[ᴄʰᵃᵖᵗᵉʳ sᵉᵛᵉⁿᵗʸ-ғᵒᵘʳ]

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2010, Mystic Falls.


Tras su entretenida visita al Mystic Grill, Rebekah y Astrid habían regresado a la mansión, no sin antes comer algo rápido

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Tras su entretenida visita al Mystic Grill, Rebekah y Astrid habían regresado a la mansión, no sin antes comer algo rápido. Rebekah había anunciado alegremente que les esperaba una sorpresa en la mansión, lo cual despertó la curiosidad de Astrid.

No estaba segura de qué esperar al volver a la mansión -un auto de lujo, joyas con diamantes incrustados o los títulos de propiedad de una rústica casa de madera en las arenosas playas de Bora Bora-, sin embargo, se sintió ligeramente decepcionada cuando encontró a dos muchachas humanas vestidas con túnicas esperándolas.

Rebekah le había explicado entusiasmada que iban a hacerse la manicura y la pedicura para preparar el baile antes de que la rubia, muy risueña, se dejara caer en el sofá, quitándose de paso sus Louboutin carmesí.

Mientras Rebekah movía los dedos de los pies expectante ante una de las asustadizas pedicurista antes de sumergirlos en el hidromasaje de agua caliente para los pies, la rubia sacó su teléfono y golpeó los botones con los dedos hasta que empezó a sonar música en el teléfono de Rebekah.

La música era ruidosa y poco agradable para los oídos de Astrid, pero no se quejó mientras intentaba adaptarse a la música moderna.

Siguiendo el ejemplo de su amiga, Astrid se quitó los tacones y se recostó suavemente junto a Bekah.

Recostada contra el sofá que Niklaus comenzaba a llamar cama, un suave suspiro salió de los labios de Astrid mientras la nerviosa esteticista introducía suavemente sus pies en el agua perfumada.

El agua estaba tibia, a la temperatura perfecta, mientras unos pétalos de rosa flotaban en la superficie.

A juzgar por el agua en sí, junto con la fuerte gama de aromas que cosquilleaban la nariz de Astrid, al agua se le habían añadido diferentes aceites y lociones, convirtiendo el agua, antes clara, en un blanco lechoso.

Sin embargo, a Astrid le gustaba el olor y sintió que sus hombros se relajaban mientras empezaba a ahogar el mundo a su alrededor. Apenas se dio cuenta de que a Finn le estaban ajustando el esmoquin, el mayor de todos ellos los observaba con confusión.

Como si sintiera su mirada desconcertada. Rebekah miró a Finn por primera vez desde que había entrado en la habitación, dedicándole una pequeña sonrisa a su hermano mayor, que permanecía rígido a su lado.

Con la mirada fija en Finn, Astrid le dedicó una suave sonrisa. Nunca había sido especialmente cercana a Finn, de hecho, incluso cuando habían sido humanos, Astrid no le había dirigido más que unas pocas frases.

La única conversación real que habían tenido había sido cuando Astrid perdió a su dulce Ivar, cuando Finn habló de su propia pérdida.

Parecía que Finn, incluso hasta el día de hoy, era el tipo de persona que mantenía sus cartas cerca del pecho, mostrando pocas emociones... quizás eso era algo que Mikael había fomentado. Siempre había intimidado a Niklaus por mostrar emoción, o debilidad como el cruel vikingo lo había llamado.

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⏰ Última actualización: Mar 18 ⏰

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