11. La carpeta roja.

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Como Eric dijo, el ministro me ha dado un nuevo lugar donde vivir por haber colaborado con la misión de atrapar a Frank. Pero circunstancialmente tendré que buscar trabajo para sostenerme cuando se termine la despensa. Ahora que lo recuerdo, mañana recibo mi último examen y en un mes más, después que termine mi tesis, podré graduarme. Antes al menos contaba con la ayuda económica de Martha, pero ahora tendré que ganar lo suficiente para pagar la universidad y todo lo que la tesis conlleva.

—Tendrás todo lo que necesitas por ahora y dos agentes estarán abajo por tu seguridad. Son de confianza. — Eric me ayuda a abrir la puerta. — ¿Estarás bien?

—Sí, estaré bien. Gracias por todo. — sonrío.

—No agradezcas. Ya me iré para que puedas descansar. Te lo mereces. — sonrío y cuando se marcha, cierro la puerta con seguro. El departamento es muy acogedor. Un poco pequeño, pero es más de lo que esperaba. Tiene una mezcla de colores grises, blancos y rosado pastel que hacen que se vea aún más bonito y coqueto. Me gusta. Apenas tengo la mochila con la que salí de casa el primer día. Solo tiene la laptop, ropa cómoda, cepillos de dientes y cosas así.

Los ordeno, me doy un baño, me pongo cómoda y preparo algo de cenar.

Abro la laptop para distraerme al menos en redes sociales. Quizás encuentre algo de mi hermano por allí. Jack. No volví a verlo después de llegar al departamento federal y estoy algo...ni siquiera sé cómo describirlo.

Cierro la laptop y enciendo el televisor.

—Esta noche el departamento federal de Washington atrapó a uno de los criminales más buscados, acusado de varios delitos junto a demás asociados. Su nombre era Frank G, dueño de varias tierras y propiedades...— dice la reportera, pero la apago para no seguir escuchando. Voy a mi cama y por primera vez, siento la tranquilidad de la noche.

El teléfono suena antes de que pueda pegar el ojo. ¿Quién tendrá este número?

—¿Bueno? — contesta.

—¿Melanie? — reconozco esa voz. — Soy yo, Jack. ¿Ya estás acostada? — me levanto de la cama de inmediato.

—No, acababa de...comer algo. ¿Por qué...sucede algo?

—No, todo está bien, de momento. Solo llamaba para...saber si estabas bien. Pasaron muchas cosas en una sola noche.

—Lo sé, pero estoy bien. Estoy acostumbrada al estrés. Sé manejarlo.

—Aun así, sé que es difícil para ti. No deberías normalizarlo, no lo mereces. — me quedo en silencio, el timbre suena y me horrorizo. ¿Quién más podría saber que estoy aquí y venir a estas horas?

— Hay alguien tocando mi puerta. — digo por teléfono mientras me acerco a la puerta. Jack no responde y hace que me sienta más asustada. Me acerco lentamente y cuando la abro un poco, dejo salir todo ese miedo con una exhalación al ver que es él. Jack Connor.

—Jack. — verlo y tenerlo aquí me hace sentir segura. Sonríe y colgamos el teléfono a la vez.

—Hola. — dice. Lo noto muy tranquilo.

— ¿Dónde estabas? Desde que me llevaste al departamento no volví a verte. — lleva una linda chaqueta de cuero negra sobre una camisa del mismo color. Es la ropa más casual con la que lo he visto desde que lo conocí.

—Estaba resolviendo algunas cosas para poder estar...tranquilo. — me quedo en silencio. — ¿Me dejas pasar?

—Sí, claro. Disculpa. — me he quedado en la puerta sin dejarlo entrar todo este rato. Me aparto y lo dejo pasar. Tiene dos cajas enormes encima, lo que supongo que, por el aroma, es pizza. Las coloca en la meseta de la cocina y explora el lugar.

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