XII

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—Tu padre está afuera esperándote en el estacionamiento, dijo que era una cuestión importante así que saldrás antes hoy -le informó el director cuando este apenas entraba por la puerta. El menor asintió y después salió por donde vino para regresar a su salón y tomar su mochila.

Al regresar se encontró con la mirada de su mayor, como preguntándole lo que estaba ocurriendo, Charles se acercó a él, se inclinó mientras tomaba su mochila detrás de su lugar y aprovecho para susurrarle algo al británico. —No se que es lo que ocurre, te llamaré cuando pueda -se despidió desordenándole el cabello y después salió del salón colgándose la mochila por los hombros.

Justo saliendo de las instalaciones se encontró con su padre caminando de un lado a otro, eso demostraba que estaba nervioso ya que él siempre actuaba de esa forma cuando algo lo hacía preocuparse o sentirse incómodo. —Hola -reverenció Charles frente a él. Este asintió sin más.

—Anda vamos al auto -a Charles se le hacía demasiado extraño que su padre viniera por él a la escuela, ya que normalmente él se iba con su chofer personal o con Checo ya que su padre vivía muy ocupado por la empresa que dirige. El menor siguió a su padre hasta el automóvil, entró en la parte delantera junto a él y después su padre empezó a conducir.

Iban en silencio en todo el viaje, hasta que Charles notó que no parecía que fueran en dirección a su casa. —¿A dónde vamos? -preguntó mientras miraba hacia fuera de la ventana.

—¿Qué fue lo que hiciste Charles? -le preguntó su padre aun con su vista al frente.

Charles no entendió a lo que se refería con esa pregunta así que se quedó callado.

—¿No responderás?

—Es que no entiendo a lo que se refiere con esa pregunta -admitió poniendo su atención en su padre.

—El gobierno quiere verte nuevamente.

Justo en ese instante Charles maldijo mentalmente, seguro todo había acabado para él, estaba seguro de que lo desterrarían de la zona A de por vida. —No hice nada. -mintió.

El hombre se detuvo en un semáforo en rojo. —Hijo, esta vez no podré hacer nada por ti -le confesó. —Pero trataré de hacer todo lo posible para que la consecuencia que te estipulen no sea tan grave, lo prometo -habló mientras fijaba su mirada en el chico. Eso le conmovió al menor, demasiado que tuvo que contenerse para no abrazar a su padre ya que eso no estaba permitido en público.

—Gracias.

Minutos después del viaje ya habían llegado, estaban en la recepción de ese gran edificio sombrío y minimalista.

—Charles Leclerc, sígame -el menor miró una última vez a su padre, debía admitir que estaba muy nervioso pero se levantó de su asiento despidiéndose de su padre y siguió a la mujer que lo guiaba hacia dentro de un ascensor.

Lo hizo entrar en una habitación oscura por completo, caminó con sus brazos extendidos para tratar de familiarizarse con su lugar, hasta que tocó una superficie de lo que parecía que era una silla, se sentó con lentitud y terminó por suspirar. No haría nada, más que sentarse allí sin más ya que estaba más que seguro que habría alguna cámara de vigilancia grabándolo en ese momento.

Después de varios minutos allí, tratando de no dormirse escuchó el ruido de la puerta abrirse para volverse a cerrar, abrió los ojos aun sin poder ver nada hasta que una luz lo apunto cegando su vista por un momento, trató de acostumbrarse al fuerte resplandor.

—Te dije que tarde o temprano sabríamos la verdad de lo que en realidad ocurrió -Charles se tensó al recordar esa voz.

—Yo -no sabía ni que responder, si ya sabían todo, no tenía sentido que dijera algo para justificarse.

All in; charlos. AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora