2. 미래

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-¿Estás seguro de que quieres hacerlo, Jimin? - preguntó mi madre, con los ojos brillosos y la voz temblando, al igual que su cuerpo, por mucho que trataba de ocultarlo.

-Sí. - respondí, firmemente. Sabía que era una locura, pero, una parte de mí me decía que valdría la pena y, realmente, prefería eso que vivir con mi supuesta prometida, Jiyun. Sabía que esa vida no era la que el corazón me pedía.

-Pero... - respondió, con la voz rompiéndosele un poco y cambiando la posición en la que estaba sentada en su cama - ¿Y yo, qué?

-Mama, te quiero más que a nadie en el mundo y lo sabes. Pero, prefiero que prácticamente el resto de mi vida sea mi propia decisión, aunque sea una manera de huir de vuestras órdenes. Además, ¿qué tengo que perder igualmente? Y no tengo apenas idea de modales, seguramente ni paso la audición. Sólo quiero intentarlo y, si salgo elegido...mi corazón prefiere mucho más esa vida, lo sé.

-Pero, Jimin, ¿te das cuenta de lo que haces? Esto es una locura. Creo que has leído demasiado y a tu cerebro le ha pasado algo. Odio concordar con tu padre, pero, creo que hasta serías más feliz con Jiyun y sin hacer todo esto.

-Definitivamente no. Mama, odio el banco y los cálculos y me repulsa la idea de vivir con Jiyun de ningún modo y, si lo hiciese, sería infeliz por toda mi vida y cada aire que consumiría sería un desperdicio, estaría vacío y roto, así hasta estar bajo tierra. No quiero eso.

Un silencio sepulcral llena la habitación durante unos segundos. Ella no quería perderme ni yo a ella, siempre hemos estado juntos y es la única persona en la que jamás he confiado de verdad, pero debe entender que quiero volar. Es momento de levantar mis alas.

-Mama, - sigo - siempre me has dicho que sientes que desperdiciaste tu vida y que muchas veces pensaste en huir, pero jamás te atreviste cuando tuviste la oportunidad y ahora, después de años, te arrepientes. Que sientes que malgastaste tu vida y que hubieses sido muchísimo más feliz si hubieras huido, o si hubieses buscado otra manera de pasar tus momentos en este mundo. Y, no sabes cuanto lo siento por ti, pero yo aún estoy a tiempo de huir, mama. Aún puedo aprovechar lo que sólo se vive una vez y aún puedo encontrar esa felicidad que tú jamás hallaste. Por eso, mama, necesito que me ayudes.

-Jimin... - parapdeó y lágrimas mojaron su rostro, provocando que mi corazón se encogiese - te quiero con toda mi alma. Y, como siempre te digo, sé por lo que estás pasando porqué también lo pasé. No quiero ser las rejas de tu jaula, hijo. Quiero que seas feliz y quiero que vueles cuando yo no pude. Soy capaz de llorar para que tú sonrías y de caer para que tú despegues.

-Mama...gracias. - respondí, mientras cogía y acariciaba sus frías manos y no sacaba mi mirada de la suya en ningún momento.

Sus ojos eran oscuros y profundos, como perlas llenas de tinta negra, que brillaban bajo la luz y aún más bajo sus lágrimas.

Había esado toda mi vida con ella, verla así y saber lo dispuesto que esaba a dejarla para vivir lo que ambos queríamos que viviese no hacía más que encogerme el estómago.

-Gracias a ti por darme toda la felicidad que escaparme no pudo y de alegrarme esta miserable vida por la que no permitiré que tú también pases.

...

Corsés. Detesto los corsés. ¿Quién tuvo la absurda idea de que meter a mujeres en tubos asfixiantes era buena? Son asquerosos y tan inútiles. En fin, para mí no, ya que necesito que mi cuerpo tenga la forma de una doncella en este caso. Pero, para el resto de mujeres debe ser demasiado horrible. No quiero ni imaginármelo.

La verdad es que no está bien visto que los hombres apoyen en la lucha de las mujeres, pero yo siempre pienso que merecen lo mismo que los hombres y más de una vez había defendido comentarios ofensivos hacia ellas en diversas situaciones y mi madre siempre me enseñó la importancia de la lucha que las mujeres formaban parte para deshacerse de su opresión extrema.

Solté un jadeo cuando mi madre siguió apretando ese maldito corsé.

-¡Ah!

-Lo siento, cariño, pero tenemos poco tiempo y tu padre no debe enterarse de esto.

-Sí, sí, lo sé. Tranquila.

-Veamos, - alcé mis brazos para que pusiera el miriñaque, el armazón circular de de tela rígida que daba una forma circular a la falda. Mama me contó que el polisón estaba más de moda, pero preferí el miriñaque - ¿qué harás si quedas seleccionado como dama de la corte?

-Aunque no es demasiado probable, me instalaré en palacio y te mandaré cartas cada día, excepto el primero. - alcé mis brazos de nuevo para que recibir la falda encima mío - En ellas también habrán indicaciones de en qué torre y habitación estaré o como puedes entrar en el palacio para que puedas verme, en caso de que quiera huir, llevarme algo o cualquier otra cosa. Mientras, tú fingirás un escenario en el que me he escapado de casa y, así, sólo tú sabrás que, en realidad, me estoy haciendo pasar por una mujer que trabaja como dama de la corte para satisfacer las necesidades del Rey Min Yoongi, el cual jamás he visto en persona.

-Dicho de golpe, se hace extraño, sí. Bien, ¿y si no eres seleccionado?

-Volveré a casa y tendré que vivir una asquerosa vida que detestaré por cada segundo.

-Genial. Ya estás casi listo.

...

-Siguiente, Hwaseok Shin y Jimin Park.

Me las arreglé para entrar en la carpa que habían montado en la plaza en la que se celebraban las audiciones, pero esos absurdos tacones y tantas capas de ropa para la falda, no te daban nada de movilidad.

Me sorprendí al ver lo deprisa que pasaba la cola. Habían muchas mujeres, retocando su maquillaje, vestidos o peinados y el ambiente se llenaba de charlas, cumplidos y ánimos. Sentía que estaba en el interior de un frasco de perfume.

Todo el mundo charlaba, especialmente porqué se entraba a la sala de la audición en parejas y todas las mujeres querían conocer quien vería su audición.

Por suerte, gracias a mi voz femenina y cuerpo pequeño, pasaba desapercibido y hasta charlé con alguna que otra damisela sin levantar sospecha. Mama me había puesto una peluca algo larga que simulaba una cabellera del mismo tono oscuro de mi pelo y hasta me sorprendí al verme en el espejo.

Realmente parecía una doncella. No era yo, pero, de alguna manera, sentía que estaba represenando una parte de mí, así que no era realmente molesto.
Aunque era extraño pensar que estaba totalmente dispuesto a ser una dama de compañía y guardaropa o satisfacer necesidades.

Cuando llamaron mi nombre y el de Hwaseok, la dejé pasar delante mío para que ella entrase antes. Tenía un vestido celeste precioso y ya había mantenido una pequeña conversación con ella. Tenía una voz y tono muy dulces y una personalidad alegre.

-Buenas tardes. - oí una voz grave cuando entré, pero suave, como la miel caliente.

Había bastante espacio al entrar, era como un pequeño escenario y a la derecha de esa misma sala, un gran trono dorado y varios guardias a los lados, que iban vestidos de los colores de la bandera de la región.

En el trono de oro y diamantes, había un hombre sentado, con un aura sepulcral, ropajes de tonos oscuros y fríos como su mirada, pliegues tan afilados como su mirar y una espada tan pálida como su piel, que llevaba fundada y guardada en su traje.
Tenía sus nudillos apoyando su barbilla y los rasgos de su rostro eran tan cuadriculados y perfectos que se me ponía la piel de gallina con sólo cruzar mi mirada con la suya, cosa que preferí evitar en la mayoría del tiempo.

Era sorprendentemente atractivo.

-Buenas tardes. - respondimos al unísono.

-...su alteza. - terminó la frase.

Dama de la corte | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora