Capítulo 14

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‒ ¡Kim!... ¿Me escuchas? ‒Cortó y eso me puso nerviosa. Sí, así es…me puse nerviosa. Escuché que estaba abriendo la puerta, pero ella no hablaba y luego me cortó. Tengo que hablar con el director.

Debo irme ahora.

Pov. Kimberly

Estaba muy destrozada. Saqué mi celular y entré a la app de la revista más famosa de Seúl, CÉCI. Pero ocurrió lo inesperado…la querida Jenny Sung me había acusado ante todos, y ahora me siento completamente vulnerable. No podía dejar de pensar en cómo lo estaría pasando Yesung ante esta situación.

¿Pero que estoy pensando? el prefirió ayudar a Jenny en vez de apoyarme a mí en esos momentos. Como siempre, eres una estúpida Kim, por caer ante los hombres por sus lindas palabras.

Luego de unos minutos de enterarme que había entrado a mi propio infierno, las lágrimas salieron. No podía evitarlo, estaba totalmente asustada por lo que me iba a ocurrir ahora, ya que estaba a la vista de todos. ¡Dios! Salía hasta mi fotografía, y no sé cómo mierda llegó esa foto hasta allí. Malditos Paparazis.

Mi corazón saltó al sentir vibrar mi celular. Metí la mano en el bolsillo delantero de mi pantalón y respondí rápidamente al ver que era mi hermana.

‒Aló – Respondí, tratando de ser fuerte, para no decirle lo que había pasado.

‒ ¿Kim, estás bien? ‒ Su voz sonaba muy preocupada, y me di cuenta que ya se había enterado.

Sentí un gran nudo en mi garganta que no pude controlar y rompí en llanto.

Mi hermana trataba de alentarme, y yo fingía estar bien. Le dije       que iba a prepararle algo delicioso para cuando volviera, pero de pronto escuche que golpeaban la puerta. Me dirigí rápidamente a ver, mientras mi hermana me seguía hablando, pero yo estaba estática.

‒ ¿Kwa...Kwang Min? ‒dije torpemente, porque no sabía porque él estaba aquí. Comencé a secar rápidamente mis lágrimas. No quería que me viera en este estado.

‒jeje ‒soltó una risita nerviosa –eh…hola, vine a saber cómo estabas.

Me quedé parada como una gran estúpida mientras sostenía la puerta con mi mano. Realmente me sorprendió verlo  no tuve otra opción que invitarlo a entrar, ya que no podía dejarlo afuera esperando.

‒Eh, eh… ¿quieres pasar? ‒le pregunté al hermoso chico que esperaba al otro lado de la puerta.

Una esquina de su labio se alzó y casi me dio un paro cardiaco.

‒Traje algunas frutas… espero que te gusten las naranjas –agregó, mientras me entregaba cortésmente su obsequio.

Creí que era broma cuando decían que cada vez que visitaban otras casas llevaban obsequios, pero realmente era así. Agradecí reverenciándome, y me hice a un lado para que pudiera entrar.

Un Sueño Hecho RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora