Capítulo XXII

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Narrador anónimo:

Ya iban dos días absolutamente perfectos para Martha, Maxi y Agus. Los chicos estaban nerviosos por la siguiente sorpresa preparada por la chica ¿Que sería? Ella también tenía ganas de poder decirles cual era, pero no podía, por algo se llaman sorpresas.
Cuando montaron en trineo, Martha sintió algo raro al estar con Maxi. Ella no pensaba que pudiese ser amor, era imposible. O eso decía. ¿Estaría enamorada? Seguramente no lo admitiría, ni si quiera para sí misma, pero sí que lo estaba, solo que todavía no se había dado cuenta ¿Y que pasaría? ¿Maxi siente lo mismo? Pues el aún ignora si dentro de él hay algún sentimiento pero, tal y como están las cosas, pronto se dará cuenta.

La tarde siguiente, la chica los guiaba de nuevo por el bosque. Martha llevaba la cámara, como siempre. Tal vez ella no lo sepa pero, en los dos días anteriores, los chicos le habían cogido la cámara y, en la memoria del aparato, se guardaban fotos de ellos en las lianas y en el trineo.

Martha: Bueno, no se si os estareis dando cuenta o no, pero os llevo al lago.

Agus: Pues no hemos cogido bañadores.

Martha: Ya lo sé, está todo allí.

Maxi: ¿Has rebuscado en nuestra ropa?

Martha: Tranquilo, no he visto nada que no debería haber visto -dijo sacándole la lengua. Los dos rieron.-

Llegaron al lago, allí estaban sus mochilas de la piscina.

Martha: Vale, poneros los bañadores por ahí, donde no se os vea, por favor. -volvieron a reir. Los dos cogieron sus bolsas y se fueron a cambiar. Martha se quitó la camiseta ancha, el pañuelo del pelo y los pantalones. Se quedó en mayas y camiseta de manga corta.
Entró en el agua y, cuando oyó que los demás venían, se sumergió para que no la vieran.

Agus: ¿Donde está Martha?

Maxi: Se habrá ido a cambiar...

Agus: Dijo que ella no usaba bañador, que se metía en el agua con ropa. -la empezaron a llamar.-

Se acercaron al borde del lago y, de repente. Martha salió y les empezó a mojar. Agus, que era el que estaba más cercano a la orilla, se cayó hacia atrás del susto. La muchacha, desde dentro del agua, se empezó a reir.
Maxi había visto la cámara en el suelo y la cogió. Hizo algunas fotos y la dejó otra vez en su sitio.

Agus: Te arrepentirás de hacernos esto. -le dijo sonriendo a Martha. Se tiró al agua en bomba y Maxi le siguió.-

Hicieron el tonto en el agua durante una hora, hasta que Martha silbó muy fuerte para que la oyeran.

Martha: ¡EY! -los chicos la miraron- aunque nos lo estemos pasando bien, esta no es la siguiente sorpresa. ¿Sabéis bucear? -dijeron que sí- bien, seguirme. -la chica fue al final del lago y se sumergió. Los dos la siguieron.-

Pasaron por un agujero en la roca por debajo del agua. Era una cueva. La chica los miró y les señaló la superficie. Los demás entendieron y, dentro de ese lugar, volvieron a la superficie.
Estaban dentro de la cueva. Estaba algo oscuro pero se veía bastante bien.

Martha: Vamos -fue a la orilla y salió.-

Agus: Vaya, esto... es precioso. -el lugar daba un aire mágico. Las paredes eran de piedra.-

Salieron del agua. Pasaron por una especie de arco y llegaron a otra parte de la cueva. Era muy similar. En el centro de esta, había más agua, parte del lago.
La muchacha se arrodilló al lado del agua, contemplando la superficie del líquido. Los chicos se le unieron y vieron lo que había allí.
Peces, de muchos colores. pero no los peces normales, si no completamente diferentes. Parecían irradiar una luz sobrenatural y era realmente magnífico ver eso.

Martha: ¿Os gusta?

Agus: Muchísimo. -tenían los ojos iluminados.-

Martha: ¿Queréis meteros?

Agus: No, si no se irán los peces y es maravilloso verlos.

Martha: Increíblemente, puedo aseguraros que no se irán. Tú te metes en el agua y algunos se apartan pero no se van, puedes nadar con ellos, incluso tocarlos. Parece mentira pero es verdad, y lo podéis comprobar vosotros mismos. Y si no, os lo perdéis -les sonrió y ella empezó a meterse en el agua. Tal y como había dicho. Los peces no se fueron y algunos se acercaron a tocarla. Se sumergió y desde la superficie, los demás pudieron ver como nadaba con los animales y como los tocaba. Volvió a subir.-

Martha: ¿Ahora me creeis? Venga, vamos. -muy impacientes, entraron al agua.-

Nadaron con los peces, los tocaron. Bromearon entre ellos. Fue una tarde verdaderamente mágica y especial.

 Fue una tarde verdaderamente mágica y especial

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