"Después de la Tormenta..."

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Camino hasta la puerta y observó a Rodrigo marcharse, tomo un fuerte respiro para llenarme de valor y entrar a casa, pero cuando cruzo la puerta todo el valor desaparece y me dejo caer al piso con las manos en la cabeza víctima de un dolor agonizante que me traspasa el alma, todo lo que me rodea me recuerda a él y lo que hemos perdido, me echo a llorar a mares y deseo con todas mis fuerzas arrancarme el corazón para que deje de doler, me levanto deprisa y corro hasta mi habitación para tumbarme en la cama con la cabeza entre las almohadas para amortiguar mis gritos de dolor, lloro incontrolablemente suplicando al cielo el consuelo que necesito para continuar, y mis gritos sofocados son tan desgarradores que apenas y me reconozco a mí misma ante esta imagen tan vulnerable, -"ya has pasado por esto, ya has pasado por esto, respira" – me repito mentalmente una y otra vez pero la desolación que siento es diferente a la de aquella vez, ahora es más cruel y seca que antes, porque nada se ha terminado, aún depende de mí y entiendo lo agónico que significa tomar una decisión, desbordo mi alma sobre la almohada y la muerdo con fuerza para no gritar, mis uñas se clavan en las sabanas y me dejo invadir por la tristeza sabiendo que es el único camino para vaciar mi ser, cuando ha pasado más de una hora el cansancio me consume al mismo tiempo que la extenuación se apodera de mí y me quedo dormida.
Cuando despierto no sé qué hora es pero ha oscurecido y mi habitación está completamente entre penumbras, me siento sobre las almohadas con la espalda apoyada sobre la cabecera de la cama y me quedo inmóvil, sumida en mis pensamientos, vagamente me pregunto cómo estará él pero soy incapaz de dirigirle la palabra así que desecho las ganas de llamarle, lo que más me lastima es recordar su mirada y ver sus lágrimas caer sobre el piso de la sala con la cabeza sostenida entre sus manos, se veía tan vulnerable como nunca antes lo había visto, siempre ha sido un hombre fuerte y decidido pero esta situación también lo ha acabado.

Me he pasado las últimas horas con la mirada perdida sin moverme de la misma posición y mis piernas se quejan del cansancio que me produce el entumecimiento, me levanto y bajo a la cocina a prepararme un café, salgo al balcón y prendo un cigarrillo, no dejo de pensar en sus ojos y me doy cuenta de que a pesar de mi rabia, la agonía que me posesiona por no tenerlo es más fuerte que mi incertidumbre, el enojo me impide tomar una decisión pero contemplo las palabras de Rodrigo, solo hay dos tipos de amor y de algo estoy completamente segura, al nuestro se lo ha llevado la mierda pero es real. Escucho que suena el teléfono de la sala con insistencia y me pregunto quién será, casi nunca lo utilizo y mi curiosidad me obliga a contestar, a pesar de que no tengo ganas de hablar con nadie

-¿por qué diablos no respondes? te he llamado miles de veces ¿estás bien? – pregunta Rodrigo del otro lado con desesperación

-estaba dormida – miento – ¿por qué no me has llamado al celular?

-porque se ha muerto con la lluvia, el agua no le sienta bien ¿Cómo estás? – suelta un resoplido liberando con ello su preocupación

-no me había percatado – respondo a la vez que caigo en cuenta – sobrevivo

-ya lo sé, me tenías muy preocupado

-disculpa en verdad no lo escuché

-¿ya comiste?

-hace un rato – vuelvo a mentir

-tienes que comer – suspira frustrado

-lo sé, ahora mismo lo haré

-voy para allá – dice sin concesiones

-no hace falta, en verdad estoy bien, estoy pensando en todo lo que me dijiste he intento tomar una decisión

Guarda silencio por unos segundos

-está bien, entonces saldré a cenar con Karla pero si me necesitas llámame, iré de inmediato

CUANDO ARDE LA LLUVIA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora