Chapter three

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El entrenamiento de Artemis era pesado, siempre hacia cien flexiones, después corría por treinta minutos luego desayunaba y venía agua, para después empezar a practicar con la espada.

No tenía tiempo que perder, habían pasado días desde que volvía del Reino y sentía algo en ella, como si la llamarán de allá, no queriendo darle importancia siguió con su entrenamiento, el atardecer comenzaba a caer dejando ver la bella noche y desde la colinas donde la luz se pierde lograba ver como de su pueblo salían rayos.

- ¿Qué demonios estas haciendo Artemina? - se preguntó partiendo a su reino.

Mientras tanto con Sinbad y la reina.

- Insolente - le dijo la rubia a Sinbad - ¿No sabes hacer algo ma aque correr? Pero tengo algo de lo que no podrás escapar.

Muy orgullosa y segura de sus poderes, las dos cabezas a sus espalda expulsaron hielo y rayo respectivamente y ella con su cetro expulsada fuego.

- Fuego, hielo y rayo - sonrió engreída - La poderosa aniquilación mágica que combina los tres elementos.

Empezaban a combinarse creando una gran cantidad de poder, a lo lejos Artemis veía la gran incesatez que su hermana estaba por cometer, si lanzaba ese ataque destruiría el Reino.

- ¡Te convertirme en ceniza! - su tercer ojo se abrió - ¡Magia máxima! ¡Cerbero Kalv Volkessa!

Pero antes que siquiera pensará dos veces en lanzarlo, Artemis pero por detrás empujandola levemente, era un hechizo de concentración y ella al empujarla levemente logró distraerla apenas dejando atónita y confundida.

- ¿Pero qué...? - preguntó Artemina viendo a su hermana - ¿Qué haces? - le preguntó molesta.

- Eso debería preguntárselo a ti - le dijo.

La reina vio a su hermana ¿ella igual era una conquistador de calabozos? ¿Ama de un djinn? ¿Candidata a reina? Su aspecto era distinto al de su hermana menor, completamente distinto.

Su cabello se había aclarado apenas, seguía teniendo sus ojos azules, pero ahora tenía alas, unas hermosas alas de Ángel tan blancas como las nubes y vestía ropas extrañas, la envolvía una luz parecía casi una divinidad.

- ¿Acaso estas loca Artemina? - preguntó.

- ¿Porque?

- Terminarás haciendo añicos el Reino con ese ataque, insensata - dijo su hermana cruzandose de brazos molesta.

Artemis vio detrás de su hermana con quien peleaba, su vista estaba puesta en Sinbad el marino. Este la veía extrañado pero maravillado por tal belleza, una joven hermosa y con carácter, así le gustaban a él. 

Artemina sintió irá d pronto, ser interrumpida por su hermana menor le enfado muchísimo, quiso atacarla pero la castaña fue más rápida.

- ¿Cómo conseguiste un djinn? ¿Cuándo...?

- Nunca me detuviste cuando me iba querida hermana, en uno de mi viajes conquiste un calabozo - contestó seria - yo soy ama de Apolo, el djinn de los dioses - contestó dejando a todos incluso a Sinbad sorprendido.

¿Djinn de los dioses? Jamás había escuchado hablar de uno de esos, aunque eso explicaba su apariencia porque era un obvio que esa no era su apariencia, las mujeres de Artemyra eran rubias y está era castaña algo clara.

Momento ¿acaso le dijo hermana? Pensó Sinbad y tripulación, nunca se enteraron de eso.

- Djinn de los dioses o no, no dejaré que interfieran en mis asuntos - habló sería la reina atacando a su hermana.

Tu pirata soy yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora