All in; charlos. AU

XV

Charles no quería volver solo al salón, no cuando ese idiota que tenía por compañero de banco estaría allí. Aunque nunca fue una persona que le gustara la violencia, esa vez se sentía con unas tremendas ganas de estamparle la cabeza contra el ventanal. Caminó lentamente por el pasillo, mientras se fijaba en todo el alrededor, le parecía interesante al menos conocer cómo era de distinto esa institución a la antigua suya. Se sentía algo deprimido por el hecho de que no podría graduarse con Lewis, que había estado para él en los peores momentos, pero pues así era la vida, podía cambiar de un momento a otro sin darte ningún previo aviso.

Entró en silencio al salón, el profesor aún no llegaba ya que los dos quince minutos de descanso aún no finalizaban, miró hacia su lugar bufando.

—Muévete -ordenó fríamente al llegar frente a su propio lugar, que estaba siendo invadido por las piernas estiradas del sujeto que tenía como compañero de asiento.

—¿O que? -molestar al nuevo sería más sencillo de lo que pensó, se tensaba por cualquier cosa, notaba que su temperamento era explosivo. Sería más que divertido ese último año.

Charles rodeó el banco hasta quedarse detrás de la espalda del sujeto, se inclinó hasta su hombro girando su rostro hasta su oído para susurrarle. —O yo mismo me veré obligado a moverte -su voz había salido grave, y pareció ser una persona completamente distinta al amenazarlo. El contrario sintió un escalofrío recorrerlo y de inmediato hizo lo que esté le ordenó, sin saber porque mierda le hacía caso.

Charles no agradeció y simplemente se sentó agotado en su lugar. Apoyó su cabeza entre sus brazos para recostarse en el pupitre cerrando los ojos, imaginándose ese lugar de nuevo, un lugar que seguro sería inexistente, pero que le gustaría que no lo fuera para así poder salir de esa asquerosidad de sociedad en la que vivía, así como la zona A y B eran un asco, seguro esa zona inexistente sería increíble (al menos por el hecho de poder ser libre).

—Disculpa -escuchó la voz dulce de una chica frente a él, cubriéndole la luz del salón, se sintió aliviado ya que ese resplandor no era de lo más cómodo para descansar. Abrió los ojos encontrándose en su vista las piernas descubiertas de la chica, se incorporó de golpe esperando que la chica no se hubiera dado cuenta que presenció literalmente sus piernas frente a su rostro.

La miró expectante.

—Mi nombre es Alexandra. -se presentó amablemente.

Charles asintió levantándose de su lugar para ser educado como le habían enseñado en su hogar, siempre le dijeron que debía ser respetuoso con las mujeres y tratarlas de la mejor manera, mientras que no se tomaron el tiempo de enseñarle cómo tratar a un hombre, ¿por que? ¿Por que le importaba eso? No había problema con que se sintiera atraído por un hombre y no por una mujer, ¿o si?

—Mucho gusto, soy Charles Leclerc -extendió su mano en forma de saludo. Esta la recibió tímidamente.

—Me gustaría que pudiéramos ser más cercanos -se atrevió a decir la chica pelinegra.

Charles lo pensó, ¿sería seguro confiar en alguien de esa zona? Todavía se sentía muy inseguro allí, pero no podía rechazarla de esa manera, no cuando le estaba sugiriendo una amistad que seguro sería muy linda tener, sería su primer amiga en toda su vida. Charles asintió en respuesta, está asintió también, por alguna razón pensó que esta saltaría de la emoción, pero bueno, ¿como podría hacer eso si los sentimientos no eran permitidos?

La chica reverenció para después devolverse a su asiento cuando el profesor llegó. Charles hizo lo mismo. Pasaron como cinco minutos de clase y después por la puerta entró Lewis y un chico un poco más alto junto a él, llevaba cubrebocas y un hoodie que con su gorro le cubría casi por completo el rostro, exceptuando por sus ojos que llevaban unos lentes de sol. Fue irónico voltear hacia el ventanal sabiendo que el sol era escaso en ese mundo, era cubierto siempre por las nubes grises en el cielo, ya que este siempre estaba de esa forma.