11. 도서관

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Apartó sus suaves aunque algo frías manos de mis ojos con delicadeza y tuve ante mí, la vista más maravillosa que recordaba haber visto en toda mi vida.

Era la biblioteca más grande y maravillosa en la que jamás había estado.

Sentí como mi alegría se manifestaba con miles de mariposas volando en mi barriga y brillo en los ojos.

Las estanterías y mangos estaban decorados con oro y bronze, habían estatuas repartidas por el lugar, representando personajes literarios, escaleras que llegaban a un segundo piso que era totalmente visible desde el primero, puesto que el techo era realmente alto. Lo que ocupaban mis ojos eran libros, parecía que no se acabasen nunca y simplemente lo adoré.

Era magnífico.

-¡Yoongi! ¡¡Esto es...!! Yo...¡me encanta! - dije, apenas encontrando las palabras, mientras giraba, llevando mis puños a mi pecho de la emoción.

Desde que aprendí a leer a una edad bastante joven, la lectura se había convertido en mi pasatiempo favorito notablemente y, hasta ese momento, así seguía. Leía libros de histórias de otras personas que no existían en mundos que tampoco lo hacían, para poder olvidar la mía durante el período de tiempo en el que leía. Realmente, podría ser un libro de cualquier género o clase, me lo leería si podía a conseguirlo.

Leía para olvidar.
Leía para ignorar.

Dado que mi madre y mi padre no se llevaban realmente bien por su matrimonio forzado y dañino, estar en casa no era especialmente agradable que digamos. Y, no quiero decir que se gritasen, se hiciesen daño o algo parecido, más bien todo el contrario.
Siempre había silencio.
Siempre.
Y el silencio significaba algo malo. Era escalofriante.
Siempre hacía frío.
Hasta cuando comíamos juntos, estábamos callados. Era...asfixiante.
Y, cuando me encaraba o hablaba con los dos a la vez, siempre terminaba mal. Por eso me fuí de casa después de discutir con mi padre.
Estar en casa así...dolía.

Pero, leyendo, la voz en mi interior que recitaba las palabras, hacían que, de un modo u otro, me sintiera acompañado.
Dadas las circunstancias, leer me ayudó y acompañó mucho en mi camino y me había encariñado extremadamente con el hábito y con historias en específico.

Por eso, que a Yoongi le gustase mi libro favorito me importó y emocionó tanto, al igual que me enseñase ese hermoso paraíso de papel, palabras, mundos y historias que estaba delante de mi.

Le vi sonreír cuando me giré y puso sus manos en sus bolsillos después de encoger sus hombros adorablemente.

-Me alegra que te guste. - dijo, avanzando unos pasos hacia mí.

Era realmente raro verlo con esa glamurosa capa, traje y corona. A mis ojos, él no era así.
Era un chico sencillo, amable y honesto. Pero, esos ropajes lo hacían ver tan...arrogante. Él no era así, ¿por qué alguien creería que él era de ese modo? O, ¿acaso querían que lo fuese?

Me acerqué a él hasta que nuestras narices se separaban por pocos centímetros. Alcé mis brazos y retiré, con toda la suavidad que era capaz de manejar la corona de oro y bronce, decorada con diamantes preciosos que se iluminaban a la luz de las lámparas del lugar.

La quité de su cabeza y la dejé en la mesa que tenía a mi lado con sumo cuidado e hice lo mismo con la capa que sujetaban sus hombros y caía hasta sus talones.
Dirigí mi mirada a su rostro, que expresaba confusión, aunque no movió ni un músculo mientras le quitaba aquellos objetos.
Sonreí cálidamente mientras observaba cada milímetro de su cara.
Ahora sí era él.

-Eres tú. Ahora eres tú. - dije, sujetando sus mejillas con mis manos - Yoongi.

Se sonrojó y sentí el calor de sus mejillas en la palma de mis manos.

-¿E-eh? - dijo a duras penas a causa de su sorpresa.

-Yoongi. - repetí, en un tono suave, nostálgico.

Mi corazón se ablandó.

...

-¿¡Tienes Madame Bovary!? - exclamé, sujetando el libro en mis manos.

-Por supuesto, es uno de mis favoritos. - respondió Yoongi, sujetando la pequeña escalera en la que estaba sentado, cotilleando en la estantería que me había dicho que mirase - Aunque lo han publicado hace poco, ¿cómo es que ya te lo has leído?

-Digamos que tengo buena relación con el bibliotecario de mi pueblo. - respondí, riendo.
Y, era verdad, la mayoría de libros que había leído, me los había prestado a escondidas o hasta regalado. Era un hombre, ya algo viejo, pero sumamente amable y lo hacía porque mi família pensaba que los libros no eran la suficientemente útiles para comprarlos o pagar por ellos.

Yoongi rió también, aunque apartando la vista, puesto que si miraba hacia arriba, podría ver lo que mi vestido trataba de ocultar, osea, mi ropa interior y a él lo habían educado demasiado bien para eso, aunque a mí tampoco me importaba tanto.

-Yoongi, esto es una pasada, en serio. - dije, dejando el libro dónde estaba.

-¿Puedo recomendarte alguno? - oí como preguntó debajo de mí.

-¿Qué quieres decir? - pregunté, mirando hacia donde estaba.

-En algún extremo, encontrarás un libro que se llama: "La Regenta".

Pasé mis dedos por las tapas forradas de los libros de la estantería hasta ver escrita las palabras que me dijo en una de ellas en color plateado. Lo cogí. 

-Lo he encontrado.

-Te lo dejo.

-¿¡Eh!? ¿Qué quieres decir? - exclamé. 

-Ya lo has oído - respondió, entre risas - , te lo dejo para que lo leas hasta que lo termines. Creo que te gustará, a mí me gustó bastante.

-O-oh, pues...¡muchísimas gracias! Jamás me había dejado nadie un libro. - respondí, llevándolo a mi pecho y empezando a descender por las escaleras que Yoongi sujetaba, pero se apartó al verme bajar. 

-¿De verdad? ¿Nadie? Pero, te encanta leer, ¿no tenías amigas que también? - preguntó antes de que tocase el suelo. 

-No realmente...digamos que tenía amistades poco calmadas, no muy aptas a la lectura. - respondí en una carcajada y ambos avanzamos por el lugar. 

Tengo que aclarar que técnicamente no mentí. Mis amigos del pueblo eran hasta agresivos de un modo. Por eso nunca sentía tanta conexión con ellos y, para ellos, era muy raro que leyese tanto, aunque tampoco les contaba mucho al respecto. 

-Ya veo...De hecho, Jungkook y yo también nos dejábamos libros. Hemos sido amigos desde una temprana edad y a él también le gustaba leer.

-Oye, Yoongi...o, ¿debería llamarle su majestad?

-Ni se te ocurra llamarme su majestad. - respondió, sonriendo - A ti no. 

-¿Eh? ¿Por qué? - pregunté, arrastrado por la curiosidad. 

-Si te digo la verdad, no me gusta mucho que me llamen así, con tanta superioridad, y sólo la gente que tiene confianza de verdad en mí me llaman Yoongi a secas. No quiero que me llames su majestad, porqué no soy mejor que tú. Que nadie, en realidad. Por eso, del mismo modo que yo te llamo Jimin, quiero que tú me llames Yoongi. No quiero ser alguien con quien tengas que ser muy educada, me gustaría que fueras tú misma cuando esté a tu alrededor. No quiero ser una cuerda que te ate, más bien un campo en el que puedas correr libremente. 

Dama de la corte | YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora