CUANDO ARDE LA LLUVIA...

Confesión

Muchas veces me he cuestionado a mí misma el por qué no fui prostituta

¿por qué no me dedique a la prostitución?

Obviamente no sería una de esas de esquina barata sino más bien una cotizada y de prestigio, ya perdí en número de veces que me he reclamado a mí misma no ser dama de compañía, no quiero parecer insolente ni mucho menos arrogante pero soy muy buena complaciendo y disfrutando de un intercambio sexual, soy realmente buena haciéndolo y no soy como la mayoría de las mujeres, mojigatas o puritanas.

Siempre he sabido que las mujeres son limitadas y se sienten ¿Cómo se dice? Reprimidas creo, con su sexualidad, ¡Cohibidas! esa es la palabra que buscaba, cohibidas.
Inseguras y oprimidas, como no se complacen a sí mismas, no tienen ni la menor idea de lo que les gusta, no saben cómo darse placer ellas mismas y lo que es patético, esperan que un hombre las conduzca y enseñe

¡como si ellos tuvieran vagina y supieran como usarla!

Cuando ni ellas mismas saben cómo hacerse sentir.
Y lo que les gusta... ni hablar. Le tienen un miedo a sus dedos y a dejar volar la imaginación que ni tienen la más mínima idea de lo que es el pacer.
Es claro que sienten, eso que ni que, es como cuando te pica un mosco y te rascas, sientes alivio pero solo porque la comezón te muestra el lugar correcto en donde rascarte, pero de no ser por el piquete, ni idea de donde rascar.

Así son durante en sexo, si les gusta continúan pero solo porque sienten el momento no porque sepan sentir, en cambio yo, sí que conozco de comezones, de piquetes y de moscos, acostumbro "rascarme" a menudo aunque no me haya picado nada, conozco perfectamente mi cuerpo, lo que me gusta y lo que no, y lo cierto es que a mí me gusta todo.
Pará ser honesta, no recuerdo cuando fue la última vez que puse objeción por algo que no me haya gustado, para mí el sexo es placer y tiene que ser absoluto y completo, sin miramientos ni complejos, es todo o nada.
Por eso me reclamo una vez más lo pendeja que fui al no dedicarme a vender placer, amo el sexo, amo el dinero y amo el olor a hombre. Definitivamente soy una estúpida. Y aquí estoy disfrutando del placer de a gratis. ¡Maldita pendeja! por milésima vez.

Aún recuerdo cuando tenía 18 años y descubrí lo prejuicioso que es el sexo para algunas mujeres aquella vez que platiqué con la que fue mi amiga Silvia, que por cierto muchos años más grande que yo, ella tenía como 35 y en un momento de chicas, o mejor dicho mujeres

-ella ya estaba bastante grandecita-

En uno de esos momentos de confesiones envalentonadas por el tequila ¡¡¡bendito tequila!!! me preguntó:

-Gala, ¿tú ya has tenido un orgasmo?

Me quede pasmada, no sabía si la pregunta era de verdad o si estaba jugando, creo que mi mirada fue tal que bajo la vista avergonzada y entonces entendí que hablaba en serio, la pregunta era tan real como el hecho de que ella nunca había terminado

-Silvia, ¿tú jamás has tenido uno? ¿Nunca? Júrame que no estas bromeando

-Claro que si solo estoy jugando

Me contestó avergonzada intentando componer la situación, deje mi caballito a medio terminar y sentí una profunda compasión por ella, tenía dos hijas, estaba divorciada de un matrimonio de más de trece años y en su vida había sentido ese maravillosos e intenso momento de liberación corporal, donde tu ser colisiona en mil pedazos y todo desaparece excepto tus piernas y lo que hay dentro de ellas.

Me dio tanta pena (o lastima) que decidí abrirme y escuchar sincerarme:

-Silvia, soy tu amiga, todo lo que me cuentes está a salvo conmigo, no voy a juzgarte y nada de lo que digas me va a hacer verte de diferente manera, disculpa mi reacción es solo que, me dejaste pasmada, tú, con una vida completa y a la vez tan... tan... falta de plenitud. Si, si se lo que es un orgasmo y lo he sentido no pocas veces. Pero tú ¿jamás?