12. Un nuevo día.

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Melanie Cross.

8 a.m.

Me he despertado, lavado los dientes y alistado para este nuevo día. Me preparo algo rápido de desayunar y después de organizar un poco, me coloco mi nueva y única gabardina favorita. Los días han tenido un clima muy grisáceo, así que me sienta bien.

Debo seguir con mi vida y buscar a mi hermano, pero debo hacer algo primero. Cuando salgo a la calle, detengo un taxi y me subo en él.

— ¿Puede llevarme al bar de Judith? — le pido.

— Por supuesto. — contesta el señor. Luego de conducir por varios minutos, me deja en frente, le pago y se marcha. Y al primero que veo es a Maicol.

—¡Hola! Pensé que te habían despedido. — dice en cuanto me ve.

—No. Solo tuve...algunas complicaciones. — no quiero dar detalles. — ¿Está Lisa?

—Sí, está en la barra, ve. Pero... ¿te veré otra vez? — está muy contento pero no sé si es por mí o porque siempre es así.

—Si las cosas van bien, seguramente sí. — le dedico una sonrisa y voy hasta la barra. — Hola Lisa. — la saludo en cuanto la veo.

— ¡Melanie! ¡Oh por Dios! ¿Cómo estás? — corre hasta a mí y me abraza.

—Algo bien, dentro de lo que cabe. He tenido días difíciles.

—Me asusté muchísimo después de lo que pasó aquella noche. Empezaron a disparar por todas partes. Por suerte que no dejaron daños mayores en el bar. ¿Qué pasó con ese viejo pervertido que estaba detrás de ti?

—Fue una pesadilla. Una muy real. Afortunadamente...Jack pudo sacarme a tiempo.

— ¿Jack? ¿El agente Connor? ¿Estabas con él? — parece muy contenta de saberlo.

—Sí. Él me protegió de él, pero solo porque su jefa estaba a cargo de mi caso. — confieso.

—¿Caso? ¿Tienes un caso? Chica, creo que tendrás muchas cosas que contarme.

—Sí, pero...será en otro momento. Quiero hablar con Judith. ¿Está aquí?

—Sí, está en su oficina. Puedes entrar, pero después tú y yo hablaremos, ¿de acuerdo?

—Ok, de acuerdo. — sonreímos. Me alegra mucho verla de nuevo. Creo que seremos buenas amigas. Camino hasta tocar la puerta y pasar a su oficina. Está fumando y viendo muchos papeles, como de costumbre. Toda la habitación apesta a cigarrillo pero puedo soportarlo. Me recuerda a mi madre.

—¡Vaya! Miren quién apareció. No pensé volver a verte por aquí. — deja el cigarrillo en el cenicero.

—Yo tampoco creí que podría volver. — mis probabilidades de sobrevivir eran escasas.

—Volviste loco a un criminal y casi destruye todo mi bar. Ahora tengo un montón de multas que pagar o lo cerrarán. — señala todos los papeles que tiene sobre el escritorio.

—No fue mi culpa. Ese hombre abusó de mí. Por eso llegué en esas condiciones a este lugar. — es la primera vez que no derramo una lágrima mientras lo digo. — Parece que Martha solo quería deshacerse de mí y lo ayudó a escapar, aún después de lo que me hizo.

—Que bastardos. — está sorprendida. — Él venía aquí unas cuantas veces pero no tenía idea. De Martha ya no me sorprende nada. No tienes idea de las cosas que es capaz de hacer cuando algo quiere.

—Abandonó a sus hijos y ayudó a un criminal quemando nuestra única casa. Siempre supe que estaba mal pero ¿llegar a estos extremos? Siempre la defendía de cualquier cosa, incluso de mi propio hermano y todo esto solo me demuestra que siempre tuvo razón.

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