Capitulo 31

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-Leslie –dije finalmente-. ¿Está todo bien?
Ella hizo una mueca y volteo con Alberto, quien miraba el suelo, ¿acaso me estaba evitando?
-Anda díselo, dile toda la verdad
Alberto la ignoro, se dio la vuelta para avanzar, pero Leslie lo tomo por el brazo para detenerlo.
-Tú no te vas –Alberto la miro molesto-. Debes decirle toda la verdad a Elena
Estaba aferrada a mi libro y mis ojos nunca dejaron de ver a Alberto, quien volteo a verme no de la misma manera que a Leslie, sino diferente…triste
-¿Qué es lo que debes decirme? –dije en mi mente mientras lo miraba.
-No hay nada que decir –Miro a Leslie-. Ella no debe de saberlo, es vida de tu hermano Leslie, no la tuya
Sin más se zafo del agarre de Leslie y se marcho, verlo partir de esa manera me dolió; todos esos recuerdos seguían ahí en mi cabeza. Esos días ya no podían regresar; me había encariñado tanto con Alberto de una manera que nunca pensé que me pasaría. Ni siquiera me costó acostumbrarme a él.
-¿Qué paso Leslie?, ¿Qué te dijo Alberto?
-Oh por favor, no actúes como si no hubieras escuchado nada
-Lo siento –fue lo único que pude decir
Comencé a caminar hacia la salida y pedí que Leslie no me siguiera…pero lo hice demasiado pronto.
-¿Por qué no te alejaste de Alberto cuando te dije? –me detuve y la mire-. Nada de esto estuviera pasando si me hubieras escuchado
Estaba realmente confundida, ahora resulta que soy la mala del cuento, pero Leslie tenía razón ¿Por qué no la escuche?
-Ahora por tu culpa mi hermano sufre. Él no es plato de segunda mesa de nadie, mucho menos de ti. Haz sufrir a otro, Ricardo no se merece que lo trates de esa manera después de lo que ha estado haciendo por ti. Aléjate
Ella se marcho también y en ese momento me sentí odiada por todo el mundo ¿Qué estaba haciendo?, me estaba comportando como una niña, ya no tenía ganas de leer y de escribir tampoco; desde que Alberto Mayorga desapareció de mi vida no tengo ganas de hacer nada. Era una manera muy idiota de hacerme sufrir, había miles de maneras pero al parecer la única que conocía era esta.
Salí del edificio y busque a Alberto entre la multitud, él seguía ahí cuando pensé que se había ido. Baje las escaleras con prisa, los alumnos estaban formando grupos para seguir conversando y fumar, estaban estorbándome y no me importo si los estaba empujando. Alberto comenzó a caminar y apresure el paso para poder alcanzarlo; alguien se interpuso en mi camino provocando que me detuviera.
-¿Qué estás haciendo? –Me preguntó Ricardo esbozando una sonrisa-. ¿A dónde vas?
-Yo solo…iba a… -le señale el camino.
-Tú estás loca
-¿Qué?
-Estabas siguiendo a Alberto –La sonrisa desapareció-. Eso no debes hacerlo Elena, ¿me oíste? Por favor ya olvídate de Alberto
-Pero…
-A él no le interesas deja de rogarle
-Tú no puedes decirme que es lo que debo hacer
-Presta atención Elena, para Alberto solo fuiste una chica más con la cual no pudo cumplir sus fantasías.
Me quede callada después de eso. Ricardo tal vez tenía razón, pero en el fondo yo sabía que no era cierto; él me había confesado que me amaba. Del estacionamiento –el cual estaba enseguida de la universidad- salió Alberto en su auto, me le quede mirado sin pensar en nada. Él solo volteaba a los lados para ver si venían autos, el semáforo se puso en verde y se escucho enseguida un rechinido de llanta, había acelerado perdiéndose entre el trafico.
Volví mi vista a Ricardo quien me miraba serio, ya ni siquiera sabía que decirle. Destroce a Alberto yo lo sé y ahora también lo hago con Ricardo.
-Elena –dijo con una voz dulce-. Lo siento yo no debí decir eso…perdóname
-No. Tienes razón –Aunque duela-. Alberto ya es cosa del pasado
-¿Quieres que te lleve a tu casa?
-¿Y Leslie?
-Ella no se va conmigo siempre. A veces se va con sus amigas
En ese momento vi a Leslie con sus amigas, no estaba muy lejos de nosotros, estaba riéndose con sus amigas y en cuanto me vio esa sonrisa despareció. 
-Creo que mejor me voy en camión
-No, puedo llevarte a Leslie no le importara
-Yo creo que si –Dije en mi mente.
-Vamos
Ricardo me llevo hasta mi casa y precisamente hoy mi madre estaría en casa, podría platicar con ella y así pedirle un consejo, a fin de cuentas mi madre es mi mejor amiga, ella sabrá orientarme. Al llegar me quede en el auto, en el camino no había mencionado palabra alguna, solo me dedicaba a mirar por la ventana.
-Elena –comenzó a decir-, si te ofendí, te juro que esa no era mi intención
-No lo hiciste, pero gracias por traerme
-Permíteme
Él bajo del auto y fue hasta mi puerta para abrirla y yo poder bajar, cosa que agradecí.
-Entonces… ¿nos vemos mañana?
-Si
Comencé a caminar a mi puerta para abrir y me detuve.
-Ricardo –volteo- ¿estás molesto?
-No. Tú me dijiste que no lo hiciera, además, ni siquiera…somos novios. No tengo derecho de prohibirte nada, y aunque lo fuera… en realidad, me molesta que vayas detrás de él como suelen las demás. A Alberto no le gusta que te estés comportando de esta manera…
-¿Qué?
-No le gusta…que vayan a rogarle
-No suelo comportarme así, no sé porque lo hice
-Mira, eso ya pasó. Hay que olvidarlo –Mi vista estaba fija en el suelo-. ¿Tienes algo que hacer mañana?
-No
-Que bien, ¿entonces te parece si salimos mañana después de clase?
-Me vendría bien salir
-Bueno, adiós
Se despidió de mí con un beso en la mejilla y se dispuso a marcharse. Después de irse entre a mi casa y la sentía triste, no había ningún sonido pensé enseguida que quizá mi madre estaba dormida. Me dirigí a la cocina para comer aunque no tenía muchas ganas, en el refrigerador había una nota que decía que mi madre había salido con sus amigas…claro…lo olvide hoy era el cumpleaños de una de ellas. Tal vez mi casa la sentía triste porque yo me sentía así. Estaba tan aburrida, no había nada que hacer, ni siquiera tenia ánimos de leer o escribir, en mi cama solo daba vueltas, la desesperación me estaba invadiendo y algo me dijo que saliera, así que eso hice. Me puse zapatos más cómodos, Salí de casa y camine hasta Las Arboledas, en donde me dedique a dar una vuelta. Niños jugando, adultos corriendo con amigos o sus mascotas, y sobre todo las parejas… ¿Por qué justo ahora se interponen en mi camino? Al llegar a la entrada del parque me quede pensativa por un momento; se me ocurrió de que tal vez podría ir a visitar a Alberto, no era una de mis mejores ideas pero era tanta mi necesidad de arreglar esto que hasta el semáforo tuvo compasión de mi. Cuando se puso en verde por fin la gente comenzó a cruzar la calle mientras yo seguía pensando. Mire la calle por largo tiempo, tome el valor suficiente y cruce la avenida.

**Comes and goes es parte de la lista de canciones que me inspira a seguir escribiendo esta historia, quiero compartirselas :D**

Las historias de Elena (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora