Capítulo XXXVII

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Narra Maxi:

Agus: Bueno... en realidad no es una historia muy compleja, ni graciosa..

Martha: Da igual, me entra curiosidad -dijo con una sonrisa.-

Agus: Está bien, pues...

Empezamos contándole la historia. No era nada del otro mundo, pero así teníamos algo de lo que hablar hasta la hora de cenar...

"Queríamos darle una sorpresa a Martha por todo lo que hacía por nosotros día a día. Era algo complicado, porque nuestra amiga era muy especial para nosotros y queríamos hacer algo que le gustase de verdad. Algo tan magnífico como ella, pero ¿Donde encontrar algo así? Era imposible. Estuvimos muchos días pensando. Hasta que vimos lo alegre que estaba siempre haciéndonos fotos. Pero, tarde o temprano, esa cámara se quedaría sin batería, era inevitable. Además, parecía increíble que hubiese aguantado tantísimos días. Cuando se apagase, ya no habría forma de volverla a encender. Por lo que fuimos al pueblo, para encontrar alguna forma de evitarlo.

Hablamos con varias personas, sin encontrar una solución al problema. En el pueblo había cinco casas. Habíamos llamado a tres, y hablado con seis personas. Cuando llamamos a otra casa, un hombre nos abrió y nos ofreció una alternativa. Él se llamaba Rupert y tenía un cable que se conectaba a la cámara de fotos y a un aparatito que guardaba y se encargaba de revelar las fotos. Tipo las cámaras que tienen un revelador incorporado momentáneamente.
Rupert nos dejó el revelador, pero a cambio quería algo. Nosotros teníamos dinero guardado, para el supuesto crucero en el que se suponía que estábamos, pero él no quería monedas ni billetes. Quería otra cosa.

Rupert: No quiero nada material. Quiero que me hagáis un favor, cuando yo os lo pida, sin poner objeciones. -nos había informado.-

Agus: Vale, ¿Que favor es?

Rupert: Oh, aún no lo sé. Solo me debéis un favor, y no os podréis negar en el momento que yo os lo pida. -al final estuvimos de acuerdo con él y volvimos a casa para empezar a imprimir las fotos.-

Tardamos una hora ya que había muchas. Pero... no se las podíamos dar así, sin más.

Agus: Habrá que guardarlas en algún sitio, porque si no se estropearán. Necesitamos un álbum o algo.

Maxi: Si, pero ¿Donde encontramos eso acá?

Agus: Podemos ir al supermercado, haber si por algún casual tienen algo. -estuvieron todos de acuerdo y al día siguiente, subimos de nuevo la pueblo.-

Cuando acudimos al supermercado, la dependienta nos dijo que no tenían nada así. Cuando nos informó de esto, el alma se nos cayó a los pies.

Desconocida: Disculpar, me ha parecido oír que necesitáis un album de fotos. -nos giramos y vimos a Layra. Claro que en ese momento, todavía no la conocíamos de absolutamente nada.

Agus: Si, ¿Tenés uno?

Layra: Da la casualidad de que sí, y no lo uso para nada. Por cierto, me llamo Layra. -nos tendió la mano.

Agus: Pues nos haces un gran favor. ¿Cuanto pides por él?

Layra: ¿Como? Nada, ¿Porque os iba a pedir nada? Este es un sitio pequeño, tenemos que ayudarnos los unos de los otros. Yo os lo regalo, como he dicho, no lo uso para nada. Solo hace que ocupar espacio. -dijo sonriéndonos.- nos llevó a su casa y nos regaló aquel álbum que tanto esperábamos.

Una vez de vuelta en casa, colocamos todas las fotos en sus lugares. Pero enseguida se nos presentó otro problema.

Agus: ¿Y se lo vamos a dar así? ¿Sin más? ¿No sería mejor hacerle una comida o algo así en un lugar bonito?

Maxi: Tienes razón. Pero, ¿Donde? ¿Como? ¿En el lago?

Agus: ¡Ya esta! ¡Lo tengo! -le miré, interrogante- podríamos quedarnos a comer en la zona esa tan bonita a la que nos llevó, la de los peces de colores.

Maxi: ¿Y si vamos mejor a dormir? ¿Y cenamos también?

Agus: Pero los lobos...

Maxi: Los lobos no pasarán, porque hay que bucear para entrar.

Agus: Entonces también se nos mojará el álbum. Porque ¿Como lo entramos? Si hay que bucear, no podremos llevar nada al otro lado.

Maxi: Tiene razón... ¿Que hacemos?

Agus: Podemos buscar otra entrada...

Maxi: ¿Habrá alguna?

Agus: Por probar... -fuimos al lago y subimos a una parte alta que debía ser justo lo que hay encima de la cueva y nos pusimos a buscar.
Estuvimos horas buscando y pensando como podríamos ir a la cueva sin mojarnos ni mojar las cosas.-

Maxi: Agus, esto es imposible... no hay manera.

Agus: ¿Y si...? Bueno, no, da igual, es una tontería.

Maxi: ¿El que?

Agus: Nada, déjalo.

Maxi: Va, ahora dilo -Agus suspiró.-

Agus: Haber, se supone que estamos encima de la cueva, que este suelo es el techo de allí, entonces, había pensado en cavar un agujero y nos llevaría al otro lado ¿No? Pero es una tontería, olvidarlo.

Maxi: No, está bien, es una buena idea, podríamos hacer eso.

Agus: Pero no sabemos cuanto grosor tiene el suelo, podríamos pasarnos días cavando.

Agus: Pero se puede intentar... -al final, no muy convencidos, fuimos a buscar palas y, daba la casualidad, de que Martha tenía un arsenal completo de ellas.-

Intentando pasar desapercibidos, las cogimos y volvimos al lugar de antes.

Agus: Habrá que cavar en una parte donde la tierra esté blanda. -buscamos un trozo de tierra bueno y nos pusimos a cavar.-

Cuando empezó a caer el sol, aún no habíamos llegado al otro lado, por lo que decidimos continuar al día siguiente. Estábamos completamente reventados.

Las estrellas no son de campo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora