Remember •|Always, Vol. 2|•

Remember: 27

Riley Estuvo despierta un buen rato después de que llegamos al hotel. A veces se recostaba en la cama, pasaba un rato y se levantaba a mirar por la ventana. Era algo bastante extraño. La sentí nerviosa y sus dolores de estómago volvieron... Creo que no debí traerla conmigo.

Pasó un rato y se tranquilizó un poco. Dijo que quería galletas, así que le pedí a Richie que bajara con ella para que las escogiera mientras yo organizo unas cuantas cosas para mañana. Creo que lo mejor sería llevarla al médico, aunque tampoco haré que vaya si no quiere.

Regresaron a los pocos minutos y mi hermosa nena traía un paquete de galletas en una mano y un café en la otra. Es increíble como luego de tanto tiempo siga comiendo lo mismo. Sólo que ahora noté algo diferente. Está comiendo galletas con canela, cosa que nunca hace. Supongo que se decidió a probarlas.

Le dió las buenas noches a Richie y él se dirigió de nuevo a su habitación. Supongo que iba a llamar a Emma, ya que no ha dejado de balbucear que la extraña desde que llegamos aquí, aunque yo insisto en que la chica necesita descansar un poco de ese arbusto andante.

Riley encendió la televisión y de acostó por todo lo ancho de la cama, apenas dándome espacio junto a ella. Puso alguna película que encontró por ahí y se dedicó un buen rato a comer sus galletas y a ver la televisión mientras yo escribía un rato. Después de un tiempo, sonó el teléfono. Era la recepción avisándome que alguien había dejado algo para mi abajo, así que simplemente bajé. 

Encima del recibidor había algunas cosas. Tarjetas, arreglos florales, y entre muchas otras cosas, me dieron una pequeña caja de cartón pintada de negro. No era muy grande, cabía en la palma de mi mano y adentro sólo tenía una pequeña rosa negra a punto de marchitarse. Nunca me habían regalado algo como esto. Es algo inquietante hasta cierto punto.

Como sea... no tiré la caja. Seguramente eso llevaba ahí algunos días sin son y sin agua, y no sería muy lindo de mi parte tirar los regalos de nuestros fanáticos por más perturbadores que estos me resulten. Alguna explicación debe tener, pero no quiero buscarla ahora. Sólo quiero subir a recostarme con mi mujer a leer lo que nos trajeron.

En el camino, como cuando bajé, subí por las escaleras. El ascensor no funciona, así que... Ya qué.

Iba por el tercer piso y choqué con alguien. Una chica con el cabello algo rojizo que bajó la mirada al instante de que chocamos. Todas las tarjetas que llevaba en las manos separadas por nombres para los chicos terminaron hechas un desastre en el suelo junto a la caja de la rosa negra. No me dijo nada, simplemente se levantó y se alejó de ahí lo más rápido que pudo.

-¡Gracias, estoy bien! - Le grité con sarcasmo mientras la veía alejarse y me dispuse a recoger todo lo que quedó en el suelo. Traté de subir con más cuidado mientras organizaba todas las tarjetas nuevamente. La mayoría de ellas son para Richie, aunque los demás no se quedan atrás en el número.

Cuando llegué a la habitación, Riley estaba sentada en la cama tocándose el estómago. últimamente hablaba mucho de querer reducir su talla un poco, pero yo insisto en que así está perfecta.

—¿No crees que ya estoy un poco pasada de peso?

—¿Qué tal tus galletas y tu café? - Le respondí riéndome.

—No es chistoso.

—Nunca dije que lo fuera, Sólo fue una pregunta.

—Al parecer te agrada hacerme preguntas que no vienen al caso.

—¿Qué te molestó ahora?

—No estoy molesta.

Intenté pasarle la mano por el cabello, pero ella se corrió al instante.

—Si lo estás. ¿Qué te pasa?

-¡Dije que no tengo nada!

—Deja de gritar, o te echarán pensando que estás loca.

—Eres insoportable.

Tomó su chaqueta y las llaves de la habitación y salió hecha una furia. Lo último que alcancé a escuchar fue el portazo que dió al cerrar la puerta. Nunca había visto en ella un cambio de actitud como este. Espero que sea porque no ha dormido bien, o por el cambio de horario o por el frío, pero sea lo que sea, esto no es normal en ella.