.

¡Oh por dios!

Esto es más de lo que puedo soportar, mis piernas se estremecen y mientras sus labios se posan en mis venas siento el deseo estallar, contengo un jadeo sintiéndome cautivada, le sonrió intentando ocultar mi excitación. Asiento a su petición con una leve inclinación de cabeza y él se sienta frente a mí, me sonríe con una sonrisa tan enigmática que estoy segura que he dejado de respirar

-gracias – me susurra con la voz cargada de seguridad mientras su tono es tan sensual que lo único que se me ocurre es limitarme a sonreír

-Gala – digo con firmeza

(menos mal aún recuerdo mi nombre)

-Gala – repite y estoy segura que si lo hace una vez más tendré que ir al sanitario a secar mi ropa interior

CUANDO ARDE LA LLUVIA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora