All in; charlos. AU

XXIV

Después de varios largos meses con entrenamiento arduo a diario y sin descanso, todo había cambiado para ellos. Ahora les era mucho más sencillo defenderse al salir solos de casa, y ya no sentían temor por caminar en ese entorno.

Checo se abrió demasiado a Lewis, depositándole casi por completo su confianza, ahora hablaba mucho más con el que con su mejor amigo, ya que este se la pasaba junto a Carlos su pareja. Pero no le molestaba, todo lo contrario, le hacía sentir feliz ver a su amigo siendo amado y correspondido por la persona que siempre amó.

Esa tarde la casa estaba casi vacía por completo, exceptuando por Carlos que se encontraba sentado frente al escritorio de su habitación en el sótano escribiendo en una pequeña libreta. Al oír pasos acercarse la cerró rápidamente y después la guardó, para voltear sin parecer sospechoso o algo parecido.

En cuanto volteó su pareja se acercó a sí, colocó manos sobre los hombros del mayor y después se inclinó un poco para depositarle un corto y suave beso en la frente. Carlos sonrió al instante.

Después se levantó para tumbarse en la cama, estaba agotado por el arduo entrenamiento, seguro se quedaría dormido de solo estar allí unos segundos más.

Mientras tanto Charles sacó el objeto que acababa de conseguir de la mochila que colgaba de sus hombros. Lo puso encima del escritorio, lo conectó a la corriente. Sacó el disco del estuche, sopló levemente ya que estaba algo polvoriento, y después lo colocó en el antiguo tocadiscos y al instante comenzó a reproducirse una balada lenta y suave, con un tono hermoso y relajante.

Carlos abrió los ojos rápidamente al escuchar la melodía, se incorporó sobre la cama viendo con emoción al más alto. Este antes mencionado se acercó frente al mayor, le brindó su mano para ayudarlo a levantarse, este la tomó al instante y en cuanto estuvieron parados frente a frente, el menor decidió hablar.

—¿Te gustaría bailar junto a mi? -preguntó mirándolo fijamente.

Carlos dudó por un instante. Quería acceder, pero es que había un problema. —No se hacerlo. -admitió bufando.

Charles negó riendo un poco. —No te preocupes, solo sigue mis pasos.

Charles lo tomó por la cintura levemente mientras que Carlos lo rodeó con sus brazos por el cuello. Y así comenzó su baile lento y emotivo. Las luces del atardecer entrando por la pequeña ventana de la habitación pegándoles, las vueltas y suave ritmo que llevaban uno junto al otro, la melodía, todo era perfecto en ese mismo instante. Solo ellos dos, sin nada ni nadie que los molestara, metidos en su propia burbuja sin querer salir de ella. De verdad que todo lo que habían vivido había sido solo para poder vivir ese momento, lo era todo, sus corazones palpitaban a una velocidad algo agitada, sus mejillas y orejas sonrojadas. Carlos recostó su cabeza en el hombro del más alto mientras seguían dando vueltas, la canción estaba por terminar, pero esperaban que durara para siempre, ese momento sería único e inigualable. Sino lo hubieran vivido no sabrían de lo mucho que se perdían sus sentimientos de no haber sido a sí.

Mientras tanto en el pueblo de camino a regresar a casa se encontraba Lewis discutiendo con un anciano después de haber sido derrotado horriblemente contra el en una partida de ajedrez.

—No es justo, creo que usted pudo leer mi mente y así fue como me venció -se cruzó de brazos.

Checo lo miraba desde atrás, reía levemente para que este no lo notara, pero sinceramente debía admitir que en ese justo momento Hamilton se estaba comportando como todo un pequeño niño.

—Tonterías, ahora joven, lo que me prometió -extendió su mano hacía Lewis.

Este suspiró, metió su mano a su bolsillo del pantalón y después sacó el único paquete de galletas que había conseguido allí, le dolía perderlas ya que eran sus favoritas, llevaba meses sin comer alguna.