5. La trampa.

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11am.

Despierto.

Parece que he recompensado todas mis faltas de sueño en estas horas. Me quedé dormida con la misma ropa de ayer, así que me la quito y me coloco una toalla para ir al baño. Sujeto mi largo cabello en un copete malhecho, tomo los jabones, el cepillo y camino hasta el baño. No veo a Jack por ningún lado, así que creo que tal vez salió. El cepillo de dientes se me cae de las manos justo antes de poder entrar y cuando me agacho para recogerlo, el sonido de la regadera llama mi atención. Alzo la mirada y lo veo completamente desnudo por la rejilla de la puerta. Puedo contemplar su brillante y musculosa piel mientras deja que el agua lo moje por completo. Está de espaldas y solo me deja ver sus nalgas. Pasa las manos por su suave, lacio y mojado cabello negro.

Una ola de calor recorre todo mi cuerpo sin poder apartar la vista. ¿Melanie, qué haces? ¿Es un policía? Solo está haciendo su trabajo. Esto solo es trabajo. Me digo a mí misma. Antes de que pueda verme, me levanto y regreso a mi habitación. ¿Qué acabas de ver, Melanie? Creo que no podré dejar de regañarme a mí misma. De todos modos no es mi culpa. Él dejó la puerta abierta. Quizás lo hizo con esta intención. En fin, espero que termine pronto para poder ducharme también.

Horas más tarde.

Después de la locura de esta mañana, toda ha estado muy tranquilo por aquí. Jack no se ha despegado del teléfono en casi todo el día y tampoco me cuenta muchas cosas. Me siento en el sofá y abro mi laptop. Tengo muchos correos de maestros y muchas cosas pendientes. Dentro de unas semanas comienzo mi tesis y espero llegar con vida para lograrlo.

Cuando estoy concentrada, un mensaje de Facebook desde el perfil de Martha me asusta. Los nervios vuelven y no sé qué hacer. Dudo mucho en responderle sin decirle a Jack, pero lo hago. Necesito respuestas y nadie más que ella me las dará.

Martha: ¿Dónde demonios estás, Melanie?

Es lo que dice el mensaje. La rabia se apodera de mí y le respondo.

Yo: Como me has dejado tú: completamente sola. Gracias, Martha.

Martha: Tú no entiendes nada. No debiste confiar en la policía. No son de fiar.

Yo: Y tú sí, ¿verdad?

Martha: Todo lo que he hecho hasta ahora es para protegerte, aunque no lo creas.

Yo: ¿Mintiéndole a mi hermano sobre lo que pasó, ayudando a escapar al hombre que abusó de mí y dejándome en manos de desconocidos sin importarte qué pase conmigo? ¿Eso para ti es proteger?

Tengo mucha rabia.

Martha: Aléjate de ellos y entenderás. Sé que estás bajo su supervisión y probablemente estén monitoreando estos mensajes, pero te pido que vayas a nuestro lugar favorito. Te daré todas las respuestas que quieras. Por favor, no faltes. Sé que puedes.

Es aquí donde empiezo a dudar de toda mi realidad. Estoy entre la espada y la pared. No creo que la policía esté haciendo maniobras que puedan perjudicarme. Al contrario, me están protegiendo. Jack lo está haciendo y confío en él (supongo). Pero también necesito hablar con ella cara a cara y ver qué tiene que decirme al respecto. Escuchar su versión. El problema es que no sé cómo escaparme de las manos de Jack sin que me mande al diablo después.

Nuestro lugar favorito es un parque infantil. Solíamos ir allí todos los fines de semana cuando era más pequeña. De no ser ella y ser una trampa, no sabría este dato tan personal. Por eso, me fío de sus mensajes. Elimino todo el historial y los mensajes con éxito. Aunque no sé si sirva de algo. Pienso y pienso alguna manera para lograr despistarlo, pero hasta ahora no se me ocurre nada. Reviso las cosas que compró en el supermercado y creo que ya sé qué haré. Solo espero que funcione. Todo está bien organizado en mi cabeza pero ejecutarlo, es mucho más difícil.

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