𝕮𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 1

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Narra _____

—¡Levántate! –volvió a insistir mi hermano.

Me removi en las sábanas ignorandolo.

—¡_____!, o te levantas o...  –penso en alguna amenaza, al parecer ya cansado de tanto insistir.

Gruñi y me levanté sin siquiera abrir los ojos por completo.

—Listo, ¿contento?–me dirigi a él con una mirada asesina. Él estaba cruzado de brazos apoyado en el marco de la puerta.

Mi hermano, Gael, es el mayor pero solo con un año. Va en último año de secundaria y aunque aveces parece maduro no lo es para nada y casi siempre hace su berrinche para que yo haga lo que quiere, como ahora.

—Más te valía, llegas tarde y no quiero que después me culpes a mi por no hacerte despertar –me recriminó levantando una ceja.

—Bien, ahora sal que me tengo que cambiar.

—¡Ah si!, –hizo un ademán como si se hubiera acordado de algo–. ¿Viste mis tenis?– cuestiono interrogandome con la mirada, rodee los ojos.

—¿Por qué tendría que saber donde están tus tenis? –pregunte haciendo una mueca, confundida y a la vez algo molesta por su insistencia.

—No se, talvez porque te quieres vengar de algo que te hice –dijo obvio.

—No, no los vi ni les hice nada –lo empujé fuera de mi habitación.

Sin ganas me saliste para el colegio y baje para desayunar algo, de todas maneras hoy llegaría tarde a clases, Gael ya se había ido a si que estaba sola en mi casa. Mis padres como todos los días desaparecen muy temprano por su trabajo.

Llegue corriendo al colegio y subí de igual forma las escaleras para llegar a mi salón que se ubicaba en el tercer piso. Me pare agitada frente a la puerta recuperando un poco el aire que perdí tras correr tanto.

Se escuchaba a la maestra dando su clase con su voz particular, casi a gritos, me animé a tocar la puerta.

Suspire, toque la puerta y nada, una vez más y nada, lo intente de nuevo con más fuerza e impaciente.

-Si no habré me iré al patio a esperar la otra clase- dije en voz muy baja como una amenaza a la maestra, como si ella me escuchara o le importara.

La puerta se abrió de golpe haciéndome sobresaltar. La vi y una sonrisa inocente se me formó en los labios que se me borró al ver que ella tenía una ceja alzada y una seriedad que asustaba.

—¿Estás son horas de llegar ______?(tu apellido) –espetó parándose en una postura más firme.

—Lo se –trage saliva y segui–, tuve un inconveniente –me limite a decir.

Me miró de pies a cabeza.

—Pasa –dijo sin más. Me alivie de que no me pida más explicaciones como otros profesores.

Entre buscando un lugar donde sentarme. Catalina extrañamente me hacía señas mostrándome una silla vacía a su lado, me acerqué a ella y sente sacando mis libros mientras la profesora seguía con su clase.

—¿Por qué llegaste tarde? –me pregunto en susurros, Catalina. Y antes de que me deje responder siguió–. Tengo planeado hacer una fiesta –sonrio.

Frunci el ceño.

—Nos ayudarás ¿cierto? –junto sus manos y formo un puchero en su rostro.

—¡Claro! –le respondí en voz baja– en dónde...

—Ustedes –la maestra nos señaló– silencio y atiendan la clase –nos fulminó con la mirada.

Ambas solo atinamos a asentir fingiendo escribir lo que estaba escrito en la pizarra.

En el receso salí con Catalina y Luciana, son lo más cercano a amigas que podría tener, no lo son en todo el sentido de la palabra por el simple hecho de que solo me toman en cuenta en cosas como las de trabajos de clase u otras cosas, ejemplo, ayudarles a organizar cualquier fiesta. Debo admitir que me distraigo y divierto organizandolas.









𝐌𝐞 𝐡𝐢𝐜𝐢𝐬𝐭𝐞 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora