(Pausada) wιcĸed gaмe ━━ 𝐊 . 𝐌𝐈𝐊𝐀𝐄𝐋𝐒𝐎𝐍 [ESPAÑOL]

[ᴄʰᵃᵖᵗᵉʳ ғⁱᶠᵗʸ-ᴏⁿᵉ]

1835, Nueva Orleans

Astrid no pudo luchar contra el ceño fruncido que surgió cuando Marcel se acercó a ella con una amplia sonrisa.

Ya no era el niño desnutrido y enfermizo de diez años que se acurrucaba en ella cuando se abrazaban, sino un hombre de veinticinco años con una cara bonita y una constitución muscular.

Cubierto de una capa brillante de sudor por haber practicado la lucha con la espada, respiraba con dificultad mientras la abrazaba.

Sonriendo en el abrazo, las preocupaciones de Astrid desaparecieron momentáneamente mientras envolvía sus brazos alrededor de los hombros de Marcel. Él había crecido más que Nik, lo que significa que Astrid apenas le rozó la barbilla, para su diversión.

Alejándose, Marcel notó lo tensa que estaba su madre, frunciendo el ceño mientras colocaba una gran palma en su hombro.

―Mamá, ¿qué pasa? ―Preguntó, mientras Astrid forzaba una sonrisa.

Podía oler el perfume floral que lo cubría, notó el chupetón descolorido en su clavícula.

Astrid no quería nada más que Marcel se estableciera con una mujer amable, tuviera hijos propios y viviera con comodidad. Pero el olor que Marcel fue dosificado no era un olor humano, era una mezcla de Rebekah y su perfume.

Cuando Nik le informó a Astrid de su creciente preocupación por la relación entre Marcel y Rebekah, Astrid lo rechazó con un movimiento de mano y un beso en los labios de Nik.

Se había burlado de su marido, que se estaba volviendo paranoico y que la relación entre Marcel y Rebekah era platónica y amistosa.

Pero con el paso de las semanas, Astrid había notado los sutiles cambios.

Las mejillas de Marcel se sonrojaban al ver a Rebekah, mientras que los dos intercambiaban miradas de anhelo cuando pensaban que nadie más los miraba.

Por mucho que Astrid amara a Rebekah y anhelara que encontrara a "al elegido", el pensar en ella con Marcel la inquietó.

Marcel era su hijo; había admirado a Rebekah como una tía cuando era un niño.