Remember: 34

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No había nadie en el hotel cuando regresé. Todos estaban en el hospital cuidando de Riley, y yo estoy aquí, coordinando los malditos vuelos para irnos de aquí pasado mañana.

—Es importante que lleguen a tiempo, Jon.

—Doc, eso ya lo sé.

—Entonces llega a tiempo.

—Doc... — Tomé aire, intentando tranquilizarme. —Mi mujer está en una situación crítica... Podría perder al bebé, y lo último que necesito son todavía más presiones.

Lo escuché decir unas cuantas cosas al otro lado de la línea y suspiró. —Te entiendo, amigo. Escucha; no te preocupes por esto, yo me haré cargo. Ve a ver a tu esposa y a tu hijo.

Le agradecí todo lo que pude y siguió diciéndome que no me preocupara, que me enviará los boletos al correo, pero me pidió de nueva cuenta que tomáramos el vuelo a su hora correspondiente, y le prometí que así será.

Tu esposa, dijo... Si. Que afortunado sería si esa mujer se convirtiera en mi esposa.

Tomé mi abrigo y la llave de mi habitación y me encaminé hacia el piso de abajo y a la salida. El día sigue estando sumamente gris, y creo que va a llover, pero eso no me importó un carajo, así que comencé a caminar hasta que llegué a la clínica. Ahora sí usé el ascensor, e intenté no cruzarme por esos pasillos tan horribles que se llenan de gritos.

Llegué al piso donde estaba mi mujer, y todos los chicos estaban afuera, conversando entre ellos. En un principio tuve miedo de ir y pararme frente a ellos, sobre todo de David, pero no tuve opción, caminé hacia ellos en completo silencio, sentía que iba caminando hacia mi condena, y no es para menos.

—Hablando de hombres imbéciles... — Dijo David cuando llegué a ellos.

—Si, gracias... Me halaga que hables de mi.

—Vete al demonio, Jon.

—Nadie te pidió que vinieras.

—¡Cállate, idiota!

Se levantó y se abalanzó contra mi, estrellándome contra la pared.

—¡David!

—¡Callense todos! — Una vez dicho eso, volvió a mi, con los ojos cargados de ira. —¡Casi la matas, imbecil!

—¡Ya lo sé! ¡Ya arreglé todo!

—¿Ah, si? ¿Y qué me dices de tu novia? ¡Casi pierde a ese niño por tu culpa!

—¡No es tu hijo, David!

—¡Cállate! — Me empujó nuevamente contra la pared. —¡Yo vi lo que intentaste hacer! ¡Fui yo quién te quitó de encima de ella! ¡Con un padre como tú, cualquiera quisiera no ser tu hijo!

—¡David, ya basta!

Y fue ahí cuando todo regresó a su lugar.

Mi hermosa nena estaba parada en la puerta de su habitación, sosteniendo una bolsa de suero en su mano, la cuál se conectaba a sus venas por medio de una aguja en su dorso derecho, y con esa misma mano, se sostenía el vientre.

—Por favor... Sueltalo.

David tardó unos segundos en ceder ante su petición, pero me soltó, y sentí un gran alivio cuando lo hizo. La carita de Riley estaba pálida, parecía que se rompería en cualquier momento, y me sentí horrible por ello.

—¿Qué quieres, Jon?

—Molestar. — Respondió Tico por mi. Maldito idiota.

—Verte, cariño...

—Pues ya me viste. ¿Qué más quieres?

Me acerqué un poco a ella, pero por su parte no me dio gesto alguno.

—Saber cómo estás... Cómo está el bebé...

Soltó una pequeña risita al escuchar eso último. —¿Ahora ya no es el bebé de Richie?

—Ojalá lo fuera.

—David, dije que te calles.

—No lo hagas callarse, Jon... Sólo está repitiendo lo que tú dijiste.

—Rye, por dios...

—¡No, Jon! ¡Fuiste tú quien dijo que MI bebé no era tu hijo!

—Es mi hijo.

—Si yo no quiero que lo sea, no lo será.

—¿Qué...?

—Dije que no quiero estar con alguien que no confía en mí, no quiero estar con alguien que cree más las palabras de una extraña, ¡Es una extraña! Y permitiste que te dijera esas horribles cosas acerca de mi... La dejaste hablar de mi, de mi vida, de lo que tengo contigo como si yo fuera la peor persona del mundo, y no me defendiste... Dejaste que ella dijera todo eso, dejaste que me humillara. —  Se limpió las lágrimas que caían por los bordes de sus ojos y tomó aire para seguir hablando. —Y mi hijo no va a estar con alguien que piensa que su madre es la peor persona del mundo, y una maldita mentirosa. ¿No es así, Jon?

—Mi vida...

—¡Dije que no! — Se sentó en una de las pequeñas bancas que estaban ahí solamente para tomar aire. Se notaba que comenzaba a marearse y David se acercó inmediatamente a ella. —Iré a Nueva York con ustedes... Solamente porque no tengo opción... Pero en cuanto regresemos a Los Ángeles voy a largarme de ese departamento.

—Rye, no me hagas esto...

—Tú me lo hiciste a mi.

Remember •|Always, Vol. 2|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora