37. Madre.

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—¿Sigues pensando en ello? ¿En cómo abusaron de ti? — la psicóloga Gardner me pregunta en medio de una nueva sesión.

Estoy recostada en un cómodo sofá.

—No mucho. Estoy consciente de que pasó pero...ya no duele. — soy honesta.

—¿Por qué crees que ya no duele?

—He vivido muchas cosas después de eso. Creo que creé una especie de coraza para protegerme de ello.

—He visto que después del suceso, has estado muy apegada al agente Connor. ¿Crees que exista la posibilidad de que lo hayas usado para enfrentar el trauma del contacto físico? —pienso mi respuesta por largos segundos.

—Al principio sí. Pero luego me di cuenta que podría estar bien con o sin él. Ahora estoy a su lado porque quiero estarlo. No porque me sienta apegada y agradecida con él.

—¿No crees que te hayas apegado demasiado a él emocionalmente?

—No. — miro al vacío del techo. — Estoy segura de ello.

—Creo que vas muy bien de momento. Estás sanando. De todas formas quiero que sigas viniendo y que no faltes a ninguna de tus próximas sesiones. Solo para asegurarnos de que todo siga en orden.

—No faltaré a ninguna, lo prometo. — estas sesiones me relajan y ayudan a controlar las crisis existenciales por las que a veces paso.

Meses después.

Me ha ido tan bien como diseñadora en ascenso, que ya quieren entrevistarme. Estoy muy emocionada y feliz de que este día, que nunca soñé pero que en el fondo necesitaba, ha llegado.

—El auto ya llegó, debemos irnos. ¡Te ves hermosa! ¡Estoy tan feliz por ti! — dice Lisa, entrando a la habitación. Me ha ayudado con el maquillaje.

—Yo también estoy muy feliz y también estás hermosa. Le agradezco tanto a Dios por premiarme con una amiga como tú.

—La afortunada soy yo. Me has enseñado muchas cosas, aunque debería ser lo contrario, ya que soy mucho mayor que tú, pero, tengo que decirte que, estoy orgullosa de todo lo que has logrado a tu corta edad. ¡Ya eres toda una profesional! — pone sus manos en mis hombros.

— Tú también estás a tiempo, puedes graduarte de lo que quieras. — la animo.

— Sí, estoy consciente de ello, el problema es que no quiero estudiar. Quiero seguir con mi vida de gerente en el bar. Me gusta, me siento cómoda. Sé que quizás no lo entiendes.

— Sí. De hecho, sí lo entiendo. Todos conseguimos la felicidad de maneras distintas y eso está bien. Muy bien, en realidad. — pensaba que graduarse y tener un título le daba a todo el mundo la misma felicidad que me da a mí, pero es más que obvio que no es así y debo respetarlo. Todos deberían respetarlo.

Aunque suene loco, desearía que Richard estuviese vivo para ver que estoy logrando mis sueños. Al menos, en los últimos segundos de su vida, estaba dispuesta a tratar de olvidar el pasado y darle una oportunidad como padre. Lamentablemente las cosas nunca salen como uno las espera y llega la muerte. Pero sé que seguramente se siente muy feliz, viéndome desde el cielo o de donde sea que esté.

Los días pasan muy rápido.

Mientras voy en el coche con Jack, recuesto mi cabeza en su hombro y me da un tierno beso en el cabello.

—Es lindo que tu mamá se quede a vivir contigo. No es bueno que esté sola en la otra punta de la ciudad.

—Deberías vivir con nosotros también, en la casa.

—Me alegra mucho, pero prefiero quedarme en mi casa. La remodelé hace poco y quiero disfrutarla más. Aparte de que, creo que necesitas más tiempo a solas con tu madre. Sé que nunca han pasado mucho tiempo juntos y lo necesitan. De madre a hijo. — le doy un tierno beso en el hombro y por la cara que pone, sé que sabe que debe hacerlo, por el bien de los dos.

Al caer la noche, estoy en casa. Estoy muy cansada.

Este día ha sido de mucho trabajo. Jack me da masajes y lo pongo al tanto de mis avances. Como siempre, me apoya en todo y eso me tranquiliza. Asegura que seré exitosa y le creo. He puesto toda mi energía en este proyecto, que, por un tiempo, pensé que terminaría.

— ¿Cómo ha ido tu día? — le pregunto, recostando mi cabeza en su torso.

Estamos relajándonos en la bañera.

—Como todos los días. Solo decido y llevo los casos más complejos. Eric se encarga del resto. Entrena a los nuevos y guía a todo el equipo. En general... todo va de maravilla.

— ¿Has sabido algo de Laura y...mi madre? — me acuerdo de ellas.

—Tu madre estará bien. Dentro de dos años, podrá salir. Y Laura, Eric la visita constantemente para hablar un poco. Es duro para él ver que su compañera de trabajo terminara en estas circunstancias. Pero esta fue la vida que ella escogió. Ella se lo buscó.

—Quizás, deberías pedirle una disculpa por haberla engañado en su tiempo. No es bueno quedar con cosas pendientes que se pueden resolver con un simple perdón. — me sorprendo por lo que acabo de decir. La odiaba con toda mi alma, pero todo lo que he pasado, me ha ayudado a entender que vivir con tanto odio en el corazón, no destruye a otros, te destruye a ti mismo.

—Ya lo hice, en su tiempo. La que tiene rencores en su interior es ella, no yo. Por más que quiera arreglar lo que no tiene ajuste, no puedo. — lo entiendo. — ¿Y tú no has considerado visitar a tu madre junto a tu hermano? — vuelve a decir. Lo pienso unos segundos y no creo que esté tan mal hacerlo.

—No es mala idea. Le preguntaré a Junior si quiere ir conmigo. — lo beso. Esperaré hasta mañana para hablar con mi hermano sobre esto.

Día siguiente.

Pude convencer a Junior de visitar a nuestra madre a la cárcel y aquí estamos, frente a ella, sin decir absolutamente nada.

—Después de todo aquí estamos. Tus hijos, a los que tanto odias están aquí, dándote la cara. — cruzo los brazos.

—¿No tienes nada que decirnos? ¿No harás nada para que olvidemos esto y volvamos a ser...una familia? Si es que alguna vez lo fuimos. — Junior sigue guardándole mucho rencor.

—La cagué, lo admito y tampoco voy a tratar de culpar al pasado porque sé que siempre estuve consciente de mis acciones. — rompe el silencio.

—Que aceptes tu culpa, es un buen paso.

—Yo te perdono. Ya no quiero tener rencores con nadie, mucho menos cuando de mi propia madre se trata. Estoy en una etapa en la que solo quiero paz. No quiero que nadie arruine eso. Ni siquiera tú o cualquiera de tus otras personalidades. — me sincero. Miro sus ojos para ver si puedo notar alguna diferencia en ellos. Todavía no sé cuándo es cuál. Supongo que cuando la saque de aquí, lo descubriré.

—Estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para recuperar su confianza. — espero de todo corazón que esté siendo honesta.

—¿Eso lo dices solo tú? ¿Las demás están de acuerdo contigo? — quiero asegurarme.

—No tienes que preocuparte por eso. Jamás volvería a hacerte daño. — por alguna extraña razón, le creo. Aunque quizás... esté cometiendo un grave error. 

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