El inicio de la tempestad...

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El despertador marca las seis de la mañana y es hora de levantarnos, él se mete rápido al baño para darse una ducha y yo me quedo un momento más en la cama esperando que termine, luego de diez minutos sale desnudo, ¡Madre mía! Que panorama, se le ve tan delicioso y mi entrepierna se humedece al ver su virilidad meneándose con libertad cuando mueve las piernas, me mira soberbio, el cabrón se sabe guapo y su seguridad es mi perdición, intento disimular mi excitación y entro rápido al baño, me lavo la cara y me peleo en el espejo con el rímel que se ha corrido y me hace parecer una especie de mujerzuela barata al salir de un motel, aggg me veo fatal y no quiero que me vea desarreglada por eso abro su botiquín detrás del espejo intentando encontrar algo que me pueda ayudar con el maquillaje indeleble, es una tortura y el jabón no ayuda, ¿Por qué los hombres no usan cremas? Por dios, la crema de afeitar y la loción after shafe no me sirven para nada, suspiro frustrada y me doy por vencida, al menos me lavaré los dientes, detesto mi aliento matutino, hace mucho tiempo leí una hermosa novela donde la joven señorita hacia lo mismo pero con picardía, pero eso no tiene nada que ver conmigo yo ya me comí a este guapo caballero y el romanticismo no es mi fuerte, más bien necesito aseo y su cepillo tendrá que bastar. Cuando salgo lo encuentro vistiéndose y yo me dirijo a la cocina porque necesito un café

-¿voy a prepárame un café, quieres uno?

-de favor, todo lo que necesitas está en la alacena

-ok, no te preocupes puedo arreglármelas sola, te espero en la cocina

-de eso no me cabe la menor duda

dice haciendo alusión a mis desafíos, yo le guiño un ojo con coqueta superioridad y salgo pavoneándome hasta que me pierde de vista

¿Azúcar? Odio el azúcar, ¿dónde están los sobres de splenda?... Pongo la alacena patas arriba intentando encontrar algo con menos calorías, él sale de la recamara con una sudadera deportiva y me la entrega

-por si tienes frio

-gracias guapo, ¿no tienes splenda?

-no, pero hay azúcar

-mmm ok, tendrá que bastar

-¿no te gusta el azúcar?

-no mucho, intento cuidarme

-bien, entonces tendremos que comprar splendas

Tomamos rápidamente el café y salimos de su casa, mi vestido dorado y las zapatillas se ven tan raras con sudadera pero agradezco el gesto porque esta nublado y hace un poco de fresco, mientras estamos en el carro camino hacia mi casa él atiende varias llamadas y yo me dedico a pensar en la noche de ayer, cuando aparca el auto en la puerta de mi casa son las 6:45 así que olvido las cortesías y bajo rápidamente sin esperar que me abra la puerta para meterme al baño, necesito quitarme el maquillaje y apurarme para no llegar tarde al trabajo, lo veo acomodarse en mi sofá y mientras yo desaparezco en mi habitación le digo alzando la voz para que pueda escucharme

-en la alacena hay pan tostado y la mantequilla está en el refrigerador, si gustas comer algo siéntete libre, estás en tu casa

-gracias

Luego de 20 minutos salgo, lo encuentro comiendo en la cocina pero veo que tiene un sus manos una fotografía que observa con detención, se perfectamente cual es porque es la única que tengo en toda la casa, estaba en la sala pero la ha llevado a la cocina para mirarla con detenimiento, es la de mis padres donde estamos los tres en una celebración, cuando me ve no se inmuta y sigue en lo suyo, miro el reloj son las 7:05, bien, me da tiempo de comer algo, abro el refri y saco la mermelada de naranja y traigo conmigo un plato para el pan tostado, veo que toma un café y me pregunto cómo lo habrá preparado, cuando le da un sorbo una mueca de desagrado se dibuja en su cara, mmm creo saber por qué

CUANDO ARDE LA LLUVIA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora