14. La cita.

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—¿Agua? — Eric me ofrece. Estamos afuera del edificio. — Sé que todo esto es mucho de digerir.

—Gracias. — la bebo toda de un trago.

—¡Despacio! — se sienta a mi lado.

—Estoy...me siento muy abrumada en este momento. — le devuelvo el vaso.

—No es para menos. Te enteraste de mil cosas en 30 segundos. — tengo un terrible dolor de cabeza. — Con estas nuevas evidencias, tu madre recibirá asistencia médica. Si sus resultados siguen siendo los mismos, en vez de ir a la cárcel, irá a un centro psiquiátrico otra vez.

—No puedo creer nada de esto. Vivíamos juntas y nunca pude notarlo.

—Tal vez sabía cómo disimularlo. O quizás no prestabas suficiente atención. Solo enfócate en que, las personas que quieren hacerte daño ya no podrán estar cerca de ti. Frank está muerto, Martha no estará libre pase lo que pase y Richard, tu padre, dudo mucho que después de todo te lastime, aunque también sea un criminal.

—Ni siquiera conozco su cara. Nunca lo he visto, nunca ha estado ahí conmigo. Sigo sintiendo que no tengo un padre y así lo mantendré.

—¿No lo buscarás?

—No.

—¿Y si él llega a ti? ¿Qué harás?

—Eso tampoco lo sé. Tengo que irme.

—Te llevo, si quieres.

—No, está bien. Tomaré un taxi. Tengo que ir a otro lugar.

—Ok. Cuídate mucho y mantente en contacto con nosotros. — me da una sonrisa y entra al edificio. Salgo más a la calle para detener un taxi, pero en vez de eso, Jack para su vehículo justo enfrente de mí. ¿Qué cree que hace? ¿Acaso lo hace a propósito?

—¿Puedes avanzar? Quiero tomar un taxi. — solo me mira y sale del coche.

Ay no puede ser, ahí viene otra vez. Justo ahora no estoy de humor.

—Te hice una invitación y todavía no he recibido una respuesta.

—Ni la recibirás, me parece. — sigo buscando un taxi en la calle.

—¿Vas a ser ruda conmigo? — entra las manos en sus bolsillos (su básica pose). Siempre lleva un traje de tres piezas diferente cada día con una gabardina por encima. Nunca lo he visto vestido informalmente. Excepto aquella mañana en el baño. O lo veo con traje o lo veo sin nada. — ¿Tampoco me hablarás?

—¿Por qué te interesa tanto salir conmigo?

—No lo sé. Esperaba que me lo dijeras tú, ya que pareces tener una respuesta para todo. Menos para mi invitación. — ahora cruza los brazos.

—¿Desde cuándo eres tan irresistible?

—¿Desde cuándo eres tan soberbia? — le alzo las cejas y me imita.

—¿Así quieres que tenga una cita contigo?

—¡Oh, no! No es una cita. Yo no tengo citas con nadie. No te confundas.

—Me invitaste a comer algo juntos, ¿qué es eso para ti entonces? — cruzo los brazos también.

—Entonces, ¿eso quiere decir que estás huyendo de tener una cita conmigo? Si tanto te cuesta aceptarla es por una razón.

—No lo supongo, eres insoportable.

—Este insoportable quiere cenar contigo esta noche. — lo miro a los ojos. Esos hermosos e intensos ojos azules. ¿Qué más podría perder si ceno algo con él?

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