Capítulo XXXIX

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Narrador anónimo:

Maxi terminó de hablar.

Maxi: Esa es la historia.

Agus: Como ves, no fue fácil montar todo esto.

Maxi: Pero por una persona como vos, merece la pena.

Martha: Chicos, de verdad, sois las personas más maravillosas que he conocido.

Agus: Vos conseguís sacarnos una sonrisa cada día. Quedan muy pocas personas como vos, y por eso queríamos hacer todo esto, para que estés contenta y te diviertas, para que sepas que nos importas mucho. -Martha no pudo contenerse más. Y lloró. Las lágrimas salieron de sus ojos como un río desbocado.-

Agus: Hey, no llores enana -los dos se acercaron y le dieron un gran abrazo.-

Martha: Es que... todo esto... es tan... -sacudió la cabeza confusa, ya que no encontraba una palabra para definir algo tan perfecto.-

Agus: Te lo mereces más que nadie, morena.

Martha: Yo no soy morena, el moreno aquí eres tú -dijo secándose las lágrimas.-

Agus: Tu pelo es o moreno oscuro o castaño claro, prácticamente marrón, yo me inclino más por el moreno oscuro.

Martha: No soy morena -repitió ella.-

Maxi: Yo creo que sí.

Martha: No

Agus: . Bueno, vamos a dejar aparte esta conversación sobre el color del pelo de Martha -dijo riéndo.-

Martha: Si, mejor. ¿Que tenéis preparado?

Agus: Lo primero comer, por favor, me muero de hambre. -todos estuvieron de acuerdo.-

Agus cogió una mochila que descansaba en el suelo y sacó tres bocadillos. Cada uno cogió el suyo y comieron haciendo bromas, hablando, pasándolo genial.
Cuando sus estómagos estuvieron satisfechos, se quedaron verdaderamente bien.

Agus: ¿Nos bañamos?

Martha: No sé, como queráis. -los dos asintieron entusiasmados.- bueno, pues mientras os cambiaís vuestros maravillosos trajes por el bañador, yo voy a ir al lago, a la parte que da al bosque.

Agus: ¿Y los lobos?

Martha: Los lobos no se bañan, negrito. Tranquilo, no voy a salir al bosque. Y una vez que os cambiéis y vengáis conmigo podemos bañarnos en esta parte, con los peces de colores.

Maxi: Yo voy con vos, no me he cambiado, aún tengo la ropa mojada así que no importa.

Agus: Tener cuidado.

Maxi: Si papá -dijo riendo.-

Se tiraron al agua y bucearon hasta la otra parte.
Unos diez minutos después apareció Agus. Estuvieron jugando, salpicándose, haciendo aguadillas... Se lo pasaban genial juntos, y todos intentaban no pensar en que solo les quedaban diez días allí. Por eso los chicos querían aprovechar los mejores momentos con Martha, porque no querían olvidar nunca a esa persona tan especial que les hacía sentir ellos mismos. No dos chicos famosos. Con la muchacha podían ser ellos, solo unos amigos que se lo pasaba bien y que habían ido allí a pasar un tiempo.

La luna dejaba su reflejo en el agua e iluminaba con su resplandor a las seis personas que se divertían en el agua, como amigos de toda la vida, como si se necesitasen desesperadamente los unos a los otros, y así era, aunque todavía no sabían... que si faltaba uno de ellos, era como arrancar una pata a una silla...

Las estrellas no son de campo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora