La vida se resume en grandes amigos y un poco de alcohol...

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Me gusta la poesía, es un placer que siempre he resguardado y jamás he compartido con nadie. Siempre y jamás son una combinación perfecta que de la mano crean el momento exacto para perpetuar el alma eternamente, ha sido parte de mí desde que descubrí que la creación más divina del ser humano son las letras, creo firmemente que es un libro, un verso o un poema lo que en realidad pueden cambiar el mundo. No existe alguien que sea inmune a su efecto, es una pena que aun existan seres humanos que no hayan descubierto su poema o la esencia de un escrito a través de un verso, eso es algo muy personal, no se enseña ni mucho menos se aprende, tiene que ser individualmente descubierto.

Le tengo una gratitud tanto divina como espiritual a la lectura, después de todo, fueron los libros quienes me salvaron la vida, sobre todo cuando miles de veces me sentí derrotada y quise morir, cuando mi cuerpo se entumecía por el dolor y no tenía razón alguna para sobrevivir, cuando la desesperación, la frustración y la ira hacían su morada dentro de mi piel, solo la historia de una novela o el bálsamo de la vida en las páginas de un libro hacían que mi carne y mi ser dejara de existir para convertirse en la anestesia que arrancaba por instantes la sepultura en la que me había convertido.

Me gusta la lluvia, inunda de calma mi alma ver el cielo nublado y su metamorfosis rompe con todos los estereotipos un mal tiempo, por eso disfruto estar sola, hay momentos únicos he inigualables que los mortales no entienden y seria inefable explicar si la contraparte no comprende la hermosura del silencio, a pesar del amor perdido, lo cierto es que no he encontrado a nadie

– inclusive él

Que pueda compartir el sentimiento de un atardecer o la esencia de la melancolía disfrazada de tristeza al contemplar las nubes que ocultan la luna sobre mi balcón y no soy sentimental pero en algún punto de nuestras vidas todos hemos llegado a admitir que eventos únicos e irrepetibles son cicatrices que embellecen nuestro ser, secretos de soledad donde la melancolía juega con el alma y realmente descubrimos nuestra esencia y quienes somos en verdad, eso solo sucede en soledad.

Hoy ha sido un día diferente, y me agrada la sensación que me produce lo inesperado y desierto, me permito recordar la falta que me hace la compañía de un caballero que se quede aún cuando el alba haya muerto, por primera vez en muchos años me concedo un momento para anhelar un nuevo amor aunque mi corazón se contrapone y me susurra inaudiblemente ¡ya no quiero!

Es hora de dormir.

...

Son las 6 de la mañana, olvidé cerrar la ventana y la luz del amanecer invade mi habitación en el momento exacto que el despertador indica la hora de salir de la cama para comenzar una vez más mi habitual rutina: un baño, desayuno ligero y mi letal armadura impenetrable con un poco de rímel y labial rojo ¡Estoy lista! Como Armando me ha consentido con un lugar en el estacionamiento de la empresa ya no tengo reparo alguno en utilizar mi vehículo camino al trabajo, enciendo la belleza Ford focus negro y subo el volumen a la música y dejo que calle 13 me envuelva al compás de sus perfectas consonantes llenas de poesía dignas de un nobel el cual wislawa synborska estaría de acuerdo.

Justo cuando llego a mi cubículo mi jefe me increpa con cara alarmada porque se nos avecina una auditoria y duda de mis habilidades fraudulentas en el arte del desfalco, aunque llevo una semana cosechándole cantidades sustanciosas, en su cara se trasluce el temor a ser descubierto, con natural calma le informo que no hay nada de qué preocuparse, las facturas jamás equilibradas tienen el respaldo de mis contactos que me han surtido de ellas, como he trabajado anteriormente con ellos sé de buena fe que su legalidad y timbrado son fiables aunque el producto reflejado en ellas sea inexistente.

Estoy comenzando a perderle respeto a Armando, debería de tener más experiencia bajo su cargo y resolver los problemas que le permiten darse esas vacaciones de las que tanto alardea, le explico que no hay nada que temer, he puesto al corriente todos los egresos y aunque hacienda nos observe le aseguro que no habrá nada que pueda ser descubierto. Con mirada dudosa me asiente, esta echo un manojo de nervios y esa no es una cualidad que yo pueda respetar en un hombre, detesto la falta de carácter, por el contrario me seduce la seguridad y el control absoluto de un hombre en sus asuntos financieros y hoy ha dejado mucho que desear en ese contexto.

CUANDO ARDE LA LLUVIA...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora