19. 예의

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-¿Libros? ¿En mi cabeza? ¿Para qué? - pregunté, con el ceño fruncido hacia Madame Cotties, una mujer en el personal del castillo que se encargaba de enseñarme los modales reales que debía aprenderme, aunque no me hacía nada de gracia.

Prácticamente todo el tema de los modales se me daba mal. Excepto los modales en la mesa, que no sabía si me los había aprendido por conveniencia o costumbre.

-Debes saber mantener una postura cariño, es algo muy básico y importante en el comportamiento de una dama, también lo que más atención llama. - respondió, mientras colocaba un libro en mi cabeza, acomodando mi vestido y subiendo mi barbilla con sus manos.

Tragué duro y me tambalee cuando se alejó de mí y me hizo gestos de que avanzase.

Di un lento paso hacia adelante y sonreí con seguridad al ver que el libro seguía posado en mi cabeza, pero la seguridad decayó cuando, al siguiente paso, retumbó en el suelo, creando un estruendo.

Sonreí hacia Madame Cotties, pero su mirada de decepción bajó las comisuras de mis labios.

-De acuerdo, la postura hay que mejorarla...¿Por qué no pasamos al baile y nos enfocamos en eso luego? - propuso, recogiendo el libro del suelo y poniéndolo en la estantería de donde lo había sacado.

Asentí, bastante avergonzado, mientras jugaba con mis dedos y tenía la vista fija en el suelo.
Si soy sincero, me sentía juzgado. Era el único miembro de la corte que tenía modales pobres y tenía que aprenderlos y ni siquiera eso se me daba bien.

Respiré hondo, enfocándome en el lado positivo, más confiado, ya que íbamos a bailar ahora. Recordé la noche que bailé con Yoongi para mentalizarme.
En realidad, creo que nos tambaleamos, en vez de bailar, pero era lo más parecido a bailar con alguien que había vivido jamás, así que no me quedó otra que confiar ciegamente en mi poca experiencia y esperar lo mejor de mí.

Una parte de mí sabía que no iría muy bien.
No podía evitar tener al menos una pizca de pesimismo o, más bien, sentido de la realidad, en ese caso.

Madame Cotties me llevó al salón de baile, que se me hacía realmente extraño ver vacío, ya que me había acostumbrado a que estuviese lleno de gente desde hacía tiempo.

Esa vez no había una orquestra o banda de músicos, en cambio, había una máquina, como una caja, conectada con una espécie de trombón y un disco negro en la caja.
Un sirviente, que estaba al lado, colocó una aguja extraña encima del disco y, mientras giraba una palanca, dejaba sonar una canción.

Dí un salto de susto ante el acto y me tragué un grito.
¿¡Había una banda de músicos atrapados en el trombón!? ¿Cómo demonios salía música por ahí?

-¡Oh, Jimin! No he pensado que jamás has visto un tocadiscos. - dijo Madame Cotties, soltando una amigable carcajada - Suena bien, ¿no crees? Este es uno de los primeros discos que hay.

-¿T-tocadiscos? - pregunto, confundido.

-Es un aparato para que suene música sin necesitar toda una orquestra. La música está grabada en los discos. Curioso, ¿no crees?

-Mucho. - respondí, enderezándome y acercándome un poco, inclinando mi brazo.

-Bueno - me interrumpió Madame Cotties, poniéndose delante mío para captar mi atención - Practiquemos tu baile, Jimin.

...

-¡Auch!

-¡¡Lo siento!!

El sirviente agarró su pie con ambas manos, arrodillándose, soltando algún gruñido silencioso de dolor.
Al momento que cayó, posé mi mano en su hombro, arrodillándome a su lado. Me sentí horrible al pensar que no gruñó en voz alta por educación.

Dama de la corte | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora