[ᴄʰᵃᵖᵗᵉʳ sⁱˣᵗʸ-sⁱˣ ]

1K 139 4
                                    

1922, Chicago.

1922, Chicago

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sonido de las risas altas y el tintineo de las copas de cristal despertaron bruscamente a Astrid de su tranquilo sueño

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sonido de las risas altas y el tintineo de las copas de cristal despertaron bruscamente a Astrid de su tranquilo sueño. Cuando sus ojos se abrieron somnolientos, con las pestañas rozando el párpado, Astrid fue vagamente consciente del frío que sentía entre las sábanas de seda.

Los rayos de sol se colaban por los huecos de las persianas, llenando la habitación con algún que otro rayo que indicaba que era más tarde de la hora a la que normalmente se levantaba.

Al darse la vuelta para mirar a su marido, Astrid frunció las cejas cuando se encontró con un espacio vacío, su mano apoyada en la almohada, confundida.

Durante novecientos años, sin contar los que había pasado en aquel temido ataúd, siempre era la primera en despertarse entre ella y Nik.

Se despertaba con la espalda apoyada cómodamente en el pecho de él, con los brazos de él rodeando su cintura. El aliento caliente de él se abanicaba suavemente en el hueco de su cuello y sus rizos rubios se apartaban para dejar al descubierto la piel desnuda.

Frunció el ceño y se incorporó, apartando las mantas de seda.

Al pasar los pies por el lado de su cama de cuatro columnas, que era bastante grande y lujosa, los dedos de los pies sintieron inmediatamente las cosquillas de la gran alfombra de piel. La situación era extraña para ella, muy diferente a la habitual.

Estaba fuera de su zona de confort, pero sobre todo, había echado de menos el calor que Nik irradiaba de forma natural, había echado de menos poder girar en sus brazos y pasar tímidamente los dedos por su pelo.

Se había aficionado a lo rizado que era el cabello de Nik por las mañanas, sus ágiles dedos raspaban las melosas hebras, algo que su marido también parecía disfrutar. Entonces Nik abría los ojos y le enviaba una sonrisa perezosa y somnolienta mientras le ronroneaba "Buenos dias amor", con voz nebulosa y baja.

Apretando los labios, Astrid se apresuró a ponerse la bata y empezó a cepillarse el pelo.

Frunciendo el ceño, Astrid miró preocupada hacia la puerta. Esperaba, rezaba, que Nik no se hubiera enterado de su beso con Damon. Sin duda, sabía que Nik enloquecería, y con razón.

(Pausada) wιcĸed gaмe ━━ 𝐊 . 𝐌𝐈𝐊𝐀𝐄𝐋𝐒𝐎𝐍  [ESPAÑOL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora