𝕮𝒂𝒑í𝒕𝒖𝒍𝒐 11

222 12 0
                                    

Narra _____

—Vamos a la cafetería que tengo hambre –dije a Izan en cuanto nos encontramos en los pasillos.

—Un hola no caería mal –este bromeó parándose a centímetros de mi.

Me contagió su sonrisa.

—Agh hoy no desayune –añadi sintiendo como mi estomago sonaba pidiendo comida.

—Vamos, pero espérame un rato –dio unos pasos en dirección a un grupo de chicos, sus amigos, y luego volvió donde mi–. Ahora sí, vamos

—Izan por mi no hay problema si prefieres ir con tus amigos –dije al ver que últimamente se la pasa todos los recesos conmigo y ya no con sus amigos como lo solía hacer antes.

—No, prefiero estar contigo –contestó muy seguro de sus palabras–. Me divierto más contigo y eres mi mejor amiga –empezó a caminar y yo lo seguí su ritmo.

—Que lindo –le di un corto abrazo mientras seguíamos caminando.

Nos acomodamos ya con nuestros desayunos en una mesa que apenas pudimos encontrar por lo lleno que estaba el lugar.

—_____, al fin te encuentro. –Mike se paró frente a mi mesa sin percatarse de Izan sentado frente mío–. ¿Qué dices si hacemos el trabajo juntos? –pregunto directo sin esperar respuesta de mi parte ante su repentina aparición.

—Mike, hola –salude entre dientes acompañado de una sonrisa sin ganas.

—¿Aceptas hacer el trabajo? –volvió a preguntar impaciente.

—¿Por qué me lo vienes a decir ahora cuando estoy desayunado? –le pregunté señalando mi jugo.

—Para así buscar a alguien más –me respondió encogiéndose de hombros mirando a sus alrededores.

Mire de reojo a Izan quien comía de su desayuno tranquilamente, parecía estar en su mundo.

—Bueno –me rendí. A pesar de que Mike a veces es muy insistente y molesto, es un chico muy simpático, y no lo digo solo de lo físico, también es uno de los mejores del salón y no tengo con quien hacer ese trabajo.

—Bien, entonces hablamos – sonrio y se dio media vuelta para retirarse sin percatarse de que su vaso con al parecer ensalada de frutas cayó en nada más y nada menos que Izan.

—¡Hey! ¿Qué te pasa? –le reclamo Izan poniéndose de pie y sacando algunos trozos de frutas que le cayeron en su pantalón y parte de su camisa

—Uy lo sintió eh –Mike se disculpó con una risita nerviosa, levanto al mirada de todo lo derramado en el suelo y se encontró con la mirada que le lanzaba Izan–. ¿Y tú quién eres? –le pregunto curioso al ver que estaba en mi mesa.

—Mike es mi amigo. –le conteste de repente–. Mira lo que hiciste –me acerqué a Izan para ayudar con ese desastre.

—Ya me disculpe –levanto ambas manos fingiendo ser inocente–. Nos vemos –y dicho eso se fue alejando.

—Es un idiota –dije en voz baja y volvi mi vista a Izan. Él se seguía limpiando lo manchado con una servilleta y una leve mueca de asco.

Me mordi el labio para no reírme de lo divertido qu era Izan haciendo esa mueca.

Fuimos al baño para que se limpie mejor, obviamente lo esperé afuera, unos minutos después Izan salió del baño.

—Se limpió algo –dijo haciendo una mueca.

—Estas mojado –comenté lo obvio.

—Tuve que mojarme o si no se me iba a pegar –explicó.

—No había opción –hice una mueca con los labios–. Vamos al sol para que seque algo.

—La segundo vez que alguien me tira algo –me miro refiriéndose cuando yo de derrame el refresco en la fiesta.

—No fue mi intención eh –lo señalé con un dedo.

Se río negando.

—Ya lo se

—Si no fuera por eso ahora no estaríamos juntos –sonreí inocente.

—Tienes razón –Izan concordó conmigo–. Fue el destino –bufo.

Rei.

—Ay Izan –involuntariamente lo tome de la mano y lo jale hasta un lugar vacío. Ese lugar donde solía ir aveces para estudiar cuando no lo había hecho, porque el lugar era tranquilo y casi nadie pasaba por ahí. Lo más lindo es que es bajo un árbol.

—¿Dónde me trajiste? –me dijo Izan ni más lo solté y me fui a sentar bajo el árbol que daba una sombra.

—¿No vez? –señale el lugar.

—Claro, ¿pero por qué? Las clases ya empezaron –levanto una ceja mirándome desde su altura.

—Lo se pero no piensas ingresar a clase mojado –le señale su pantalón.

—¿Estas proponiendo que no entraremos a clase? –abrió sus ojos como platos.

—Tú lo dijiste –me acomode.

Izan no espero invitación y se sentó a mi lado.

—A mi papá no le va a gustar –comento divertido.

—Esto será nuestro secreto –le guiñe un ojo.

—Vale, me parece bien –estrecho su mano, la acepte con una leve sonrisa.

Apoye mi cabeza en su hombro y así pasamos esa hora libre que nos habíamos dado. Hablamos, reímos pero sobre todo nos contamos algunos secretos que pocos o nadie sabía de nosotros.













𝐌𝐞 𝐡𝐢𝐜𝐢𝐬𝐭𝐞 𝐨𝐥𝐯𝐢𝐝𝐚𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora