Chapter Eleven.

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- ¿Artemisa? - preguntó Vittel - ¿Te refieres a...?

- Exacto - interrumpió Eris - Es la diosa de los animales salvajes, el terreno virgen, los nacimientos, la virginidad y las doncellas, que traía y aliviaba las enfermedades de las mujeres...

- No lo hagas, Eris - dijo en advertencia Apolo.

- Hija de Zeus y Leto, hermana melliza del Dios del sol, Apolo. Juntos a ellos integra el panteón de los doce dioses olímpicos.

Y como valde de agua fría cayó esa información en ella, se dejó caer de rodilla sen el duro suelo de rocas con lágrimas saliendo a mares de sus ojos y aún procesando lo dicho por la diosa de la discordia, Eris. Sinbad quiso acercarse pero de los cabellos de Eris salían serpientes negras de ojos rojos impidiendoles el paso a los marinos de acercarse a la joven quien yacía arrodillada en el suelo, con la cabeza agachada y lágrimas brotando de sus ojos y cayendo al suelo.

- Ni un paso más - advirtió la diosa de la discordia - o mis queridas mascotas se encargarán de ustedes.

- ¿Porque hiciste eso? - preguntó con rabia el hermano de la castaña.

- Porque ella quiere fuera del camino a tu hermana querido sobrino - se escuchó otra voz, pero esta vez era masculina.

De la lágrimas de la diosa Artemisa que estaban en el suelo empezó a salir a hombre de barba larga blanca, con cuerpo de humano hasta su torso y con miembro inferior de pulpo, cargaba en su mano izquierda un tridente de oro y en su cabeza llevaba una corona dorada.

Levantó la cabeza de la diosa de la noche y ella lo vio asustada mientras sus lágrimas se acaban a causa del Dios de los mares, Poseidón.

- Tanto tiempo sin verte, Artemisa y sigues hermosa como siempre - le dijo el dios a la chica.

- ¿Cómo llegaste aquí Poseidón? - rugio Eris claramente enfadada.

- ¿Desde cuándo se volvió una reunión familiar? - preguntó Mystras viendo todo.

Poseidón fijo su vista en los cuatro chicos humanos, pero abrió los ojos de par en par al ver a uno en específico, sonrió aliviado al ver a Sinbad para después ver a Eris.

- Después de todo Artemisa logró cumplir su misión. No importó todos esos obstáculos que pusiste en su camino Eris.

- Aún no conquista el calabozo - recordó la pelinegra.

- ¿Qué pasa si Sinbad no conquista el calabozo? - quiso saber Jafar. 

- No podrá convertirse en rey - contestó la castaña parandose - mi misión es encontrar al candidato a rey para que la balanza entre el bien y el mal este nivelada. Eris a estado interviniendo en eso, por eso han habido varios destrozos en todos lados, la balanza se equilibra más en el lado malo.

Camino con seguridad desde donde estaba hasta su hermano Apolo, mientras avanzaba su cuerpo comenzaba a brillar de manera radiante y grandes alas comenzaban a crecer en su espalda, transformándose en su verdadera forma, una linda diosa con armadura blanca acompañado detalles dorados y una espada.

- Pero eso se acabó - susurró la diosa de la luna - porque yo... Artemisa, diosa de la caza, virginidad, alumbramientos y de la luna te detendre a como dé lugar.

Con la aparición de Poseidón la chica había recuperado sus recuerdos, nunca pasó lo que ocurrió en la leyenda que los humanos contaban, todo lo contrario. Eris molesta se lanzó a la diosa Artemisa dispuesta a librar una batalla allí mismo, la castaña voló en dirección al cielo, con su magia creo un arco y flecha disparandola a las estrellas y creando una hermosa luna llena plateada.

- Ataquen mis mascotas - ordenó la diosa de la discordia.

- Apolo cubre a los demás Poseidón, necesito agua - sonrió la chica a lo que él Dios mencionado sonrió también - Y Sinbad... que no te maten.

Y así se desató una batalla entre dioses, humanos, ciclopes, minotauros, sentauros y serpientes negras, Artemis peleaba contra Eris quien ya estaba usando su armadura. Cada Dios tenía armaduras para cualquier batalla, eran especiales y únicamente para ellos que los hacían algunas veces cambiar de apariencia.

Entre dioses se conocían y así como Eris y Poseidón pudieron saber quién era la castaña, el resto de los dioses ya estaban empezando a sentir la energía de aquella chica cuya misión aún no terminaba.

- Rindete, Artemisa. No ganarás - le dijo Eris queriendo cortarla con su espada.

La ojiazul detuvo el corte con su espada y con el doble fuerza regresó el ataque a su oponente dejandola algo aturdida.

- Jamás ¿crees que no se lo que planteas? - ironizó.

- A ver niña lista, iluminame - le dio un golpe en su mejilla haciéndola chocar contra una pared de rocas.

Llegó rápidamente hasta a la diosa y la tomó del cuello haciendo presión contra su cuello y la pared. Eris disfrutaba tanto de esa escena, el aire se escapaba de los pulmones de la joven y cuando la pelinegra creyó que ganaría un corte en su mejilla la hicieron soltarla.

Artemis cayó al suelo tosiendo y agarrando aire exageradamente, gateo lejos de allí aún tomando aire de su entorno tratando de estabilizar su ritmo cardíaco.

- ¿Cómo hiciste eso? - apretando los puños, la diosa de la discordia se tiró a ella.

Artemis fue más rápida y voló a lo alto del cielo hasta donde la luna estaba, dejó sorprendidos a todos cuando la vieron tomar del brillante astro luz plateada.

- Soy diosa de la luna también, no sólo de la caza, recuerda eso.

De esa pisca de luz que tomo de la luna, la envío al agua que Poseidón había creada, sacó con la luz agua formando un precioso arco azul y una flecha con punta brillante. Bajó al agua tomando el arco y brilló cambiando su apariencia otra vez, apuntó hacia Eris sonriendo.

- Luna Nera - susurró la chica antes de soltar la flecha.

Antes que esta impactará contra la diosa pelinegra, desapareció.

- ¿Que pasó? - preguntó la castaña.

Vio al piso y se fijo como todos empezaban a desaparecer también, sus manos emitían un brillo blanco, todos estaban asustados menos Apolo y Poseidón, en un abrir y cerrar de ojos se encontraban en una amplia habitación de pilares de mármol y en frente habían dos dioses que ella desconocía, entre ellos Poseidón, Eris estaba encadenada de manos y pies frente a ellos tres.

Artemis giro sobre su hombro encontrándose a Mystras, Jafar, Vittel y Sinbad, los cuatro tenían unas miradas de asombro y de sus ojos salía un brillo especial al encontrarse en el hogar de la chica.

Así es, estaban en el Olimpo de los dioses y ellos estaban presenciando un juicio contra uno de los dioses, Eris la diosa de la discordia.


Tu pirata soy yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora