Capítulo XXXI

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Narrador anónimo:

Agus: Vaya, así que vamos a grabar una canción nueva. -dijo leyendo la letra que aparecía en la página- depende del ritmo que le hayan puesto puede ser muy chula. ¿Nos tendrán preparado ya el vídeo para cuando volvamos?

Maxi: Seguramente.

Agus: Oye, una cosa ¿Cuando tendríamos que volver supuestamente del crucero?

Maxi: El... veinticinco de julio ¡¿El veinticinco?! -los dos pusieron caras preocupadas.-

Martha: ¿Que pasa?

Agus: Pues que el camionero no volverá hasta el uno de agosto. Y si el veinticinco no estamos en el puerto se van a preocupar.

Martha: ¿Y que hacemos?

Agus: ¿Sigue el del camión en el pueblo?

Martha: Creo que si, se irá después del atardecer -los dos miraron en dirección al sol. Estaba empezando a ocultarse tras el horizonte. El atardecer.- Si queréis hablar con él tendremos que ir ya al pueblo.

Agus: No nos va a dar tiempo.

Martha: Si voy yo con uno de vosotros en Aquiles, si.

Agus: Vale, ¿Quien va?

Maxi: ¡Yo! -Agus le miró- me gusta ir en Aquiles... -dijo encogiéndose de hombros.-

Martha: Vale, vamos. -fueron corriendo a la parte de atrás, donde les esperaba el caballo negro.-

Martha se subió a él con ímpetu y le tendió la mano a Maxi para ayudarlo a subir.

Martha: Vale, ¿Que le tenemos que decir?

Agus: Que si puede venir a buscarnos el día veinticinco aquí, para llevarnos a Argentina, dile que es muy importante.

Martha: Vale, ahora venimos. -tiró de las riendas del animal y se dirigieron en dirección al pueblo.-

Llegaron a la única calle que había y Martha paró a Aquiles.

Martha: ¿Dónde estaba el camionero?

Maxi: En el banco que hay detrás de la última casa. -la muchacha llevó a Aquiles hacia donde le decía Maxi y, tal y como había dicho, allí estaba el camionero.-

Pararon enfrente de él y Martha desmontó del animal. Maxi hizo lo mismo.

Martha: Hola, Kurt, ¿Que tal?

Kurt: ¡Martha! Así que estos chicos están contigo ¿Eh?

Martha: Son unos amigos.

Kurt: Han venido por la mañana a hablar conmigo, para que les llevase a Argentina el mes que viene.

Maxi: Si, pero... ha habido cambio de planes.

Kurt: ¿No os vais?

Martha: Si, lo único es si podrías venir a buscarlos el veinticinco, no el día uno, o mandar a alguien para llevarlos a Argentina.

Kurt: Buf... es que no me corresponde venir aquí hasta el día uno.

Martha: No vengas como el reponedor de alimentos, ven simplemente como Kurt, con el coche... no sé.

Kurt: Está bien -el hombre fornido suspiró- pero porque eres tú ¿Eh?

Martha: Muchas gracias Kurt. Cuando vengas, pasa a buscarlos a mi casa, al bosque.

Maxi: Muchísimas gracias.

Kurt: No hay de qué. -se despidieron y montaron de nuevo en Aquiles, para volver a la casita de Martha.-

En su rostro se reflejaba una sombra de tristeza. Se irían antes. Eso eran seis días menos de estar con ellos. Les echaría muchísimo de menos.
Y por la sombra que se apoderó de la cara de Maxi, él estaba pensando lo mismo...

Las estrellas no son de campo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora