Si tan solo el corazón se pudiera arrancar...

840 95 24
                                    

Me gusta mi trabajo y soy muy buena engañando, por tal razón aunque es mi primera semana, Armando está encantado con mi experiencia en el arte de desaparecer cantidades memorables que de otra forma irían a parar a las chequeras de sus jefes y yo más con mis porcentajes fraudulentos que se van directo a mis deudas, al pago de mi internet y aun me queda para darme un respiro.
Esta tarde me emociona la posibilidad de ir a mi cafetería, desconectarme y fingir que no estoy haciendo nada malo, solo hay una cosa que me tiene inquieta... no logro deshacerme del recuerdo del aroma a tabaco, madera y café de la penetrante intensidad de aquel extraño. Debería olvidarlo pero sin darme cuenta me he pasado los últimos días deseando volver a verlo. No quiero admitirlo pero ese cabrón desconocido me calo profundo y ni siquiera sé qué tanto.

Como hoy no hay ni una reunión pendiente salgo a las 4, luego de pasar a la librería me dirijo a la cafetería con la esperanza de topármelo y de paso comer algo.

-¡Solo un milagro! - pienso

Bajo del autobús y me siento nerviosa, como una adolecente que estúpidamente anhela algo, me regaño mentalmente a mí misma por que no debería permitirme emocionarme tanto por alguien que no conozco y lo que es más estúpido... lo espero.

Hacia tanto tiempo que no me sentía tan idiota pero muy a mi pesar ese sentimiento de posibilidad me gusta he inconscientemente no quiero deshacerme de él, cuando subo y me encuentro con mi preciada mesa desocupada voy hacia ella y el joven barista me sonríe coqueto, luego de tomar mi orden me comenta que hace unos días alguien entro preguntando si sabía algo de mí pero no estaba seguro que yo fuera la persona que aquel sujeto estuviera indagando, como estoy absolutamente segura que definitivamente no soy yo, cambiamos la conversación y aprovechando que el lugar está casi vacío, cuando me trae mi orden se detiene un momento para coquetear conmigo, se queda platicando.

-veo que cumplió su promesa- me dice con una sonrisa que le llega hasta los ojos

-¿perdón? - me hago la desentendida aunque conozco perfectamente bien este juego, es uno de mis favoritos

-el día que vino me dijo que regresaría y no lo olvidé

Primer error, ¿cómo pretende cortejarme si me trata de usted? es tan obvia la diferencia que marca que no hay forma de seguir el juego, me hace sentir incomoda que me trate como a una señora cuando he peleado horas con la bicicleta en spinnig como para que venga y me insinué que estoy grande, detesto que me traten como una señora cuando a penas y tengo 26 años.

Segundo, a pesar de que es agradable a la vista no me van los niños, siempre he tenido una muy marcada debilidad hacia los hombres mayores que yo, mínimo 5 años, no hay nada más rico y placentero que tener historias sexuales con un experimentado postulante con carácter y conocimiento del ámbito. Me enloquecen los hombres mayores:

(¡Que se le va a hacer! Lo confieso)

Obviamente no todos, me he llevado bastantes decepciones al descubrir que la edad no es sinónimo de madures, identidad y experiencia, pero también tengo muy buenas referencias personales de algunos sujetos que saben lo que quieren y no tienen miedo a pedir y dar. Esos son toda una exquisita reliquia, lástima que sean tan escasos... O casados.

Así que aún sabiendo que su interés no significa nada para mí, decido divertirme un poco con este chico

-tienes buena memoria soy testigo y más me vale cuidar lo que digo si no quiero meterte en problemas - le sostengo la mirada

-no le temo a los problemas

-no deberías, algunos son exquisitos si los sabes cometer

CUANDO ARDE LA LLUVIA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora