Era la primera vez que nadie me levantaba en ese castillo, así que los rayos de sol se encargaron de ello.
Me quedé un rato estirado en mi cama, con los ojos abiertos, mirando como el sol adentraba el cielo azul por mi balcón.
Confundido, me levanté y examiné mi habitación. No, no había nadie y me resultó de lo más extraño.
Pensé que me había levantado temprano, pero descarté la idea al ver que el sol estaba mucho más arriba de donde solía estar cuando me levantaban.Aún con pijama, saqué la cabeza en el pasillo y no había nadie en ambos lados.
Volví al cuarto, ahora más nervioso.
¿Era un día importante? ¿Estábamos de celebración? ¿Había pasado algo?No tenía ni idea.
Me vestí solo, con un poco de dificultad y me dirigí al comedor, donde solíamos desayunar. Sonreí al pensar que vería a Yoongi, pero la sonrisa desapareció cuando llegué y sólo me encontré con una sirvienta, en el extremo de la mesa, tenía la cabeza escondida entre sus brazos, soltando leves, pero intensos sollozos.
Alarmado, me acerqué casi corriendo a ella.
-¿Te encuentras bien? ¿Qué ocurre? - suavicé mi voz y le acaricié la cabeza, en forma de consuelo, agachado en el suelo, con mi otra mano en la mesa, para no caerme.
Sorbió sus nariz y levantó la cabeza para mirarme. Tenía los ojos hinchados y rojos por las lágrimas, al igual ue su rostro, que también estaba adaptado un tono rojizo de tomáte.
-¿N-no...no lo sabes? - dijo, con la voz temblandole por el llanto, que me ahuecó el corazón.
-No, ¿qué ha ocurrido? - respondí, manteniendo mi tono dulce.
-E-el rey... - dijo, casi susurrando y lagrimas surcaron sus mejillas, las cuales limpió con las mangas de su delantal - Su majestad ha...ha fallecido.
...
¿¡Dónde está Yoongi!? ¡¡Tengo que verle!! - exclamé, con el ceño y labios fruncidos, lágrimas en los ojos y la voz rompiéndose.
-Llama a su majestad como debes. Es tu superior, debes tratarlo con respeto y no, no puedes verle ahora. - respondió el guardia secamente, como si leyese de un libro lo que decía, deteniéndome con su brazo, que estaba delante de mi abdomen, inmovilizándome, sin que pudiese entrar a la habitación en la que me habían dicho que estaba Yoongi.
Tenía que verlo.
¡Necesitaba estar con él!
Y él necesitaba estar conmigo.
Lo sabía porqué lo sentía.
Su frustración ardía en mi pecho.Seguí sacudiendo todo mi cuerpo, tratando de liberarme, pero no podía, el guardia, que iba practicamente tapado con su armadura, tenía mucha fuerza.
Ante la desesperación, le mordí el brazo y, por el dolor, lo apartó, llevándolo a su pecho, lo que me dio ventaja para abrir la puerta que bloqueaba la habitación.La cerré detrás de mí lo más deprisa que pude y sentí como el guardia daba un golpe que hizo mi espalda rebotar. Pero, antes tuve tiempo de observar la habitación.
Había un escritorio enmedio del cuarto y dos hombres delante de éste, que se giraron de golpe cuando entré. Iban vestidos con trajes largos y amarillos. Yoongi estaba detrás del escritorio, sentado, con una pluma en mano, el rostro mojado, rojo y los ojos hinchados y llorosos, como los míos.
Deduje que estaba firmando para confirmar su conoración después de la muerte de su padre.
-Yoon... - fue lo único que conseguí decir, antes de que fuese derrumbado en el suelo por el guardia, que había abierto la puerta de un golpe y había salido despedido de ella al suelo.
Cerré mis ojos con fuerza, por el estruendo, pero los volví a abrir con decisión, dispuesto a levantarme, pero, una vez lo hice, sentí como me agarraban del brazo de nuevo, empujándome en dirección contraria.
Ví como Yoongi alzaba la mano y, con la voz algo cortada, exclamaba:
-¡Espera! Déjala, por favor.
Sentí como mi brazo se destensaba y el guardia dudaba. Sonreí hacia Yoongi, aunque sentí un calor y algo derramándose en mi frente. Seguramente me había hecho una herida al caerme, pero era el menor de mis problemas en ese momento.
-Su majestad... - dijo uno de los hombres vestido de amarillo, tenía una expresión de molestia y sorpresa. No me extrañó, no era lo más normal que alguien entrase en la habitación de repente, saliese despedida de un golpe de la puerta, con sangre cayendo de su frente y detenida por un guardia.
-¿Quién es esta descarada doncella?Me ofendí y fruncí el ceño hacia él.
-Es miembro de mi corte. - respondió Yoongi, con un toque de orgullo en su voz, sin apartar la vista de la mía. Sus ojos de cachorrito me ablandaban el corazón y agrupaban más lágrimas en mis ojos.
-¿Se puede saber qué hace aquí y de esta forma? Hemos puesto un guardia por algo, esto es privado. - añadió el hombre.
Yoongi se quedó en blanco y abrí al boca para responder, pero me interrumpió el otro hombre de amarillo.
-Está siendo una moléstia, su majestad, es mejor que terminemos esto cuanto antes y que esta imprudente mujer se vaya. - me dedicó una mirada de asco, como si fuese algo que acabase de barrer.
-Pero, yo... - traté de decir, aunque el guardia tiró de mi brazo y me sacó, lanzándome de la sala hacia el pasillo, donde caí de narices.
Aún así, antes de salir del lugar, Yoongi y yo compartimos una última mirada que me hizo sentir como si mi corazón se derritiera, como si lo hirvieran y quedase un gran y profundo vacío en mi pecho. Estaba tan...solo. Odiaba verlo así. Tan vulnerable, tan...triste. Tenía los ojos hinchados y las mejillas mojadas por haber estado llorando...jamás lo había visto, ni me imaginaba verlo así.
Quería ir allí, con él, abrazarlo, cuidarlo, decirle que todo estaría bien, que lo sentía muchísimo y que estaría con él por siempre.
Al fin y al cabo, su padre acababa de fallecer y yo estaba allí, sin siquiera poder verle, sin tocarle, sin besarle, sin...nada.Recordé el tono dulce que le ponía a su voz cuando hablaba con su padre en ese cuarto...la voz llena de tristeza, el alma partida en dos...tan sofocante.
Y lo único que hice fue ocultarme tras la puerta, y ahí volvía estar tras una puerta, que parecía un muro. Me sentía tan débil, incapaz, estaba en esa maldita jaula otra vez, con las alas rotas de nuevo, plumas caídas pordoquier.
Descansé en el frío suelo en el que me habían lanzado. El guardia había cerrado la puerta y me quedé solo en el pasillo, llorando.
Era un llanto silencioso. No suspiré, no sollocé, sólo se deslizaron lágrimas por mis mejillas hasta el suelo, junto a la sangre de mi frente que cruzaba mi rostro. Me quedé estirado, inmóvil, con las manos delante de mi rostro, como un recién nacido.
Perdí la esperanza por unos minutos y cerré mis ojos, dejando que el sueño me cantase una nana.
Con suerte me desmayaría.Yoongi...
Sólo quiero verte.
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Dama de la corte | Yoonmin
DiversosPara evitar un matrimonio forzado, vida indeseable y así escapar de casa, Jimin decide audicionar como Dama de la Corte del príncipe Min Yoongi. Lo que no se espera es conseguirlo, aún dando una sorprendente primera impresión, y enamorarse en el cam...