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-"...La cagué, te lo juro que la cague" Decía una pesimista Camila sentada en su oficina dentro del Capitolio. Había pasado días horribles desde que la ojiverde la había visto en el Delirum con Veneno.

Tenía un par de noches martirisandose, llamando con insistencia a la empresaria, mandándole mensajes que nunca encontraban respuesta, hasta que por fin se desahogo con su mejor amigo, con la esperanza de que pudiera darle algún consejo para hacerla sentir mejor.

-"Cami, Cami. Pues si ya haz dicho que no te contesta el teléfono ni los mensajes, es bastante obvio que no te quiere cerca, entonces simplemente dale tiempo" Sugirió el chico sorprendido al ver la actitud de su mejor amiga, ni si siquiera cuando se separó de Jenna la había visto de esa manera.

-"No, es que no puedo dejar que piense lo peor de mi" Dijo Camila desesperada, muy frustrada e incluso molesta consigo misma y con la situación.

-"Y desde cuándo te importa lo que piense?" Preguntaba su amigo socarronamente, con media sonrisa, por alguna razón le estaba causando gracia la actitud de su mejor amiga.

-"Tu los sabes" Respondió Camila simplemente en medio de un resoplido.

-"No. No lo sé" Decidió jugar con la política que lo miro con los ojos entrecerrados.

-"Sabes que la quiero" Admitió sin ningún apice de vergüenza. No tenía caso negarlo ni negarselo a si misma. Lo había tratado de evitar pero fue imposible no caer, se estaba enamorando, si es que ya no lo estaba.

Y no la asustaba, al contrario sentía que junto a Maxwell era lo único bueno que tenía su vida.

Nick sonrió comprendiendo.

-"Entonces búscala. Si no te responde. Ve a su oficina y no salgas de allí hasta que ella no sepa la verdad y sobre todo dile lo que sientes Camila" Apoyo animado el pálido chico, la castaña hizo una mueca de terror.

-"Y si me rechaza?" La inseguridad se apropió de su sistema, un rechazo de Lauren sin duda dolería como el infierno.

-"Es una posibilidad, pero es más de lo que tienes ahora" Completo el pálido rubio con una sonrisa de apoyo.

Camila asintió y después de meditarlo supo que al menos tenía que verla, tratar de decirle que lo que sea que se imagino que pasó entre ella y Charlotte no fue nada. Cómo podía pasar algo si su mente no la dejaba aquella arrebatada ojiverde.

-"Tienes razón iré a verla a su oficina. Me tendrá que ver quiera o no" Pronunció decida la mujer ojimarron, tomando su cartera para ir por el encuentro con la empresaria.

***

-"Gracias por escucharme" Mencionaba conmovido el ojiazul mirando directamente a la ojiverde quien asíntio comprendiendo.

-"Está bien Richard, no tienes nada que agradecer" Quitaba importancia la ojiverde.

La empresaria estaba empezando a considerar un amigo al periodista, por eso se sorprendió cuando más temprano el hombre llegó diciendole que necesitaba ser sincero con ella. Habiendo confesado que el nunca tuvo una oferta de trabajo del New York Times y menos del Washington Post, al contrario su vida se había ido en picada desde que se graduó de la carrera en Ohio, Lauren se conmovió realmente al saber que su familia le había dado la espalda al no seguir sus deseos, y ahora el solo quería una oportunidad para ser lo que siempre soñó y demostrarles que podía triunfar sin su ayuda.

-"No es que enserio. Tenía tanto tiempo sin contar con nadie. Completamente solo que valoro mucho tu presencia y compañía." Menciono atreviéndose a tomar sus manos.

-"Me alegra que te sientas así conmigo Richard, puedes contar conmigo para lo que sea" Correspondió Lauren apretando sus manos, y sonriéndole mostrando sus dientes de conejo que tanto enternecian a los que la veían.

Delirio Prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora