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Richard se levantó adormilado y con un pequeño dolor punzante en el cuello, pero con un movimiento hizo que este tronara y por ende el dolor bajara. Bostezo un momento para después darse cuenta donde estaba, fregó sus ojos y se adapto a la luz de la mañana. Recordó perfecto el lugar, pero le pareció extraño que la compañía no estaba.

Llamo un par de veces su nombre pero la ojiverde no estaba, no supo bien que hacer así que simplemente fue a la cocina por un vaso de agua, siguió pareciendole extraño que la ojiverde no apareciera así que simplemente pensó en llamarla para salir de dudas. No quería subir al segundo piso y ser invasivo así que lo mejor era retirarse, no había rastro de la mujer.

Estaba a punto de salir cuando vio un sobre que aparentemente había sido deslizado bajo la puerta de la empresaria, lo levantó con la intención de dejarlo en la mesita de la entrada, para después disponerse a salir pero eso cambio cuando vio el nombre de la tal Camila escrito a mano, sintió una curiosidad inmensa y no reparó en las consecuencias, desgarro el sobre y leyó la tarjeta que venía adentro.

"Esta es mi forma de firmar un tratado de paz, la cague y lo siento. Soy todo lo que dijiste y probablemente mas. Me merezco tu odio y todo lo malo que sientas hacia mi. Lamentablemente yo solo puedo sentir cariño hacia ti.

Perdóname y estaré esperando cuando te sientas preparada para hablar"

-Camila Dubois.

Leyó el hombre, apretó la mandíbula porque al parecer sus sospechas eran ciertas y entre Lauren y esa mujer pasaba más de lo que la empresaria le había contado.

Miro el reverso de la nota y pudo ver una dirección, su instinto de periodista le insitava a averiguar más a fondo que pasaba. Así que sin más tomo los restos del sobre tirandolos en la basura, para después checar en su celular la dirección que marcaba el lugar, la cual estaban a las afueras de la ciudad. Llamo a un taxi desde la aplicación para así salir a confirmar lo que estaba presintiendo.

Si duda Lauren estaría agradecida, pero con el.

"**
Lauren ni siquiera había ido a la oficina después del enfrentamiento con Camila, tenía una tablet en el buró de su cama, y había bebido casi una botella de vino tinto al completo. Pero para su mala suerte parecía no hacerle efecto, solo se sentía mareada y asqueada por la situación. Le dolió en el alma que la castaña allá aceptado todo con tanto sinismo.

La prepotencia era una de sus virtudes.

Se sentía mierda porque todo era una mierda.

Volvió a mirar su tablet, tomándola entre sus manos. Debatiéndose internamente en que hacer. Entro hasta los archivos secretos que había guardado con recelo durante tanto tiempo para cuando se le presentará una situación como está. Le dolía el pecho, la investigación que Allen había hecho mediante algunos chicos de soporte de Jag Telecom, había dado fruto.

Recordó perfecto como le pidió todo tan exhaustivamente cuando Camila apenas ingresaba a su vida como una amenaza, ahora era un ser destructivo.

Nunca pensó en utilizar dicha información, incluso se sentía fatal por tenerla, no se sentía orgullosa. Por los certificados de nacimiento, los contratos de la casa. Así como el documento donde se comprobaba que Camila había nacido como una Cabello, por lo tanto Maxwell también lo era.

Incluso tenía los Estados de cuenta de Camila, dónde mes con mes, depositaba una gran cantidad como manutención de Max Cabello.

Bebió a fondo toda el líquido de su copa y llamo a la única persona que podía ayudarla en ese momento.

Delirio Prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora